La perra motorizada

<P>Hace tres meses, el viñamarino Joaquín Lagos subió a su perra Kiara de ocho años a su moto y desde entonces andan recorriendo Latinoamérica. El viaje recién comienza, pero se cruzaron hasta con el presidente Pepe Mujica y han conseguido una corte de hospitalarios seguidores. </P>




Cuando Joaquín decidió comenzar un viaje por Latinoamérica en moto y acompañado de Kiara, su perra golden retriever, a la familia no le gustó mucho la idea. Él se había titulado recientemente como ingeniero comercial y en su núcleo entendían bien que era buen momento para que experimentara, dejara los libros, demorara el ingreso al mundo del trabajo y conociera nuevos lugares. Pero no les gustó que se quisiera llevar a la mascota del clan, la perra que desde hace ocho años es una más de los Lagos.

Joaquín los convenció a todos de que ella compartía su espíritu aventurero. La demostración era que Kiara ya lo había acompañado con éxito en otros viajes más cortos dentro de Chile y por lo mismo estaba en condiciones y tenía pleno derecho a ir con él adonde el camino los llevara.

Hace tres meses entonces, se subieron a "La Perla Negra", una moto marca LML a la que se le adosó un sidecar. Allí Kiara tiene su asiento de copiloto, además de unos anteojos protectores del viento y un pañuelo en la cabeza que evita que se le enrede su melena. Sin mucho más, partieron. Antes, eso sí, abrieron una página en Facebook llamada "Kiara y Juaco", red social que desde entonces los ha ido surtiendo de amigos de todo el continente, interesados en seguir su camino.

Cruzaron su primera frontera y llegaron a través de Los Andes hacia Argentina, luego pasaron a Uruguay. Ahí Joaquín logró cumplir uno de los objetivos que traía desde Chile: conocer en persona al presidente José Mujica, lo que logró tras una larga espera y conversaciones eternas con los vigilantes del Palacio Estévez. Con "Pepe" compartió unos minutos y unos sorbos de mate. "Cuídate mucho", le pidió el mandatario cuando se despidieron.

Ahora el dueño está disfrutando de las bondades de Itacaré, una playa de surfistas en el norte de Brasil. En cuanto a la perra, aunque no se sabe qué piensa, parece estar disfrutando de su estadía en un hostal, donde por estos días Joaquín trabaja y ella se deja querer por todos. "Los jefes la adoran y no hemos tenido ningún problema con que viva conmigo", cuenta Joaquín.

El recorrido -como todo- ha tenido momentos muy dulces, pero otros amargos. Más de lo primero que de lo segundo, ya que en estos tres meses han pasado por lugares increíbles.

En general alojan en campings. La mayoría acepta a Kiara, que es muy tranquila. "Si es que no podemos quedarnos en una casa u hostal, siempre tenemos nuestra carpa, donde dormimos juntos", explica Joaquín. También decenas de personas, conmovidas por la particular pareja de motociclistas, les han abierto las puertas de su casa o les han ofrecido alguna ayuda en el camino e incluso los han recomendado con sus conocidos en otras ciudades y pueblos.

La ayuda, eso sí, muchas veces no ha llegado sola, y han debido salir a buscarla. Con una estrategia casi estudiada, se paran a preguntar a la gente por algún lugar donde alojar. Kiara hace lo suyo: "Se comporta casi como un humano y entiende todo", dice Joaquín. Ella sabe cuándo mostrarse encantadora, mover la cola, hacer fiesta y mostrarse más amigable que nunca. Y como a muchos no les sale fácil resistirse a eso, las puertas de la gente se abren.

Pero hay momento en que ni el carisma de Kiara los ha logrado sacar de apuros: "Nos ha tocado dormir casi en la intemperie, me acuerdo de una vez que se nos hizo de noche y se puso a llover por lo que dormimos debajo de un lavadero. Además, tenemos que estar constantemente buscando un trabajo temporal para paliar los gastos del viaje y un lugar para dormir y acampar", dice Joaquín, quien ha trabajado literalmente de lo que sea: un pituto cargando camiones en el sur de Brasil o en una zapatería uruguaya. Todo sirve.

Ahí ayuda mucho la cualidad que más destaca Joaquín de Kiara, su independencia. "Generalmente vamos a todos lados juntos, pero hay veces que ella está cansada y no quiere salir, por lo que se queda en el lugar que estemos sin problemas. Es una compañera perfecta, que no agota y jamás se queja", dice convencido.

La pareja también ha logrado cierta notoriedad. Los han entrevistado para radios y diarios locales y en Brasil se han hecho conocidos como "el chileno y el perro". El FanPage de Facebook ha ayudado: ya tienen 2.600 seguidores, muchos de ellos brasileños, por lo que Joaquín ha tenido que improvisar con el portugués, para poder así comunicarse y escribirles a sus amigos virtuales, que han resultados ser una red muy colaborativa.

Hoy el viaje continúa por el norte de Brasil y el plan es pasar a las Guayanas, luego a Venezuela, Colombia y así cruzar el Tapón de Darién (una selva infranqueable, la zona más difícil de la Panamericana) para llegar a Panamá y seguir por Centroamérica hasta México, siempre apelando a la fortuna y a que ningún guardia aduanero se ponga exigente o, peor, "ambicioso", argumentando la falta de pasaporte de Kiara. A ella hay que conseguirle certificados sanitarios cada vez que cruzan una frontera, por lo que es obligación la visita a un veterinario local que descarte cualquier tipo de enfermedad y lo ponga por escrito. Joaquín prefiere no pensar mucho en eso, pero sabe que es posible que tenga que enfrentar algún problema con los certificados, sobre todo en Centroamérica. Pero si todo sale bien, la idea es bajar de vuelta Chile por la costa Pacífico.

En total, Joaquín calcula que su recorrido va a durar cerca de tres años y no pretende separarse de Kiara en ese período. Hace algunas semanas lo hizo, y no le gustó. Joaquín volvió a Chile por algunos días para asistir a un evento familiar, mientras que ella se quedó al cuidado de otra familia generosa en la paradisíaca Arraial d' Ajuda, en el estado de Bahía. El reencuentro fue registrado en un video que subieron a su página y sacó aplausos en las redes sociales. Pero esto -espera- no volverá a pasar, por mucho que no encuentren alojamiento, escasee la comida o que la "Perla Negra" se amurre y ya no quiera partir más. "Viajo con Kiara porque es mi mejor amiga, y su alegría contagia la mía", dice Joaquín.

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