La historia del vagón más famoso del Tren del Recuerdo

<P>Estuvo a punto de ser convertido en chatarra en la Maestranza San Eugenio y hoy es el más nombrado de este recorrido turístico.</P>




"Los coche video-bar eran un mito", dice Eduardo Guzmán, el rudo profesor de sicología que tiene por hobby raspar pintura oxidada de viejos vagones de tren. Ahora preside el grupo de voluntarios de la Asociación Chilena de Conservación del Patrimonio Ferroviario (ACCPF) y él sabe la historia de este vagón que permaneció años escondido antes de debutar en el Tren Expreso del Recuerdo, que hace 11 años traslada a los santiaguinos desde Estación Central hasta San Antonio. El 23 de febrero fue el último viaje del verano de este convoy turístico y entre sus filas iba el coche 451. La próxima vez que eche a andar sus ruedas, será para Semana Santa.

En los 80 la Empresa de Ferrocarriles del Estado mandó remodelar cinco coches pullman del 70. Les volaron los asientos a todos; en un extremo les pusieron un bar y en el otro, un cuarto cerrado con butacas, un equipo de VHS y una TV de 24 pulgadas. Mucha alfombra y mucho tubo fluorescente. "Era el máximo lujo ver películas en las 30 horas que te demorabas en llegar a Puerto Montt", dice Guzmán.

Pero hacia 1997, junto con la decadencia de los trenes, los coche video-bar cayeron en desgracia. El video ya no era atracción para nadie. Las butacas estaban raídas y EFE ordenó convertir los cinco vagones en chatarra.

El único lugar de Chile donde podían hacer esa lamentable tarea era la maestranza San Eugenio, ubicada un kilómetro al fondo de la Estación Central.

Según cuenta Guzmán, los miembros de la ACCPF tenían un amigo en la maestranza, el jefe del taller, Juan Allende. "Una noche, con una locomotora de patio escondió el 451 en un taller eléctrico abandonado", dice.

El predio de San Eugenio es de tal envergadura (algo así como la mitad del Parque O'Higgins) que la historia es creíble. "Durante mucho tiempo venían gerentes a liquidar equipos. Les hacían un catastro y los pasaban a la fundición sin miramientos", relata Guzmán.

Nunca supieron del vagón oculto. Era un secreto de toda la maestranza. Pasó 11 años en secreto.

El fin de la ACCPF fue restaurar trenes desde 1984. En 2001 Guzmán entró a la asociación y como era joven, no le dejaban ver el 451. Lo tenía intrigado, eso sí, mientras restauraban los bellos vagones Linke-Hoffman de los años 20 y 30 y que ahora son la atracción del Tren Expreso del Recuerdo.

"En 2008 lo sacamos para restaurarlo", cuenta José Tomás Bretón, otro de los voluntarios de sólo 27 años. "Sólo entonces la gente se enteró del mito del coche", agrega.

La restauración conservó su estilo tal cual: sus butacas anchas, su terciopelo, su lujo ochentero, estilo fuente de soda. Abundante baquelita imitación madera, muy de moda en los 80. Conservaron hasta el habitáculo para el televisor todo hecho en madera nativa. Lo terminaron de restaurar en 2010. "Nuestra idea es habilitar el video y poner películas de la época, como Superman o Flash Dance", planifica Breton.

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