La mano de Andreotti en la transición chilena

<P>El siete veces primer ministro, considerado uno de los hombres clave de la Italia de posguerra, jugó un rol protagónico durante el régimen militar y la transición, a raíz de sus vínculos con la DC y la oposición chilena.</P>




En septiembre de 1989, a tres meses de las elecciones presidenciales en Chile, el entonces primer ministro italiano, Giulio Andreotti, recibió con el protocolo de una visita de Estado al candidato opositor Patricio Aylwin, en Roma. A Aylwin lo acompañaban Alejandro Foxley y Carlos Ominami, en una muestra de que la oposición chilena había entendido las recomendaciones que el propio Andreotti les había dado años antes: la necesidad de que la DC y los socialistas suscribieran un pacto político como estrategia para derrocar al régimen de Augusto Pinochet.

Por su propia experiencia en Italia, donde hubo una coalición amplia entre la DC y sectores de izquierda tras la derrota del fascismo, la visión de Andreotti sobre la recuperación de la democracia en Chile era clara: Pinochet sólo podría ser derrotado con un abanico amplio de fuerzas políticas y ninguna Democracia Cristiana en el mundo era capaz de sostener un gobierno por sí misma.

Así se lo había transmitido en los 80 a diversos dirigentes chilenos de la DC e incluso, al líder comunista Volodia Teitelboim, quien lo visitó en 1989. De ahí el simbolismo de la reunión que realizó en su oficina con Aylwin y sus futuros ministros de Hacienda y Economía.

En la céntrica plaza Lucina de Roma, en medio de un escritorio repleto de papeles, estantes antiguos, libros y un ambiente sombrío y casi monacal, Andreotti no sólo trató al ex presidente como un viejo amigo. También ofreció acuerdos de cooperación para la instalación de su gobierno una vez que ganara las elecciones y dio una muestra de cómo los países europeos valoraban la llegada de la Concertación a La Moneda, mientras Pinochet aún estaba en el poder.

El líder italiano, sin embargo, también era partidario de la negociación y la prudencia con los militares en Chile. Lo dejó en claro durante otro encuentro que sostuvo en Roma, tras el plebiscito, con uno de sus amigos DC, el ex canciller Gabriel Valdés, quien llegó hasta su oficina con su hijo Juan Gabriel.

A ese nivel llegaba la influencia del siete veces primer ministro y otras 34 veces ministro en su país, considerado uno de los personajes más influyentes de la península en la posguerra y quien fue apodado "Mr. Italia" por el diario New York Times. Este lunes, en medio de las muestras de pesar de la DC chilena, Andreotti murió debido a una crisis cardiaca, a los 94 años.

Su nexo con el país y los democratacristianos lo había cultivado desde la llegada de Eduardo Frei Montalva al poder, en 1964, y lo siguió reforzando en los 70 y 80, generando lazos con Aylwin, Valdés y el senador y ex timonel DC Andrés Zaldívar. Con los jerarcas del partido y otros directivos chilenos que conoció durante sus años de exilio en Italia, Andreotti compartió visiones, aconsejó y facilitó financiamiento para las actividades de la oposición al régimen militar.

Ya durante la Unidad Popular, el ex primer ministro había seguido el proceso chileno con atención. Diversos dirigentes DC recuerdan que tuvo un rol fundamental en la defensa del partido chileno, frente a las críticas de la Internacional por su papel en el golpe de Estado, las que incluso motivaron la carta que Eduardo Frei Montalva envió al presidente de la Internacional, Mariano Rumor, en noviembre de 1973.

"Tuvo una actitud de apoyo muy clara a la DC chilena, sobre todo frente a las críticas, ayudó a clarificar posiciones y fue muy leal con nosotros", señala hoy el senador Zaldívar.

Andreotti organizó, en 1983 en Roma, una reunión entre los máximos líderes de la Internacional Socialista, Willy Brandt, de su símil DC, Andrés Zaldívar, y Giovanni Malagodi, de la Internacional Liberal, en la que se analizó la situación democrática de América Latina, incluida Cuba. Años antes, además, el propio Brandt había liderado la comisión homónima, en la que Frei Montalva había sido uno de los representantes latinoamericanos.

Desde entonces y hasta el término del régimen militar, la oficina y la residencia de Andreotti dieron cuenta de múltiples reuniones con dirigentes de la oposición. Uno de los primeros fue el dirigente Bernardo Leighton, radicado en Roma, quien posteriormente fue víctima de un atentado en dicha ciudad.

Las conversaciones del líder italiano, además incluían preguntas y análisis sobre la situación en Chile. Por ejemplo, celebró el discurso de Frei Montalva en el Teatro Caupolicán, en 1980, y en las asambleas de organismos internacionales, tanto partidarias como de organizaciones en las que participaba, daba cuenta de la situación chilena.

Fuente de financiamiento

Católico practicante, Andreotti asistía a misa diaria a las 6 de la mañana y siempre mantuvo una buena relación con la Curia vaticana y en especial, con los papas. Dicho nexo también fue importante para que la voz de oposición a Pinochet se hiciera sentir en el Vaticano.

