La historia del silencioso Celestino Córdova

<P>Celestino Córdova cayó herido tras el crimen del matrimonio Luchsinger Mackay y es el único inculpado en el caso. Desde la noche del 4 de enero ha guardado silencio en el proceso por el que arriesga cadena perpetua. Aquí, el relato de su infancia, las peleas con su padre y las pistas que indaga la fiscalía.</P>




Una noche de noviembre de 2012, en un potrero del sector Tres Cerros, de la comuna de Padre Las Casas, Novena Región, dos sujetos -uno de ellos en ese momento miembro de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM)- se enfrascaron en una fuerte discusión, que terminó a golpes. La pelea fue dura y uno de los participantes quedó con un corte de arma blanca en una de sus manos, por lo que denunció a su oponente ante la PDI.

Este episodio, que nunca se indagó, pues el afectado no ratificó su denuncia, pasó inadvertido por semanas para la policía. Pero dos meses después, la madrugada del 4 de enero, las cosas cambiaron.

Tras el incendio que costó a vida a Werner Luchsinger y Vivianne Mackay, Celestino Córdova Tránsito (26) cayó herido, a metros de la vivienda, y fue detenido como autor del atentado que marcó un antes y un después en el conflicto mapuche.

Córdova fue quien desenfundó la noche de noviembre el arma blanca contra José Tralcal Coche, formalizado por el atentado a un bus en 2009. El único inculpado en el caso Luchsinger era entonces un desconocido para los organismos de inteligencia y sólo registraba una causa por ocultamiento de identidad. Para la fiscalía, sin embargo, la discusión entre los comuneros hoy ha tomado un nuevo sentido: la tesis que se maneja apunta a que la pelea se debió a las diferencias que ambos tenían por la forma de lucha que se debía seguir en la zona, tema que ha cruzado la indagación del crimen de los Luchsinger y la escisión de la coordinadora.

Para Tralcal Coche, cree la fiscalía, el método era el fijado por el jefe de la CAM, Héctor Llaitul. Vale decir, atacar la propiedad de forestales y agricultores (maquinarias y bodegas). Para Córdova, de acuerdo con esa tesis, el camino correcto era el trazado hace algunos años por el líder disidente de la CAM, Luis Tralcal Quidel: apuntar a casas particulares y a personas para radicalizar su lucha.

Hasta ahora, Celestino Córdova es el único detenido por el ataque donde participó junto a, por lo menos, cinco personas. La fiscalía lo formalizó el 11 de enero por incendio terrorista con resultado de muerte, por lo que arriesga una pena de presidio perpetuo efectivo, que en Chile llega a 40 años sin beneficios carcelarios.

Desde su detención se encuentra en la cárcel de Temuco y ha guardado absoluto silencio sobre lo que pasó la madrugada del 4 de enero, sobre sus cómplices y su vida.

Es el único testigo de la peor tragedia en la historia reciente del conflicto en La Araucanía y su silencio complica el esclarecimiento del caso, lo que ha costado duras críticas de Jorge Andrés Luchsinger, hijo del matrimonio asesinado.

La casa donde Córdova pasó su infancia está en pie. Hoy la ocupa su madre y tres de sus hermanos, uno de ellos ciego. Ahí también vive José, quien fue detenido el 9 de enero, por su supuesta vinculación con el atentado, pero sólo quedó imputado por porte ilegal de arma de fuego.

Los 12 hermanos cursaron la enseñanza básica en la escuela San Martín de Porres, ubicada a menos de un kilómetro de su casa, en una de las zonas más duras del conflicto mapuche. Se trata de un recinto que atiende a 160 alumnos de 10 comunidades del sector, de los cuales -según los datos que entrega el colegio- un 98% es considerado vulnerable económica y socialmente. La escuela está marcada por el conflicto. Muchos de sus apoderados participaron en 2010 en la huelga de hambre de 33 mapuches, lo que marcó un punto de inflexión con el gobierno y terminó con los desistimientos de las querellas por delito terrorista.

El director del colegio, Elcides Gübelin, cuenta una anécdota para reflejar el ambiente escolar. "El año pasado los alumnos jugaban al conflicto mapuche. Unos hacían de carabineros y otros de mapuches".

