La servilleta, un invento renacentista
<P>¿Sabía usted que la sencilla servilleta está ligada en sus orígenes a Leonardo da Vinci? El invento fue ideado para terminar con la suciedad de un duque. </P>
LEONARDO da Vinci es uno de los personajes más notables de la historia. Al florentino se le atribuye la invención de la bicicleta, del primer antecedente del helicóptero y la creación de obras maestras, como La Mona Lisa y La Última Cena. Pero su invención más usada en la cotidianidad es quizás a la que menos se lo vincula: la servilleta.
Todo partió en 1842, cuando Da Vinci fue enviado por su mecenas, Lorenzo de Médici, a Milán como emisario florentino. Allá debía trabajar al servicio del duque Ludovico Sforza. En el reino milanés, Da Vinci fue parte de la lista de ingenieros de la corte y organizó las fiestas y espectáculos en el palacio de Ludovico.
En el libro Cuadernos de Cocina de Leonardo: notas de Leonardo da Vinci sobre cocina y etiqueta en la mesa, del escritor estadounidense Jonathan Routh, se menciona que dentro de ese rol, Leonardo fue designado a cargo de los banquetes en la corte de Sforza, puesto donde una de sus principales preocupaciones fue cómo superar la falta de etiqueta y suciedad que mostraba el duque y sus comensales.
En un artículo para la revista de historia y literatura Lapham's Quarterly, Michelle Legro, habitual colaboradora de la revista norteamericana The Atlantic, menciona que Ludovico tenía el hábito de amarrar conejos adornados con cintas a las sillas de los invitados a su larga mesa, para que los comensales pudieran limpiarse las manos sobre los animales.
Como si fuera poco, el duque acostumbraba limpiar su cuchillo en los faldones de sus vecinos de mesa. Todas acciones que escandalizaban a Leonardo.
El inventor se preguntaba por qué Ludovico no ocupaba el mantel, como era común en esa época, para limpiarse la boca y las manos. Pero al ver que el duque no tenía ningún interés en la situación, intentó buscar la solución, por lo que comenzó a revisar la sala después de que los invitados la abandonaban. La escena, de acuerdo a su escritor, era de tal desastre, que la comparó con escenas más cercanas a un campo de batalla que a un banquete.
¿Y la solución? La encontró: entregar a cada invitado un paño individual para que después de ensuciarlo con manos, boca o cuchillos, lo doblara en su lugar y así se pudiera mantener la limpieza en la mesa. Pero el estreno en sociedad del invento no tuvo la recepción que Da Vinci esperaba.
Esa noche, si bien dispuso de géneros individuales frente al puesto de cada invitado y los presentó en distintos diseños de doblado (algunos con formas de flores, palacios y pájaros, todas creaciones de él mismo), la desilusión fue grande. Nadie supo cómo usarlo: algunos lo ocuparon para sentarse, otros se lo empezaron a tirar como en un juego e incluso hubo quienes se sonaron con el flamante invento.
Después de la decepción de Leonardo da Vinci esa noche, la servilleta agarraría vuelo. El utensilio, cuyo nombre proviene del francés serviett, llegaría por fin a las casas y restaurantes del mundo, masificándose. El resto es historia.T
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