La historia de los gemelos que nacieron con cinco años de diferencia
<P>Reuben y Floren nacieron de la fecundación del mismo óvulo con el mismo espermatozoide. Eso bastaría para definirlo como gemelos. Pero que uno haya nacido cinco años antes que el otro hace de ellos una excepción aún más improbable.</P>
Tener un hermano gemelo ya es poco probable. Tanto, como uno entre 240 embarazos. Pero tener un hermano gemelo cinco años menor, no cabe dentro de las estadísticas, sino de las anécdotas. En este caso, una propia de Reuben Blake, de cinco años, y de su hermana Floren, de dos meses.
Sus padres, Simon y Judy (él profesor universitario de Economía y Negocios; ella, una funcionaria de la Fundación Well Child), se demoraron en dimensionarlo. Pero tuvieron nueve meses para asumirlo. El equipo que colaboró en la cesárea de Judy, sin embargo, sólo tuvo ese instante para enterarse, analizarlo, apenas entenderlo y felicitar a los padres. "Nos decían que nunca habían visto algo así, y estaban sorprendidos y entusiasmados", le comentó Judy al diario inglés The Guardian.
Dos de cinco (40%)
Hace nueve años, Judy y Simon se casaron y quisieron formar una familia. Tras varios intentos frustrados, entendieron que había un tercero que se interponía en sus planes: la infertilidad. Intentaron burlarla de distintas maneras, pero ningún método funcionaba y ningún hijo se concebía. Eso, hasta que llegaron al Centro de Medicina Reproductiva Bristol, en su natal Cheltenham, Gloucestershire, en el sur de Inglaterra.
"Nunca pensamos que tendríamos suerte al usar los embriones congelados", diría Judy hace algunos días a la prensa británica, con una niña de dos meses en los brazos y un niño de cinco años que les explica a sus compañeros de clase que su hermana "estaba en el freezer junto al pollo y las papas". "Sabe que estuvo congelada por un tiempo, así que algo entiende sobre que son gemelos; pero obviamente no comprende todo el proceso", explica Judy.
Sin mucha esperanza -queda poca tras años intentando formar una familia-, Judy y su marido se sometieron al método Icsi (Intra-Cytoplasmic Sperm Injection en inglés). A diferencia de otras técnicas de reproducción asistida -que ocupan diversos espermatozoides y óvulos-, el Icsi consiste en fecundar un óvulo con un solo espermio. De ahí que sólo podrían concebirse gemelos, ya que la carga genética sería exactamente la misma.
Cuando se realizó la fecundación asistida, en 2006, los doctores concibieron cinco embriones, dos se le implantaron a Judy y tres se congelaron. De los dos que la futura madre tuvo en su vientre, sólo uno logró desarrollarse, crecer y nacer. Lo llamaron Reuben. De los otros tres, no se supo mucho más: sólo que fueron trasladados de una clínica a otra más de una vez.
Una de tres (33%)
Cuatro años después de esa exitosa fecundación, Judy y Simon quisieron tener otro hijo. Se sentían preparados y sabían que Reuben estaba ansioso con la idea de tener un hermano o una hermana. Lo único que faltaba, entonces, era que la técnica Icsi funcionara de nuevo. Y que los embriones hubieran resistido cuatro años de congelación, traslados y, prácticamente, olvido.
"Sabíamos que las probabilidades eran muy bajas -dijo Simon Blake-. No hay muchas estadísticas confiables al respecto, porque es algo muy inusual, pero sabíamos que era muy poco probable. Cuesta comprender que pueda engendrarse una vida a partir de un material que ha estado congelado por tanto tiempo".
Y tiene razón: ni siquiera los doctores del Centro de Medicina Reproductiva Bristol sabían qué tan probable era que los embriones resistieran el proceso inverso al cual se habían sometido cuatro años antes, y que aún después de descongelarlos estuvieran en condiciones aptas para desarrollarse en el útero de Judy. Ensayo y error eran la única manera de comprobarlo.
Por suerte para la pareja -y también para Reuben y los médicos tratantes-, el segundo embrión fue ensayo y éxito. De los tres existentes, sólo uno sobrevivió al proceso de descongelación, y a los nueve meses en el vientre de su madre. Y sólo una vez consumado el tratamiento, Judy y Simon cayeron en cuenta: Reuben tendría un gemelo cinco años menor que él, pero gemelo al fin y al cabo.
En el Centro de Medicina Reproductiva Bristol, los médicos tomaron con sorpresa este caso. Si bien no eran los primeros bebés nacidos gracias a la técnica Icsi -ésta se estrenó en Inglaterra en 1992-, sí son los primeros gemelos de los que hay registro nacidos en años distintos.
La definición de los hermanos gemelos se basa justamente en eso: "Hermanos nacidos al mismo tiempo", como explicó el doctor Valentine Akande a la prensa británica. Esto y la misma composición genética es lo que define a este tipo de hermanos, y a falta de un concepto que se refiera exclusivamente a la carga genética similar, no queda otra opción que denominar a Reuben y Floren de la misma manera.
Dos de dos: 100%
Actualmente, Judy está con licencia posnatal. Floren tiene dos meses y, según su padre, ya se perfila con una "personalidad pequeñita, pero peleadora". No le quedaba otra opción, si tuvo que pelear contra cuatro años de temperaturas bajo cero, traslados varios, la competencia de dos posibles futuros hermanos y las bajas probabilidades de su desarrollo en el útero de Judy.
Quizás por eso, porque su camino fue más largo -y cuatro años tardío- respecto al de su hermano Reuben, es que son algo distintos. Según su padre -porque Judy se limita a definirla como "un absoluto milagro"-, Floren es bastante gritona y tiene un carácter muy fuerte. Su hermano, en cambio, es independiente y asertivo, pero también tiene su carácter: "Es muy decidido, al punto de que a veces llega a ser testarudo", dijo Simon.
Tanto él como Judy prefieren tomar este milagro de la ciencia -por más contradictoria que suene esa idea- como una alegría inesperada. Por eso, prefieren agradecer en vez de planear tanto. Aún no han definido cómo ni cuándo les explicarán a sus hijos que son gemelos, aunque el parecido sea evidente desde el día cero.
Judy lo aclara con un ejemplo evidente: cuando nació Reuben, era simplemente una versión más grande de Floren, quien pesó 3,7 kilos. Y aunque dijo a The Guardian que "la desolación de la infertilidad no se olvida", sabe que su caso es excepcional: "Al tener dos hijos saludables, cuando antes no podíamos tener ninguno, nos sentimos increíblemente afortunados".
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