Los registros de la escuela muestran que Córdova salió de 8° básico con promedio 6. Gübelin, director del colegio hace más de 15 años, guarda en su retina a Córdova jugando fútbol, bailando y tocando instrumentos mapuches en una plaza de Temuco.

"Era un alumno promedio, no era sobresaliente, pero era extravertido. Siempre fue más grande y corpulento que sus compañeros. Su padre era el lonko del colegio y se encargaba de las ceremonias como el We tripantu (año nuevo mapuche)", agrega otro de sus profesores.

Gübelin conoció de cerca a la familia Córdova Tránsito. "Soy el padrino de uno de sus hijos, de Elcides. Era una familia muy pobre, los 12 hermanos vivían hacinados y el padre no tenía ningún trabajo estable, por lo que se volvía complejo criar a tantos hijos. Los niños tenían una sola prenda para venir al colegio y nosotros nos conseguíamos vestimenta con la gente de Temuco".

Tras terminar octavo básico, en 2002, Córdova se matriculó en el Liceo La Granja de la localidad de Cajón, ubicada a 12 kilómetros de Temuco. Allí, Moisés Carrasco, inspector de enseñanza media, cuenta que "estuvo muy poco tiempo. Según los libros, abandonó el colegio en agosto de 2002, nadie lo recuerda especialmente".

Uno de los hermanos de Córdova -que accedió a conversar con La Tercera bajo reserva de su nombre- asegura que "abandonó el colegio a los 15 años por lo espiritual. Siempre fue especial y en ese momento se dio cuenta que estaba llamado a ser machi. Tenía sueños y revelaciones, como dice nuestra cultura, y desde ese momento se tomó unos años para terminar su formación con una machi más antigua".

Desde esa edad, Córdova se inició en los ritos y tradiciones mapuches, a la vez que trabajaba esporádicamente como carpintero.

Fuentes de la investigación señalan que el comunero -a diferencia de sus hermanos, que viajan al norte para trabajar como temporeros- sólo realizó un trabajo formal como relator del curso "Salud y Cultura Mapuche", que la Universidad Católica de Temuco entregó a funcionarios del Servicio de Salud Araucanía Sur, durante 2010 y 2011.

En la universidad, el entonces machi quedó como encargado del módulo de "Medicina mapuche" y entre agosto y diciembre de esos dos años, llegaba todos los viernes por la tarde al campus Menchaca Lira de la universidad, en el centro de Temuco. Córdova hablaba un español fluido, procuraba no referirse a la política y el conflicto mapuche y solía vestir camisas bordadas, al estilo del Presidente boliviano, Evo Morales.

Uno de los alumnos cuenta que en uno de los cursos tuvo un problema en la evaluación, ante lo que los alumnos se quejaron. "En un comienzo él no reaccionó muy bien porque tenía un carácter algo impulsivo, pero luego accedió", sostiene.

En el curso, Córdova era el encargado de las ceremonias, entre ellas, el Llellipun (acción de gracias) que se hacía antes de cada clase. También era guía espiritual y encargado de las ceremonias en el hogar de estudiantes mapuche Pelontuwe, ubicado a un costado de la Universidad de La Frontera, uno de los principales centros de apoyo estudiantil a la causa mapuche. Uno de los residentes que lo conoció recuerda su severidad y apego a las tradiciones para hacer las rogativas. "Siempre que organizábamos ceremonias teníamos que ir a su casa a pedírselo en mapudungún. El nos entregaba una lista con lo que necesitaba y pedía que todas las mujeres estuvieran vestidas con sus atuendos tradicionales", relata uno de los alumnos.

A principios de 2010, el periódico mapuche Azkintuwe y el Observatorio Ciudadano ofrecieron cursos audiovisuales para que jóvenes mapuches documentaran la realidad de sus comunidades. En ese contexto y por medio de un amigo, Celestino Córdova pidió una reunión con los encargados del proyecto y les planteó una idea. "Nos propuso que grabáramos su vida como machi, lo que hacía cotidianamente, sus oraciones y cómo desarrollaba sus labores, con la intención de que quedara para otras generaciones. La idea era descabellada y nos chocó mucho, porque culturalmente las labores de un machi son un espacio muy íntimo", señala una de las personas que estuvo en esa reunión. Consultado el director de Azkintuwe, Pedro Cayuqueo, declinó referirse a ese episodio.

