La nueva forma de hacer turismo en el lago Budi

<P>Lafquenche significa "gente de mar" en mapudungún. Y ellos, entre los lomajes a orillas del lago Budi, realizan uno de los proyectos turísticos más prometedores de La Araucanía. Aquí los viajeros pueden ser parte, aunque sea por unos días, de su comunidad. </P> <P> </P>




LA CANCHA de palín es larga, algo así como una pista de aterrizaje a escala. Don Mauricio Peinefil es el único peñi en el equipo de los huincas. Se mueve a la velocidad propia del cincuentón que es, pero tiene ñeque: ha marcado todas las "rayas" de nuestro equipo con puros chuecazos desde mitad de cancha. Gracias a él, los huincas ganamos.

El sol pega fuerte y hace calor. Mauricio Peinefil dice que los lafquenches prefieren jugar en invierno, cuando hay barro y quedan todos mojados. Que parte importante del palín es el contacto con la tierra, que por eso hay que jugar descalzos. La gracia es organizar partidos con las comunidades vecinas, que vengan, que se prepare la comida y el mudai y que la contienda se acompañe de una fiesta con las mujeres y niños... y se ponga la fecha de la revancha.

Aquí el que gana, gana. El primero que llega a los cuatro puntos, el número sagrado para los mapuches. Nada de dejarse perder ni ponérselo fácil a las visitas, aunque sean turistas. Y a Llaguepulli llegan muchos de ellos. Es una comunidad organizada, cuya estrategia para mantener sus costumbres ha sido abrirse al turismo como grupo y generar proyectos bastante singulares.

Cuenta con la única escuela mapuche subvencionada de Chile. Se llama Kom Pu Lof Ñi Kimeltuwe y las asignaturas tradicionales son en castellano. Pero además estudian la cosmovisión mapuche, las plantas medicinales, la manera de usar el telar... todo en mapudungún. Los profesores son todos mapuches y han subido notoriamente los puntajes Simce desde que la localidad se ha hecho cargo de la administración.

En los recreos se ve a los pequeños jugando a la pelota, o tocando el trompe y la trutruca. No son todos de Llaguepulli, ya que también hay niños provenientes de las comunidades cercanas y no tan cercanas.

Desde el patio de la escuela, la vista del lago Budi es excepcional.

Es el lago salado más austral del mundo y el único de Chile. Ubicado a unos 100 kilómetros al suroeste de Temuco, entre las comunas de Puerto Saavedra y Teodoro Schmidt, alberga en los lomajes que lo rodean a Llaguepulli y otras comunidades lafquenches (mapuches que habitan la zona costera), los que viven casi únicamente de la pesca artesanal. Pero en la zona quieren cambiar esto. Y lo están consiguiendo. Desde el 2005, 19 familias de la comunidad encabezadas por Mauricio Peinefil se han unido en un emprendimiento turístico y cultural, que busca resguardar sus tradiciones y a la vez generar nuevos ingresos.

Hoy, la iniciativa cuenta con su propia página web (www.lagobudi.cl) y una serie de actividades e instalaciones que atraen a turistas de todas partes del mundo y cada vez más a los viajeros nacionales.

Vida lafquenche

En Llaguepulli las familias se han organizado para ofrecer diferentes servicios y generar un entretenido producto final. Por ejemplo, está la familia de don Luis Painefil. Su propiedad, en la cima de una colina, tiene una ubicación privilegiada, la que aprovechó muy bien instalando cabañas. Pero no sólo eso, sino que además tiene una gran ruca en la que se puede alojar tal y como lo hacía la gente de la comunidad antaño. Allí, en la ruca, podrá ver y aprender de doña Rosa Cainequeo y su hija Nadia, quienes trabajan el witral (telar mapuche) haciendo todo tipo de tejidos. También hilan lana y la tiñen, con pigmentos como cáscara de cebolla para colorear el café, raíces para el verde y amarillo, e incluso, barro para el negro.

En las tierras de Mauricio Painefil se encuentra la Kom Che ni Ruka (la casa de todos). Es un centro gastronómico en el que se pueden degustar algunos platos de la gastronomía lafquenche, como el huaiquil, un pez endémico del lago, acompañado por multrún (o catutos en español, una masa hecha de trigo mote), papas, pebre y pan amasado. También tomar algo de mudai y, claro, llevarse estas recetas ancestrales para la casa aprendidas de primera fuente.

Donde don Mauricio podrá tomar un mate mientras escucha charlas acerca de la cosmovisión mapuche, su historia de vida, el idioma, además de la posibilidad de escuchar su música y ver sus danzas, gracias al grupo folclórico formado por la familia.

El predio de Catalina Lefio Maripan contiene el huerto medicinal Mapu Lawen (www.mapulawenchile.com). Aquí, su familia cultiva más de 40 plantas curativas utilizadas por los mapuches, cuyas propiedades han sido científicamente comprobadas. En él, la gente puede interiorizarse del uso del tilo, quintral, hierba de San Juan, romero... ver cómo es el proceso de secado y, por $ 1.000, adquirir las infusiones.

También está la oportunidad de incursionar en el Budi. Lugares como la Isla Cueva del Zorro o la playa donde naufragó el buque "Joven Daniel" pueden ser visitados en botes de pesca tradicional o kayaks.

Y la verdad es que las posibilidades aquí son muchas: son siete los diferentes paquetes y circuitos turísticos que están a disposición de los visitantes. Gracias a ello, en Llaguepulli ya no tienen que pasar meses para que un juego de palín tenga lugar. Sólo basta que algún turista se anime.

La comunidad de Llaguepulli, feliz, se encargará del resto.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.