La revolución verde de IKEA
Es el mayor fabricante de muebles del mundo y un ícono del diseño, pero ha sido criticada por su explotación de los bosques. Para mejorar su imagen, la empresa sueca lanzó un ambicioso programa que busca obtener toda su energía a partir de instalaciones eólicas y solares. <br>
En la tradición nórdica, hay muchas sagas que cuentan viajes épicos, grandes batallas y disputas familiares donde abundan los héroes y villanos. El origen de IKEA, la empresa sueca que logró el éxito mundial con sus muebles que los propios usuarios deben ensamblar, parece sacado de uno de esos relatos: su fundador es Ingvar Kamprad, quien partió vendiendo fósforos a los seis años. Cuando cumplió diez, cruzaba en bicicleta el poblado de Agunnyard ofreciendo adornos navideños, pescados y lápices. En 1943, y con 17 años, su padre lo recompensó por haber obtenido buenas notas en el colegio pese a su dislexia y le regaló una pequeña suma de dinero que usó para crear un almacén llamado IKEA.
El nombre es una sigla en honor a los orígenes de Kamprad, ya que ocupa las primeras letras de su nombre y apellido, más la inicial de Elmtyard, la humilde granja donde se crió, y la "a" de Agunnyard. Cinco años después, Kamprad añadió muebles al catálogo, pero no fue hasta 1955 que tuvo su epifanía: al intentar sacarle las patas a una silla para meterla en un auto su frustración fue tanta que empezó a hacer muebles que venían desarmados en un embalaje plano. Esto le permitió ahorrar espacio de bodega y que cada persona se los pudiera llevar fácilmente sin pagar por despacho, convirtiendo a la empresa en un ícono del diseño. A eso se sumó la política de productos de calidad y baratos, lo que explica que IKEA tenga más de 300 tiendas en 41 países y que su catálogo llegue a 180 millones de personas. De hecho, se calcula que el 10 por ciento de los europeos ha sido concebido en una cama IKEA.
Pero tal como en las sagas clásicas, esta historia tiene un lado más oscuro. La empresa se ha visto envuelta en varios escándalos, como los lazos que alguna vez tuvo con proveedores que empleaban niños, subsidiarias secretas con miles de millones de euros ocultos en paraísos fiscales y acusaciones de corrupción. A eso hay que sumarle la afiliación de Kamprad, hoy de 89 años y dueño de una fortuna de 43,2 mil millones de dólares, con grupos nazis durante la década de los 40.
Además, al ser el mayor fabricante de muebles del mundo, IKEA ocupa el 1 por ciento de toda la madera explotada comercialmente y en 2012 la organización ecologista Protect the Forest publicó un informe que denunciaba a la empresa por arrasar cada año con 566 hectáreas de bosques rusos que tienen siglos de antigüedad.
Un informe realizado por la propia empresa el año pasado reveló que sólo el 41 por ciento de los clientes de IKEA en el mundo cree que la compañía "asume una responsabilidad social y ambiental", una cifra muy inferior al 70 por ciento que sus directivos aspiraban a lograr para 2017. Frente a este escenario, esta megacompañía -que factura 24 mil millones de dólares al año- lanzó el mes pasado un plan para adoptar plenamente las energías renovables y ayudar a las naciones más pobres a enfrentar el cambio climático. El anuncio coincidió con una reunión realizada en la ciudad alemana de Bonn y en la cual representantes gubernamentales prepararon el nuevo acuerdo sobre cambio climático que se negociará en diciembre en Francia.
En 2009, IKEA ya había iniciado un programa para instalar sistemas de energía eólica y solar en sus tiendas y fábricas. Pero ahora inyectará más recursos para lograr que en 2020 la empresa obtenga toda su energía a partir de recursos limpios. Actualmente, ya opera 314 turbinas de viento en nueve países y ha instalado 700 mil paneles solares en sus edificios.
Uno de los lugares donde IKEA ya cuenta con estos dispositivos es el condado de Cameron, en Texas. En esa zona, existe una granja eólica que representa la mayor inversión realizada hasta ahora por la compañía en energías renovables. Peter Agnefjall, presidente de IKEA, indicó a la agencia Reuters que el dinero invertido no se traducirá en un alza de precios en las tiendas.