Hacia el fin del régimen militar, Andreotti fue parada obligatoria para líderes opositores que viajaban a Europa en búsqueda de apoyos. Algunas de las reuniones más reconocidas fueron las que tuvo con Zaldívar, Sergio Molina y Ricardo Lagos, donde se le solicitó ayuda con el envío de observadores internacionales para el plebiscito de 1988, labor para la que Andreotti y el alemán Helmut Kohl fueron fundamentales.

También fue objeto de solicitudes de financiamiento. En 1986, Andreotti recibió a Mariano Fernández, Juan Hamilton y otros dirigentes, con quienes conversó sobre alternativas de cooperación y ayuda desde Italia para la oposición y la DC. "Andreotti pidió que hubiera ONG, para hacer las cosas de manera legal, sin perjuicio de que haya habido apoyo directo a los partidos, que lo hubo", dice Fernández.

La fórmula implicaba que en el proceso de aprobación de los dineros participara el entonces ministro de RR.EE. italiano, Bettino Craxi, militante socialista.

En ese sentido, señalan personeros socialistas, Andreotti gestionó la entrega de dineros a la DC, en tanto que Craxi al PS. En este último caso, sin embargo, la situación fue auditada a comienzos de los 90, cuando los tribunales italianos iniciaron el proceso "Manos Limpias" contra la corrupción. En la causa fueron investigados los dineros manejados por Craxi y el socialismo italiano, entre ellos, los que fueron entregados a personeros PS para el financiamiento de proyectos comunicacionales. Dichos acuerdos, según reveló Qué Pasa en 1994, se habían sellado en diciembre de 1988, durante una visita de Craxi a Chile.

De la arista chilena, la justicia italiana no obtuvo mayores antecedentes. Pero por el caso Craxi fue condenado a cinco años y medio de cárcel. De los dineros entregados por Italia a la DC, en cambio, no hubo reparos judiciales y dichos recursos sirvieron para el surgimiento del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos (Icheh) y la Editorial Alborada, que produjo Fortín Mapocho.

La ayuda de Andreotti a sus camaradas de la DC chilena continuó incluso tras la llegada de Aylwin al poder. En 1991, La Moneda requería dotar a Investigaciones de nuevos vehículos y el gobierno italiano gestionó la entrega de 250 coches de la Fiat.

Once años después, los democratacristianos reaccionaron conmocionados al enterarse de que una de las salas del Tribunal de Perugia lo había condenado a 24 años de cárcel, por haber instigado el asesinato del periodista Mino Pecorelli. También fue acusado de relaciones con la mafia. En esos días recibió el apoyo de Andrés Zaldívar a través de una carta. "Estimado Giulio: reciba de mi parte absoluto respaldo moral y político ante el injusto fallo que le afecta", decía uno de los párrafos.

Su estilo y las amistades chilenas

Quienes estuvieron reunidos con el primer ministro describen que sus apariciones eran informales, a veces en chaleco, otras veces con un traje semi planchado, encorvado, hermético, más dispuesto a escuchar que a hablar, irónico, y con una pequeña libreta negra, con elástico, en la que anotaba las ideas que le parecían interesantes.

El líder italiano estableció otros vínculos, como con el entonces PC Antonio Leal, quien integraba el grupo de solidaridad con Chile y por quien Andreotti gestionó su ingreso a Chile por unos días, para asistir al funeral de su padre, en 1980, la que no prosperó por la oposición del Ministerio del Interior chileno.

Otros exiliados, como el socialista José Antonio Viera-Gallo, también lo visitaron. En los días previos de su regreso a Chile, Viera-Gallo acudió a despedirse de Andreotti. Haciendo gala de su instinto político, el ex primer ministro le dio un par de consejos para desembarcar en Santiago. En primer término, le dijo que "en la política hay que conocer el alma humana y después, sólo paciencia y paciencia". También le señaló que si quería seguir mucho tiempo en esta actividad no ocupara cargos de primera línea y repitió una de sus frases célebres: "El poder sólo desgasta a quien no lo tiene".

Años después, mientras ostentaba el cargo de senador vitalicio, contribuyó con apoyos a la elección del ex senador Sergio Páez a la presidencia de la Unión Interparlamentaria.

Ya cerca del retiro político, uno de los contactos más cercanos de Andreotti fue Gabriel Valdés, con quien mantuvo una relación constante mientras éste ejerció como embajador de Chile en Roma. En su retina estaba el año 1944, cuando integró el Consejo Nacional de la DC italiana (DCI), uno de los referentes para la creación de su símil chileno. En esos años coincidió en reuniones y seminarios internacionales con Frei Montalva y la DCI apoyó la llegada del ex presidente al poder en 1964 y luego a su gobierno. Así, Italia fue el primer país al que el mandatario chileno visitó en forma oficial. Andreotti mostró mucho interés en la Reforma Agraria, al punto que envió a Chile a uno de sus cercanos, para conocer de cerca el proceso. Para entonces, las relaciones de "Divino Giulio" en Chile se habían extendido a otros dirigentes, como Jaime Castillo Velasco o el entonces encargado internacional de la DC, Enrique Krauss.

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