La pelea por la silueta de San Francisco

<P>Detrás del auge de la construcción está el de la tecnología, que ha hecho del área de la bahía una de las economías más sólidas de EE.UU.</P>




El rascacielos que pronto será una de las estructuras más altas al oeste del río Mississippi es por ahora sólo un sitio polvoriento. Cuando esté terminado, en 2016, la Torre Salesforce, de 61 pisos y 1.070 pies de altura, será uno de los nuevos edificios que cambiará de forma dramática -y controvertida- el horizonte de San Francisco, una ciudad teche, ondulada, cuyo mercado de bienes raíces es conocido (y querido) por sus coloridas piante ladees (casas victorianas) y vistas espectaculares de la bahía.

El floreciente sector tecnológico de la ciudad ha atraído inversiones por miles de millones de dólares y a miles de nuevos trabajadores, y aunque la ciudad carece de las multitudes de Londres y Nueva York, se acerca a los límites de su propia capacidad: 800.000 residentes cercados en una península que mide más o menos siete por siete millas.

No todos están contentos con la "Manhattanisation" de San Francisco. El mes pasado, los votantes aprobaron una iniciativa que hará que cualquier desarrollo que quiera ir más allá de los límites de altura existentes (40 a 84 pies) en ciertas partes de la línea costera requiera el respaldo de los votantes, no sólo de funcionarios de la ciudad.

Detrás del auge de la construcción está el auge de la tecnología, que ha hecho del área de la bahía una de las economías más sólidas del país, si no del mundo. El desempleo en la ciudad era de 4,4% en mayo, frente a una tasa nacional de 6,1% en junio. La nueva generación de trabajadores de alta tecnología está, al igual que muchos jóvenes acomodados en los EE.UU. hoy, más interesada en el bullicio de una ciudad que en la amplitud de los suburbios.

Algunos de los grandes grupos tecnológicos también están abriendo oficinas satélite en San Francisco. Google, por ejemplo, ha mirado a un espacio en el barrio de la Misión, una zona históricamente hispana ahora entre las preferidas por los trabajadores de alta tecnología. Los activistas locales han formado grupos de protesta para oponerse a los propietarios que han estado desalojando a residentes de largo plazo para vender sus propiedades en un mercado alcista o convertir departamentos de renta controlada en otros a precio de mercado.

"Lo que impulsó el desarrollo, que en realidad comenzó en 2011, fue el hecho de que la industria de la tecnología estaba creciendo y que la crisis financiera se agotó", dice Colin Yasukochi, director de investigación en el área de la bahía para la consultora inmobiliaria CBRE.

Entre 2008 y 2012, sin embargo, casi no se terminaron nuevos proyectos de escala notable, dice Roman Speron, gerente regional de operaciones para un desarrollador que ahora construye Nema, un proyecto residencial de dos torres en el centro de la ciudad.

Ese congelamiento tras la crisis ha hecho que el desarrollo de la ciudad no haya, incluso ahora, seguido el ritmo de aumento de la demanda, y los precios han subido en consecuencia. Los arriendos de oficinas se han casi duplicado desde 2010, mientras que los de viviendas se han elevado casi un 50% en ese lapso, según CBRE.

Los desarrolladores sostienen que satisfacer la demanda para vivir y trabajar en una ciudad rodeada por tres lados por el Pacífico requiere construcciones más altas. Los críticos de los nuevos desarrollos afirman que están cambiando la cara de la ciudad sin hacerla más asequible o al menos, sin traer de vuelta los niveles de precios previos al auge tecnológico. La lucha por el desarrollo de la línea costera este año fue feroz en parte, señala Yasukochi, de CBRE, porque gran parte de la nueva construcción residencial propuesta era de lujo.

Para los inversionistas locales detrás de Nema, una mayor densidad implicó convertir un estacionamiento en dos torres, una de 27 pisos y la otra de 37. La segunda de las dos torres se abrió en febrero, y sólo 15 de las 754 unidades están todavía disponibles para arriendo. Los departamentos parten en US$ 3.730 al mes por unidad de un dormitorio y US$ 5.400 por una de dos dormitorios, una renta comparable a las de los nuevos edificios en la zona. En One Rincon Hill, un proyecto de dos torres, los departamentos de dos dormitorios en la segunda torre de 49 pisos parten en US$ 5.500 por mes, y se prevé su ocupación desde agosto.

Las torres Nema cuentan con 90 unidades reservadas para viviendas bajo el precio de mercado. Los desarrolladores de One Rincon Hill, en lugar de incluir viviendas asequibles en sus torres, dieron US$ 26 millones a un fondo municipal de vivienda asequible. El dinero de ese fondo, que la ciudad creó hace dos años, se destinará a cumplir la promesa del alcalde de San Francisco, Ed Lee, de construir 30.000 nuevas viviendas para el año 2020, con una mayoría reservada para residentes de la ciudad de bajos ingresos.

Con ingresos anuales medios del hogar en la ciudad de unos US$ 73.000 y los salarios iniciales para ingenieros de software a menudo por encima de US$ 100.000, persisten las preocupaciones acerca de cómo el boom de la tecnología reformulará la ciudad.

"Yo no conozco a ningún grupo de vivienda que sea anti-desarrollo, siempre y cuando sea un desarrollo en el que las personas que habitan aquí puedan vivir", dice el activista de vivienda Sherburn-Zimmer.

Traducción: Marcela Corvalán

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