La odisea de los náufragos del "Faro de Hércules"
<P>El 24 de febrero, 42 tripulantes naufragaron en el pesquero "Faro de Hércules": cuatro de ellos desaparecieron y 38 debieron sobrevivir en tres balsas durante 15 horas en las frías aguas del golfo Trinidad, en Magallanes. Cómo salvaron la vida en medio de olas de10 metros de altura, en la siguiente crónica.</P>
El agua lo succionó y le quitó el aire de los pulmones de golpe. Jorge Ballesteros se dio cuenta de que la fuerza del mar era tan poderosa que lo tragó hacia las escaleras que iban hacia el puente de mando, y por donde había subido con dificultad minutos antes. El chorro lo movió de un lado a otro, entre un mueble, cables, y el pasamanos; y de inmediato sintió que una correa del chaleco salvavidas se había enganchado con la estructura. En ese momento dejó de tener control de su vida.
El buque pesquero "Faro de Hércules", pensó, sería el lugar donde iba a morir.
Ballesteros era el segundo cámara y atendía a los oficiales cuando éstos comían. Minutos antes de quedar atrapado por el agua, a las 19.05 del jueves 24 de febrero, cuando se dio cuenta de que el barco naufragaría, subió al puente, porque en el comedor donde él trabajaba había llegado el grueso de los marineros que querían escapar por una de las tres claraboyas de la habitación; y calculó que no todos lograrían salir a tiempo. En el puente estaba el engrasador, Eduardo Andrade; el especialista en máquinas, Patricio Jiménez, que trepaba con dificultad con su traje de inmersión puesto; el pescador Guillermo Cáceres; el jefe de máquinas; el capitán, Alberto Barrera Recabarren; y el Patrón de Pesca.
Agua, sal y muerte. Ballesteros luchó durante 50 segundos antes de volver a respirar aire. Logró deshacerse de su chaleco salvavidas y nadó hasta el espacio de aire. El resto tenía el agua a la altura del pecho. El jefe de máquinas alcanzó a tomar una mancuerna y rompió una claraboya rectangular de 40 por 60 centímetros; uno a uno comenzaron a salir por el hueco hasta que Jorge, el último en abandonar el puente, fue expulsado con violencia por un chorro de agua.
Dentro del barco estaban atrapadas dos personas. Abajo, en la sala de máquinas, el segundo de máquinas, Rubén Espinoza; y entre la escalera que comunicaba el puente con los camarotes de los oficiales, Guillermo Cáceres. Ninguno de los dos pudo salir del "Faro de Hércules" cuando se dio vuelta de campana.
La tripulación zarpó el tres de febrero del puerto de Punta Arenas y el objetivo del viaje era claro: pescar grandes cantidades de congrio, merluza y palmita en las aguas australes, para luego almacenarlas y faenarlas en la factoría de la embarcación. El "Faro de Hércules" era uno de los barcos grandes de la empresa Pesca Chile, una división de la española Pesca Nova: 52,6 metros de eslora, y una dotación de 42 hombres.
Sólo era el segundo viaje de Juan Martínez como marinero. No tenía familia ligada al mar; de hecho, era soldador de oficio, pero un año atrás se embarcó por primera vez en el mismo barco, y regresó a Valparaíso con dinero y las manos destrozadas por el trabajo. Cuando le ofrecieron trabajar nuevamente como pescador, aceptó sin pensarlo dos veces.
Después de 12 días en la mar, uno de los tripulantes puso un DVD de un naufragio donde murieron varias personas. Juan lo vio. El barco se movía con tranquilidad, pero sintió un apretón de guata y quiso pensar que aquello no iba a pasarles a ellos. A 19 horas de ese jueves 24, y a 42 millas al sur oeste del golfo Trinidad, con el mar golpeándolos fuerte y sintiendo que la cubierta estaba recostándose lentamente, volvió a sentir sus tripas apretadas, se acordó del video, y se dio cuenta de que podían morir en medio de la nada.
Aquí las versiones se cruzan. El capitán Barrera declaró que hubo dos fallos en las máquinas del barco, pero los tripulantes achacan la culpa a que Barrera y el Patrón de Pesca siguieron pescando en mal tiempo hasta que el "Faro de Hércules" se inclinó hasta escorarse.
Uno de los marineros subió desde la factoría y avisó que se estaban llenando de agua. Martínez y los demás marineros corrieron a los camarotes y se pusieron los salvavidas. Eran las 19.07 horas.
