¿La ira lo consume? Lo peor que puede hacer es contar hasta 10

<P>Cuando la rabia es inevitable, enfocarse en ella y creer que dejar pasar 10 segundos la aplacará no es la mejor estrategia. Lo mismo pasa con la acción de golpear un objeto. En ambos casos, los estudios muestran que la furia se mantiene activa en la mente.</P>




ATAQUE de furia. Así calificaron los medios de comunicación el comportamiento del actor Charlie Sheen el pasado 6 de junio, cuando decidió salir a fumar en un partido de hockey en Los Angeles y luego no lo dejaron volver a su asiento. ¿Su reacción? Insultar y amenazar a los guardias con vehemencia. Nadie podía calmarlo y todos se acordaron de sus ya conocidos enojos y comportamientos polémicos que le costaron salir del programa Two and Half Men.

En ese arrebato, a alguien pudo habérsele ocurrido recomendarle a Sheen que "contar hasta 10" para aplacar su ira, como indica el saber popular. Aunque no se sabe si alguien se lo dijo, de haberlo hecho habría sido un gran error: según un nuevo estudio, esta técnica tiene el efecto contrario y aumenta la ira de una persona.

El caso de Sheen es conocido, incluso representa un ícono de la furia, que ahora en una nueva serie de TV utiliza para representar a un consejero que enseña a manejar el enojo y rabia. Pero lo cierto es que nadie se salva de sufrir un inesperado ataque de enojo. Y si muchas veces resultan desastrosos y adornados con comentarios hirientes y altos costos emocionales, quizás la táctica que se utiliza para enfrentarlos no es la apropiada.

En la investigación de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, el sicólogo Brad Bushman y sus colegas reunieron a un grupo de personas que participaban en un estudio sobre los efectos de la música en la creatividad y que debían resolver anagramas en voz alta en siete segundos mientras escuchaban la Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky. Para provocar su enojo, una persona los interrumpió en varias ocasiones, diciendo: "¿No pueden seguir las instrucciones? ¡Hablen más alto!". Luego analizaron las reacciones del grupo. Vieron que los estudiantes que usaron la estrategia de auto-distanciamiento (por ejemplo, imaginándose a sí mismos lejos del escenario que les molestaba) tuvieron un enojo menos agresivo e intenso que aquellos que usaron el enfoque de auto-inmersión -técnica que incluye contar hasta 10 y que los especialistas definen como analizar la rabia o enfocarse en lo que le está pasando-, que les causaba mucha más ira.

Para el sicólogo, ver la situación irritante con lejanía (autodistanciamiento), en vez de participar activamente en ella y repetirse a sí mismo durante 10 segundos "se me va a pasar, se me va a pasar", es lo recomendable en estos casos. "Cuando te enfocas en tus sentimientos, sólo se piensa sobre ellos.Y si usted está enojado, sólo le da vueltas a su ira, y estará aún más enojado", afirma Bushman a La Tercera.

El mismo investigador asegura que otra recomendación común en estos casos tampoco es útil: la catarsis de golpear cosas. Este método logra lo que no se busca: más agresividad. En otra investigación, Bushman le pidió a un grupo de estudiantes que escribieran un ensayo sobre el aborto, texto que sería revisado por otros alumnos.

La mitad recibió críticas negativas, junto a una frase que decía: "es unos de los peores ensayos que he leído en mi vida". Los que fueron calificados negativamente se dividieron en dos grupos, a uno se le pidió quedarse tranquilo y al resto golpear un saco de boxeador para bajar su frustración. Quienes hicieron este ejercicio se mostraron después mucho más agresivos que los que no habían dado golpes. Descargar la hostilidad en una almohada o darle un golpe a la pared sólo dañará las manos, sostiene el experto. Esto, porque la persona no logra autocontrol, se siente prisionera de su rabia y al no ser capaz de controlar ese estado no se sentirá aliviada. Sucede lo mismo que al contar: se enfoca en lo que siente en el momento, en la rabia.

Los cambios de la ira

Los especialistas subrayan que la chispa que puede generar un enojo en sí no es específica: aquello que molesta a una persona puede no resultar ofensivo para otra. Se trata de una emoción que, además, puede variar en intensidad desde una molestia leve a la furia extrema.

Las personas enojadas parecen actuar primero y pensar después. Eso porque la rabia involucra cambios hormonales y cerebrales que convierten a la persona en un espécimen más cercano a un Neanderthal que a un hombre moderno. Especialistas de la U. de Valencia, en España, determinaron que la rabia activa cambios en el sistema nervioso autónomo, que controla la respuesta cardiovascular y que hace que el corazón se acelere y que suba la presión arterial. Esto se refleja en tensión muscular y, además, en la mayor producción de testosterona en la corteza suprarrenal, que se relaciona con un mayor comportamiento dominante o el querer "tener la razón".

Pero eso no es todo. Además, se eleva la actividad en el hemisferio izquierdo del cerebro, zona involucrada en la experimentación de emociones relacionadas con la proximidad del estímulo; es decir, se siente como un ataque personal que se vive como negativo. Esto podría explicar que sea una reacción que no se disipe inmediatamente y que analizarla en el momento no haga sino aumentar su intensidad. Mejor alejarse.

Incluso, antes de contar puede ser preferible comer. Científicos de la U. de Cambridge en 2008 demostraron que reaccionar con mayor o menor rabia depende de la cantidad de serotonina presente en el cerebro, hormona encargada de la regulación de las emociones. Los investigadores comprobaron que según la dieta de las personas dependen los niveles de esa hormona, que se encuentra en carnes rojas, mariscos y lácteos.

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