Cerca de las ocho de la noche del 17 de agosto de 2006, Celestino Córdova -en ese momento de 20 años- regresaba a su casa luego de visitar a un amigo. Había bebido alcohol y cuando llegó, lo estaban esperando su padre, su madre y su hermano mayor.

"Sin mediar provocación, los dos hombres comenzaron a golpearme con pies y puños y mi madre no hizo nada para impedirlo", relató a Carabineros, en la denuncia que hizo contra su padre por lesiones leves.

Según cercanos a la familia, el episodio es un ejemplo de la relación que Córdova tenía con su padre, Segundo Córdova, asesor de la carrera de Pedagogía Básica Intercultural de la Universidad Católica de Temuco (UCT). Las razones de la pelea, de acuerdo con lo que el padre explicó a sus amigos, se debían a las actitudes que había tomado su hijo en el último tiempo.

Celestino Córdova tiene cinco hijos con dos mujeres, una de ellas su prima. Esa situación no se suele comentar en su familia.

Tras la muerte de su padre, el 21 de junio de 2012, la familia Córdova interpuso una querella por cuasidelito de homicidio con el apoyo de la Defensoría Penal Mapuche. En la investigación, de la cual el comunero también se hizo parte, la fiscalía pidió no perseverar por la falta de antecedentes y testigos que pudieran esclarecer la muerte, que se produjo cuando el hombre volvía a su casa y fue atropellado. A su velorio asistió casi toda la plana docente de la Facultad de Educación de la UCT.

En El Manzanar, a un costado de la casa materna, Córdova ya había construido una vivienda de madera de dos pisos. En el mismo terreno hay pequeñas plantaciones de trigo, papas, choclos y algunos animales, además de una ruca con las banderas típicas de la cultura mapuche, entre ellas, la azul con una estrella de ocho puntas, que simboliza "el lucero de la mañana".

Hasta antes del atentado, Córdova era un machi reconocido en su comunidad. "Uno siempre podía ir a su casa a remediarse. Ahí él te preparaba las medicinas y tenía las hierbas", sostiene una vecina.

En la Fiscalía de Temuco se espera que a fin de mes se declare el cierre de la investigación por el crimen del matrimonio Luchsinger Mackay y se lleve a juicio a Córdova, por "incendio terrorista con resultado de muerte". En su familia lo defienden. "No compartíamos mucho con él, pero sabemos que no hizo las cosas de las que lo están acusando. Yo no sé nada de esa supuesta amistad con Luis Tralcal Quidel", señala uno de sus hermanos. Su pareja actual, Luisa Marilaf, añade: "Si él no ha querido hablar es por algo". Y uno de sus suegros, Florindo Marilaf, afirma que "no tenemos nada que decir sobre lo que pasó ni sobre Celestino. No es que tengamos miedo o nos hayan amenazado".

Cercanos a la investigación indican que Córdova integraría la segunda línea de los denominados Organos de Resistencia Territorial, grupos de choque mapuches. Y a su juicio, un antecedente relevante apuntaría a que habría sido reclutado hace algunos meses por Tralcal Quidel, comunero que estuvo prófugo durante dos años y que fue acusado de viajar a Ecuador y Colombia para tomar contacto con las Farc. Tralcal Quidel fue absuelto en una serie de juicios por incendio.

De mirada fija y desafiante, Celestino Córdova es un reo hermético. En la cárcel pasa sus días en el módulo 1, en un dormitorio exclusivo para comuneros mapuches. La herida a bala que sufrió la noche del incendio ya sanó. En Gendarmería afirman que tiene buena conducta y se dedica a tallar figuras de madera y a fabricar monederos de cuero. Con su defensora, María del Rosario Salamanca, se reúne cada 15 días. Es una de las pocas veces que habla, con el fin de abordar los pasos que deberá enfrentar en su complejo panorama judicial.

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