Medidas transversales
Tal como IKEA, varias megaempresas están adoptando medidas para lograr que sus operaciones sean más limpias. Por ejemplo, Facebook anunció este mes la construcción en Texas de un nuevo data center que usará sólo energías renovables. Es la segunda planta "verde" operada por la compañía y representará una inversión de mil millones de dólares, aunque según Facebook el uso de estos recursos renovables le ha permitido ahorrar dos mil millones de dólares en energía en los últimos tres años. Google también anunció un programa destinado a que la empresa se valga sólo de energías limpias.
Sin embargo, los planes de IKEA van más allá de la energía solar o eólica. Desde septiembre, sus tiendas sólo ofrecerán ampolletas de ahorro energético tipo LED, cuya venta durante este año permitirá, según sus cálculos, ahorrar energía equivalente a la que usa un país como Irlanda. También reemplazará el plástico tradicional en algunos productos por bioplástico fabricado a partir de grasas y aceites vegetales.
Además, en la fábrica de Älmhult, los restos de madera se venden para ser usados en sistemas de calefacción. Mientras tanto, las tiendas reciclan la suave película plástica que se emplea en algunos embalajes para elaborar cubiertas de escritorios y los diseñadores tienen que reducir al máximo el uso de espuma en los sofás.
Hasta la línea de alimentos que vende IKEA está siendo modificada y hoy ya se ofrecen albóndigas vegetarianas. La razón es simple: sólo en 2013 la empresa vendió 97,4 millones de albóndigas, que son un ícono de la gastronomía sueca. Su elaboración se basa en carne de res, la cual incide directamente en el cambio climático: producir este alimento requiere 28 veces más terreno que la carne de cerdo o de pollo, demanda 11 veces más agua y sus emisiones de gases son cinco veces mayores. Según IKEA, nuevos productos como éste ayudarán a que la empresa reduzca el impacto sus alimentos, cuya confección emite 600 mil toneladas de dióxido de carbono al año.
Además de eso ya empezó a vender paneles solares e inició un programa que incluye a sus propios empleados, quienes pueden probar en sus casas aparatos de cocina que ahorran energía y contenedores que ayudan a clasificar la comida y evitar el desperdicio. La idea es que esos trabajadores se vuelvan embajadores de un estilo de vida más sustentable. "Queremos demostrar que las empresas están preparadas para adoptar acciones concretas y buscar soluciones. La escala del desafío es enorme, pero hay respuestas disponibles. Necesitamos políticas gubernamentales, pero también innovación e inversión. Las iniciativas estatales no son suficientes para asegurar que tengamos un clima seguro", indicó Steve Howard, director de sustentabilidad de IKEA, a Fastcompany.com.
Trabajo en terreno
Además de los 600 millones de euros que se destinarán a energía eólica y solar, la empresa sueca invertirá otros 400 millones a través de la Fundación IKEA. El dinero se ocupará en diversos programas en las naciones más expuestas a inundaciones, sequías y la desertificación. El objetivo es que hogares, escuelas y negocios hagan frente al cambio climático mediante la adopción de energías limpias y el mejor aprovechamiento de los recursos.
Radu Dumitracu, vocero de la fundación, cuenta que las nuevas iniciativas están por definirse, aunque desde hace algunos años se realizan proyectos como enseñar a las familias del sur de África a explotar de forma más eficiente los pozos de agua para fines agrícolas. "Nuestra experiencia nos indica que la gente de las comunidades más pobres del mundo es también la más afectada por el cambio climático. Al mismo tiempo, los dos mil millones de ciudadanos más desvalidos del planeta constituyen una masiva fuerza de trabajo con un gran potencial de cambio global. Esas dos ideas dan forma a nuestro interés", explica.
En cuanto a la explotación forestal, la compañía ya creó acuerdos con organizaciones como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para crear un sistema de certificación de manejo sustentable de la madera en Vietnam. Los propios trabajadores de IKEA participan en el programa canadiense "Pick a Tree, Plant a Tree", que ha permitido la plantación de 27.874 árboles, los que equivalen a unas 1.161 toneladas de papel.
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