La internet de las cosas: La nueva revolución que experimentará la red
<P>Comprar en los supermercados sin tener que pasar por una caja o la eliminación de la congestión vehicular mediante el análisis del tráfico en tiempo real son algunas aplicaciones de esta tecnología que ya se prueba en Chile.</P>
Cuando pensamos en internet, lo primero que se nos viene a la cabeza son computadores, teléfonos o tablets. Pero es difícil imaginarse que cosas como un paquete de papas fritas, libros o pasaportes puedan formar parte de una red de características similares. Gracias a la tecnología RFID (Identificación por radiofrecuencia), esto ya es una realidad que crece cada año en países como Estados Unidos y Japón. La llamada "internet de las cosas" es una red coexistente con la actual, que engloba a todos los objetos dotados de esta tecnología inalámbrica.
Al igual que la internet que conocemos, los orígenes de esta red se remontan mucho más atrás de lo que podría imaginarse. De hecho, su ancestro más lejano es un dispositivo de transmisión de radio, creado durante la guerra fría por Leon Theremin, un inventor soviético. Tras años de lenta evolución, en 1973, se llegó a la base de lo que luego permitiría el desarrollo de tecnologías tan conocidas como el Tag, que permite a miles de conductores cada día ahorrarse pasar por una plaza de peaje.
Durante los últimos años, esta tecnología ha tomado fuerza, de modo que muchos la ven como la única sucesora posible de los ya anticuados códigos de barra que se encuentran en millones de productos. Mientras que éstos sólo incluyen una información básica que requiere ser escaneada, una "etiqueta" RFID -elemento básico de la internet de las cosas- puede comunicarse inalámbricamente con diferentes dispositivos, además de ofrecer una información mucho más detallada.
La tecnología RFID no es la única responsable por el funcionamiento de este concepto. De hecho, utiliza el protocolo IP, el mismo que nos permite navegar el internet tradicional cada día. Así, cada computador o dispositivo conectado a la red tiene un número único, la dirección IP. Las etiquetas inalámbricas utilizarán la misma tecnología y eso les permitirá interactuar de forma automática con otros objetos, de la misma manera que los computadores ya lo hacen.
Los productos hablan entre sí
Por ejemplo, un refrigerador con esta tecnología podría detectar cada vez que se agregan nuevos productos y mantener un rastreo de sus fechas de vencimiento. Fabián Panza, vocero de Infor, una de las primeras compañías en ofrecer esta tecnología en Chile, explica: "En Europa, algunas tiendas han instalado receptores en sus probadores, de esta forma, cuando los clientes entran a probarse una prenda en el dispositivo RFID pueden consultar diferentes aspectos relacionados con el producto, desde datos específicos como talla, colores, stock y precio". Otro de sus usos más interesantes hasta ahora es el postulado por un grupo de investigadores alemanes, quienes recientemente descubrieron que sólo cinco autos comunicados entre sí bastarían para eliminar un atochamiento vehicular. El estudio del programa Diamant, presentado a la Asociación de Fabricantes de Automóviles Europeos durante la semana pasada, concluye que la comunicación entre éstos podría generar datos valiosos para el análisis del tráfico en tiempo real, lo cual eliminaría la congestión. Todo esto, a través de la red inalámbrica formada por los mismos autos en la calle, sin la necesidad de ninguna interacción por parte del conductor.
Experiencia en Chile
Chile no se ha quedado atrás en el desarrollo de la tecnología. Los primeros pasos se dieron en 2009, cuando la compañía RFID Chile utilizó una serie de supermercados para probar la tecnología, conectando los productos disponibles de manera inalámbrica con los terminales de pago, llevando al cliente a confirmar el monto de su compra sin necesidad de un cajero. En 2011, se continúa avanzando en la materia. NIC Labs, de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile (FCFM), es un programa dedicado a experimentar con nuevas tecnologías de comunicación y redes que ya está probando con el concepto. Lo más importante hasta ahora ha sido coordinar la migración de las redes chilenas al protocolo IPv6, el sucesor de la actual red que administra el tráfico de datos en la web, que agregará una mayor disponibilidad de direcciones IP al espectro nacional. ¿A qué se debe esto? Es simple: sería imposible conectar los miles de objetos que representaría una internet de las cosas sin direcciones por asociar.
El fenómeno de una "internet de las cosas" ha tomado fuerza en el último tiempo, de modo que sus futuras repercusiones en la sociedad han sido estudiadas más a fondo. En febrero pasado, la consultora italiana Casaleggio Associati publicó un estudio sobre el futuro de este tipo de red. Según sus cifras, entre los próximos cinco a 10 años, la cantidad de dispositivos conectados a internet será de más de 100 mil millones. Para el fin de 2012, un 20% del tráfico de internet -excluyendo video- será generado por este tipo de sensores.
La "revolución de la red" podría significar "relojes de mesa programados para sonar alarmas más temprano en caso de congestión vehicular, plantas comunicadas con el regador automático cuando sea el tiempo de regarlas, así como pastilleros que emitan una alarma -la cual puede manifestarse a través de cualquier dispositivo- cuando llegue la hora de tomar un medicamento", por mencionar algunos ejemplos. Nominado por el sitio especializado ReadWriteWeb -el símil tecnológico del New York Times- como uno de los desarrollos más importantes de la tecnología en el 2010, este concepto se volverá más y más común durante la presente década. Así, el futuro que espera a internet será conformado sólo en una parte mínima por los computadores y accesorios electrónicos a que estamos acostumbrados, siendo desplazados en números, por artículos tan comunes como una cocina.
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