La machi que cura en Peñablanca
<P><span style="text-transform:uppercase">[medicina ancestral] </span>En una ruca al costado del hospital local, Antonia Lemuñir Curinao atenderá por seis meses dolencias de unos 450 pacientes. </P>
Sentada frente al fuego, al son suave de su kultrún, Antonia Lemuñir Curinao aguarda la llegada de sus próximos pacientes. "Aquí han venido de todas partes, mapuches y huincas, porque todos son hijos de Dios", asegura.
Hace tres años que esta machi de Vilcún, en La Araucanía, no viajaba los casi 800 km y las 15 horas de camino que la separan de Villa Alemana, donde tiene su guillatún con la comunidad mapuche local y donde desde el pasado lunes atiende en la primera ruca de medicina ancestral para la V Región, instalada a un costado del Hospital de Peñablanca.
"Mucha gente he mejorado, que sale del hospital, sin remedio, sin na, a esperar que se va no más y han vivido. Hay que tener fe no más, hago el trabajo con mi diosito", cuenta esta mujer que de niña resistió su don hasta que en sus sueños, como explica, fue formada en la sanación ancestral, la misma que tuvo su madre, su abuela y su bisabuela.
"Tenía 15, 20, 30 años y yo aguantaba, porque no podía pasar la lengua, orar en mapuche, no sabía nada…Me dieron su agüita los que me están enseñando espiritualmente en mis sueños, me pasaron mi kultrún y empecé a tocar y orar. Pero sufrí harto, cuesta. Andaba cayendo sola, donde fuera… era el castigo", dice. Según la cosmovisión indígena, una mujer u hombre elegido para machi debe cumplir dicho don, de otro modo enferma o muere.
Enfermedades respiratorias, cardíacas, diabetes, molestias estomacales, problemas de adicción, de amor, mal de ojo, empachos, "arreglo de maridos si salen malos -ríe-y males cargados" a una persona, son parte de los diagnósticos que Antonia detecta y cura con sus oraciones, encomiendas y masajes de hierbas medicinales recogidas y preparadas por ella en Vilcún.
Una muestra de orina, una pulsación o una mirada a los ojos le basta a esta madre de cuatro hijos -que dice tener cien años- para diagnosticar en 5 a 10 minutos la dolencia y luego atenderla. "Algunos (pacientes) es pura enfermedad no más por la comida, otros pueden tener contrarios y algo te tiran y esas son las cargas. Una oración para reprender lo que anda de cola demora de dos a tres horas", cuenta la machi, sexta hija de 12 hermanos.
Dedicada en exclusivo a su don sanador, hasta ahora no conoce a los médicos del hospital local. En sus dos primeros días, de 8 a 17 horas, atendió a cerca de 30 personas 150 se han inscritos para los 15 días restantes que con su kellumachi (ayudante) Patricia Antillanca, atenderá en la ruca. Luego volverá una vez por mes.
"Enfermedad de los riñones, pulmón, del corazón, hoy en una niña descubrí epilepsia", cuenta sobre sus primeros diagnósticos, pero para una vida saludable sólo recomienda "quitar la sal, el ají y el cigarrillo, y no copetearse…para eso también hay cura", ríe.
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