La reforma tributaria va
EXISTE UNA convicción ciudadana, política y técnica, de que es necesaria una profunda reforma tributaria en Chile. Todos recordamos cómo este tema fue central en la deliberación entre Arrate, Frei y Marco en la primera vuelta presidencial, y cómo terminó formando parte integral del programa presentado en la segunda vuelta con la propuesta de creación de la Comisión Engel. Hoy sabemos de a lo menos cuatro centros de estudio que han constituido equipos para preparar un tema que sienten como inminente.
El candidato Piñera fue mucho más tibio. Como Presidente, sin embargo, ha tenido al tema tributario muy presente en su agenda legislativa. Entendiblemente, la discusión ha estado centrada en ajustes tributarios orientados hacia el financiamiento de la reconstrucción. Estos ajustes tributarios no son la reforma que el país siente que necesita. Sería una lástima que nos confundiéramos creyendo que los ajustes sustituyen la reforma, porque no es así.
La reforma tributaria que Chile necesita es mucho más integral. A mi juicio, como mínimo, debiera abordar los siguientes ocho temas:
1. Un aumento en la recaudación estructural tributaria de 4-5 puntos del PIB en 12 años. Esto para extender el sistema de protección social, acelerar la reforma educativa y el fomento al emprendimiento e innovación. Dado que la derecha proclama estar transformando al Estado en un espacio de excelencia en gestión, no debiera tener sus tradicionales objeciones a ese aumento en la carga.
2. La racionalización de las exenciones tributarias con el objeto de que éstas sean un mecanismo efectivo de fomento productivo y de equidad, no de evasión o elusión.
3. Cómo lograr que la distribución del ingreso después de impuestos sea mejor que antes de impuestos, lo que no es cierto hoy.
4. Transitar hacia un sistema tributario que fomente la innovación, abarate el acceso al crédito, reduzca la discriminación a las pymes, y genere espacios sin tributos para emprendedores emergentes.
5. Un royalty general a las rentas económicas de recursos naturales con ventajas absolutas de costo, sensible a los ciclos de estos volátiles precios, pero a niveles promedio comparables en el mundo y no caricaturescamente bajos, como son hoy.
6. Un impuesto a las emisiones de CO2 que permita contribuir a reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero e incentivar nuestra transición hacia la economía verde.
7. El aplanamiento de la "cordillera tributaria" de las clases medias profesionales que restringe la movilidad social y hace impermeables las elites económicas.
8. El privilegio tributario de la educación, la capacitación y el capital humano (que es lo que necesitamos en nuestra nueva fase de desarrollo) por sobre el capital fijo y financiero, como es ahora.
Sugiero a las fuerzas de oposición no esperar a ser convocadas a este debate, porque ello no va a ocurrir. Propongo, en cambio, agruparse en una Asamblea por la Reforma Tributaria, siguiendo el modelo participativo y político-técnico de las comisiones Bachelet, para discutir abiertamente este tema, decantar las restricciones técnicas, fijar posturas políticas y prioridades estratégicas.
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