La increíble historia de Eduardo Kovacs

<P> Tras 35 años de inactividad, el piloto vuelve a las pistas y a ganar. </P>




Cuenta Eliseo Salazar que el día enque dio su examen de manejo deportivo, hace 40 años, uno de los jueces dijo: "Este es el nuevo Kovacs". La anécdota sirve para graficar la importancia de Eduardo Kovacs Amengual en el automovilismo de los años 60 y 70. El legendario piloto ganó una decena de títulos nacionales, se coronó internacionalmente y participó del Turismo argentino, hasta que un accidente que incluyó la muerte de algunos espectadores lo alejó de las pistas.

Hasta que regresó, 35 años después, y hoy hasta celebra triunfos, a los 69 años.

El piloto no quiso saber nada de autos ni pistas después de la tragedia en Las Vizcachas, pero fue su sangre la que lo regresó a las competencias. Su sobrino Lionel lo hizo enamorarse nuevamente de los fierros.

"Desde 1978 que no me había subido a un auto de carrera y yendo al Autódromo de Quilpué, donde corre mi sobrino en un Toyota en 1600, empecé a entusiasmarme, a ver y preguntar dónde podría correr. Así me nació comprame el auto y prepararlo. Ha sido una rica experiencia", relata el experimentado piloto, quien cumplirá 70 años este 6 de julio.

Consiguió un Mini, tal como en sus mejores tiempos, volvió a fines de 2013 a las carreras, pero "peleaba por el último puesto", confiesa. El año pasado tampoco brilló especialmente. "Esperaba que iba a andar bien, pero no. Pensé que tenía para ganar carreras, pero no se dieron las cosas, se rompió el motor. Este año partí con el objetivo de ganar", cuenta Kovacs.

Este año, primero probó con un motor de 1.480 que trajo del extranjero, pero no duró nada: en el giro de calentamiento y en la primera vuelta, respectivamente. Pero en la tercera fecha, el 13 de abril, probó un impulsor de 1.380, hizo el récord en clasificación y después ganó. Y quedó segundo en la parada siguiente.

Lo esperaba: "Todos competimos para ganar, es mi objetivo, si bien a veces se da y a veces no".

La elección del auto no fue aleatoria. El Mini Cooper lo acompañó en sus mejores momentos: "No fue una elección al azar, este auto lo sé manejar, eso lo tenía claro. Pero ahora estoy tratando de traer un TC 2000 de Argentina, para no dar ventaja. Si bien el Mini es bien liviano, solo puede competir en Quilpué, donde cumple el reglamento, es muy ligero para los otros circuitos, un TC 2000 es bastante mejor y más rápido".

Kovacs comenta que en su mejor época "no me costaba nada adaptarme a un nuevo auto. Vamos a ver ahora cómo me adapto".

El auto lo preparara Mini Parts, un taller en Santiago que se dedica en exclusiva a ese modelo. A eso suma la ayuda que consigue vía internet de empresas en Gran Bretaña, donde hay series de Mini. "A nivel de Inglaterra nos iría bien con este auto", asegura.

En perspectiva

Estar 35 años fuera de las pistas le ha dado perspectiva a Kovacs, pero en el fondo, piensa, poco ha cambiado. "Es distinto, pero es igual. Han cambiado las categorías donde uno corre, la reglamentación, pero la gran diferencia es que antes había mucho auspicio. Yo no soy tan dependiente hoy, pero antes todos teníamos sponsors y hoy no hay nada".

Otra cosa que tiene clara el deportista es el mejor y el peor momento de su carrera. No duda. "El mejor es el triunfo en la Fórmula 2, cuando vino a Chile, en Las Vizcachas. El peor, el accidente en ese mismo circuito fue terrible. Eso me alejó de las carreras", confiesa.

Pese a haber sido un shock, el piloto asegura que tuvo suerte, que pudo haber accidentes mayores, en una época en que se hacían competencias en la carretera.

"Esas carreras a Villarrica, a La Serena, eran pura velocidad. Cerraban todo, pero había mucha gente igual, prácticamente se abrían para dejarnos pasar e íbamos muy rápido. Piense que una vez, en una liebre con motor Chevrolet, llegamos a Villarrica en tres horas y media. Para toda la gente que se ponía en las orillas... El ángel de la guarda nos cuidó bastante", reflexiona.

También tiene claro Kovacs el podio de los mejores de la historia. "De los que vi, primero Boris Garafulic Stipicic, después Santiago Bengolea y tercero, Juan Armando Band. A los nuevos, los que han estado afuera, no los he visto, es difícil calificarlos si uno no ha estado ahí, con ellos".

Está satisfecho con su carrera, pese a no sumar tanta experiencia internacional. "En Argentina corría un Chevrolet, invitado por una empresa, pero ellos no siguieron desarrollando el auto y me quede sin máquina. Tenía buenos contactos, pero en Argentina se corría con puros auspicios y yo no los tenía", rememora.

El futuro

Su apellido se comenzó a escuchar en las pistas desde que su padre, Eduardo Kovacs Jones, comenzó a correr en los años 50. Y tras Kovacs Amengual, su hijo Eduardo "Guayo" Kovacs sigue sus pasos. Tal cual, porque partió corriendo enduro, en la época que su padre practicaba motociclismo. Hoy disputa el Rally Mobil. "Me gusta ir, me gusta el rally para mirarlo, pero no para majeralo, y para estar a su lado", dice.

Su sobrino sí hace pista. "Lo de mi hijo es una discipina totalmente distinta y es poco lo que le puedo aportar. A Lionel sí lo aconsejo, lo he guiado, mecánicamente más que nada, y conductivamente, porque corre en circuito".

Eduardo Kovacs asegura que los trofeos que ha ganado en este regreso los guarda todos, que en su mejor época pocas veces los atesoraba y se los regalaba a los mecánicos o a los asistentes. "Quisiera tenerlas", dice.

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