La Legua después de la balacera
<P>Con una feria libre amaneció ayer la población de San Joaquín, tras el tiroteo que quebró la tregua que existía en este sector, intervenido desde fines de marzo por el gobierno y frecuente escenario de refriegas entre clanes de narcotráfico. El párroco del lugar reiteró que aún no consiguen la paz. </P>
La feria comienza antes de que Jorge Canning reciba este nombre, cuando el pasaje todavía se llama Comandante Riesle y en la calzada pueden observarse decenas de puestos de frutas, verduras y ropa. En el número 371, próxima a un puesto de papas, está la parroquia San Cayetano y, junto al templo, hay casas de poco más de 50 metros cuadrados, desde donde salen compradores con bolsas y hasta carros de supermercados. Son las 11.00 de la mañana en la población La Legua y las paltas Hass a $ 500 el kilo llaman la atención de los pobladores a esa hora de ayer.
A medida que se camina por la feria hacia avenida Santa Rosa, los puestos de venta comienzan a escasear. También hay menos caseros comprando. Las viviendas son reemplazadas por otras más estrechas: de 3,6 metros de frontis por 10 metros de fondo. Abundan las rejas negras. Un hombre de unos 30 años comenta despectivamente "allá están los pacos", pero no hace nada más.
A las 16.40 del miércoles el escenario era muy diferente en el sector de Legua conocido como Emergencia: todo comenzó con un tiroteo en el pasaje Francisco de Zárate 3376, aparentemente protagonizado por bandas rivales de narcotráfico. Tres personas terminaron con heridas de bala: Jorge Lara Moscoso, Marco Moscoso Pérez y un estudiante de tercero medio de 17 años, que había salido de clases una hora atrás. Minutos después del tiroteo, Carabineros recibió de vecinos el dato de que los autores de los disparos estaban en una casa de Zárate con Canning, y que pensaban huir en el vehículo de un delincuente apodado "Robertito". Al llegar, los empezaron a apedrear. Al teniente Juan Pablo Cáceres terminó con un corte en el cuello y está internado.
En su casa a unas cuadras del lugar, el párroco Gerardo Ouisse comenta que la tarde en que ocurrió el tiroteo tenía un reunión por ser la "semana de San Cayetano. Era un encuentro con organizaciones sociales. Vinieron 60 y esperábamos 80 o 90. Hoy (ayer) vi a gente que me dijo que no se atrevió a salir a la calle. Eso pasa cuando hay balaceras".
Aclara que éstas son menos frecuentes desde que el gobierno inició la intervención policial en marzo de este año. Una intervención donde él también tuvo parte, enviando una carta al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, que puso en la agenda pública la situación de la población de 11.600 habitantes, que representa el 11,9% de quienes viven en San Joaquín.
"Al terminar la reunión hablé de que estamos en búsqueda de la paz, pero que en este minuto estamos viviendo una tregua", resume.
A las 11.30 de ayer era posible ver a efectivos de Fuerzas Especiales a menos de una cuadra del lugar donde hirieron al teniente. En el lado norte del pasaje Santa Catalina con Canning estaba un bus blindado de Carabineros y, en el lado sur, siete efectivos con cascos y chalecos antibalas.
Tres estaban frente a los muros de "videos Yerko" y los otros cuatro frente a los "completos Millaray". Cruzando calle Canning había dos vecinos observándolos desde el frontis de sus casas, todo el tiempo. Los policías miraban hacia lado sur del pasaje, pero protegidos por un poste de luz. Un vecino les había dicho que hacia el fondo había alguien con un arma y era mejor no correr riesgos, comentaban. De todas formas está "más tranquilo", comentaba otro, en referencia a la intervención.
Avanzando por Canning, una cuadra más hacia Santa Rosa, aparece el pasaje Zárate. Allí la mayoría se mueve en taxis que están en las calles aledañas. Cerca de las 11.40 apareció allí otro carro policial. Avanzaba a baja velocidad, mientras otros dos carabineros iban con una carpeta buscando una dirección.
No hubo balazos durante esa mañana.
En Canning 660 se puede doblar hacia el sur hasta encontrar el colegio Arzobispo Manuel Vicuña, de la Fundación Belen Educa. En los recreos es posible ver a varias alumnas jugando. La directora Eloísa Espinoza explica que esto es parte de las actividades que realizan para hacer más entretenidos esos ratos de descanso. En el establecimiento estudia el menor baleado el miércoles. La directora dice que es un joven "pacificador" que había entrado en marzo de este año al colegio.
El miércoles salió a las 15.45 de clases e iba a la casa de su abuela cuando un delincuente le disparó en el abdomen.
Espinoza cuenta que desde los comienzos del colegio en 2003 -en que hubo dificultades para captar alumnos y entenderse con los padres- han logrado avances importantes. Por ejemplo, resultados en el Simce sobre la media nacional: en el caso de los cuartos básicos (273 en matemáticas y 286 en lenguaje). Para ello tienen como pilar estabilidad y dictar clases pase lo que pase.
Cuenta que aún así para los estudiantes resulta difícil sobreponerse a situaciones como la ocurrida a este alumno, a quien visitaron el miércoles y ayer. Dice que a las 8.00 reunió a los tercero y cuartos medios para conversar y que las frases más frecuentes que se escucharon era sobre lo vulnerable que se sentían los estudiantes: "Vas por la calle y te puede llegar", repetían.
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