-Está cuática la cosa, el barco se va a hundir -dijo el que subió de la factoría.
Lanzaron seis balsas al agua; inmediatamente el capitán los recriminó por hacerlo, pero nadie lo escuchó. La mayoría corrió al comedor y abrieron las claraboyas para salir por allí, deslizarse por el casco y subirse a las balsas. Los demás saltaron por la borda.
Juan ayudó a media docena de compañeros y se lanzó a una de las balsas circulares. El contramaestre organizó a los tripulantes y los hizo sentarse uno al lado del otro, en posición fetal. Eran 24, estaban todos mojados, y un par de ellos vestían short y poleras. Otra de las balsas se llenó con 10 marineros. A las 19.15 horas, el "Faro de Hércules" se volteó y su casco quedó flotando entre las aguas.
Cuando los demás hombres salieron expulsados del puente de mando, notaron que había dos balsas a un costado del casco semihundido. Jorge Ballesteros advirtió que entre todos los tripulantes que estaban en el agua se encontraba Patricio Jiménez, con el traje rojo de inmersión puesto, y movía sus brazos.
Cinco minutos antes, en el barco y en medio del puente, Jiménez le dijo: "Tranquilo, yo me tiro por el agua, y me salvo".
Fue el tercer hombre desaparecido.
Los últimos cinco tripulantes del barco se subieron a una de las balsas. Primero fue el piloto, luego el Patrón de Pesca, que al decir de algunos testigos, balbuceaba con dificultad y no se veía bien; después el jefe de máquinas, Jorge Ballesteros y Eduardo Andrade. La balsa chocó con el casco y por ese motivo debieron cambiarse a otra a la que podían cortar los cabos. Los oficiales poco ayudaron y sólo el jefe de máquinas dio una mano a Jorge y lo jaló a la balsa. Eduardo Andrade tuvo menos suerte. Intentó saltar, pero no pudo. Quedó colgando de la primera balsa con un pie y una mano, mientras la segunda balsa se separaba de él. A Javier Ballesteros le habían puesto Nabih Chadud, por su parecido con el hombre de los realities. Ese apodo escuchó en ese momento, de Andrade.
-Chadud, sálvame -le rogó, aferrado a la balsa-. Chadud, sálvame, por favor.
La balsa se alejó del hombre. Ballesteros le gritó un poco más, hasta que desapareció entre las olas.
Cerró los ojos. Las olas empezaron a golpear el plástico de la balsa de supervivencia.
Las tres balsas con sobrevivientes debieron enfrentar olas de 4 a 10 metros. Hacia las 10 de la noche arreció un temporal de viento y lluvia que hizo bajar la temperatura a dos grados Celcius. Pensaron que morirían de hipotermia. El agua les entraba a las balsas y los hombres vomitaban y orinaban en sus botas.
Un marinero lloró por tres horas seguidas, porque era su cumpleaños, y no quería morir en una balsa, en medio del mar.
Cuando venía una ola grande sólo sentían una especie de rocío de agua, luego un vacío y después llegaba un golpe tan fuerte como el azote de un cuerpo en una pared. En la balsa de cuatro hombres la situación era más delicada: cuando las olas los golpeaban, sus cuerpos saltaban hacia todas las direcciones.
A las 3.30 del viernes todos los hombres de las balsas escucharon el ruido de un avión: era el N-264, de la Armada, que vio varias bengalas lanzadas desde las tres balsas. Aplaudieron. Pero la agonía siguió hasta las 9 de la mañana. Escucharon una sirena, luego un punto, y, más tarde, inmensos cargueros se acercaron a ellos. La balsa de Ballesteros estuvo 17 horas en medio del mar. Los hombres llegaron a tierra, y sólo allí se dieron cuenta de los desaparecidos. Unicamente Ballesteros sabía la verdad.
-Cuatro no volvieron -dijo.
Los hombres lo miraron. Apretó los labios. Pensó en Andrade y su ruego. Y en los demás que no estaban a salvo.
-Yo vi a Jiménez -aseguró-. Lo vi, y flotaba. Estaba vivo. Tiene ese traje de supervivencia. Yo creo que está en la isla Madre de Dios, y vivo. Tiene que estarlo. ¿Por qué no? El dijo que sobreviviría.
Los demás callaron.
Ayer se cerraron los nueve días de búsqueda que decretó la Armada, una de las más grandes que ha realizado en el último tiempo, para encontrar a los cuatro desaparecidos del "Faro de Hércules". No han tenido éxito.
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