La interpelación, un ejercicio útil y mejorable
Aunque imperfecta, la citación parlamentaria a la ministra de Vivienda sirvió para ampliar el conocimiento sobre el proceso de reconstrucción.
REALIZADA LA primera interpelación ministerial durante el actual gobierno, se han levantado numerosas voces para criticar el procedimiento y la manera en que éste fue llevado a cabo. Aunque en general se trata de críticas válidas que debieran ser consideradas en futuras interpelaciones, no resulta conveniente extremar las exigencias frente a un ejercicio que, en lo grueso, cumplió el objetivo para el que fue diseñado.
La interpelación es un instrumento a través del cual un poder del Estado demanda a otro la rendición de cuentas acerca de un tema relevante. La reforma constitucional de 2005 introdujo el mecanismo como una manera de equilibrar la preponderancia que le entrega el ordenamiento al Ejecutivo en un sistema presidencialista. En este caso, la falta de entrega oportuna de información de parte del gobierno acerca del proceso de reconstrucción posterremoto -reconocida en su momento por éste como un problema comunicacional- motivó a los diputados opositores a reunir los apoyos necesarios para citar a la ministra de Vivienda.
Lamentablemente, la forma en que se desarrolló la interpelación dejó que desear. La pésima costumbre de llenar las galerías de la sala con público "acarreado", adepto a uno u otro sector, hace difícil la exposición de argumentos y transforma la ocasión en un duelo de barras. Es necesario regular de mejor manera el ingreso de público e, incluso, evaluar si es necesaria la presencia de éste, dado que la transmisión por TV del evento permite satisfacer los requerimientos de transparencia y acceso exigibles a este tipo de solemnidades.
La principal dificultad radica en la tendencia del diputado interrogador y del ministro interpelado a convertir la ocasión en una justa política personal, donde lo importante es el triunfo mediático antes que acceder a una discusión que aporte al conocimiento del tema. Aunque es obvio que interrogador y cuestionado son los protagonistas del procedimiento, también resulta necesario que ambos entiendan que representan a poderes institucionales del Estado, que están debatiendo un asunto serio y que la opinión pública tiene el derecho a presenciar un intercambio que aborde los temas de fondo y no se base sólo en la pirotecnia y el histrionismo.
En este sentido, las respuestas de la ministra de Vivienda frente a preguntas que ponían en duda aspectos relevantes de la política de reconstrucción a menudo resultaron insuficientes o esquivaron el fondo con salidas más efectistas que contundentes. Cuando se le consultó, por ejemplo, sobre las razones que explican la entrega de 250 mil subsidios, en circunstancias que hay 320 mil familias damnificadas, la contestación de la titular de Vivienda fue sugerir que quienes no reciben ayuda son "empresarios con casas de 500 metros cuadrados". También en algunas preguntas del diputado interpelador se echó en falta mayor claridad respecto de su real sentido, y en distintos momentos pareció que el parlamentario estaba más interesado en la justa verbal que en arrojar luces sobre el tema.
La interpelación del martes era una ocasión propicia para que una opinión pública que ha mostrado preocupación por el tema se enterara del estado de avance del proceso de reconstrucción. Para quienes siguieron los pormenores del debate, este objetivo se cumplió en buena medida, aunque con vacíos importantes y aspectos por mejorar.
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