La tensa relación de Bergoglio con los gobiernos de los Kirchner
<P>Néstor Kirchner lo llegó a tildar de "verdadero representante de la oposición".</P>
Aspera y tensa. Así describió ayer la prensa argentina la relación que el cardenal Jorge Bergoglio ha mantenido con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Pese a que el recién elegido Papa Francisco llegó a ser tildado por el fallecido mandatario como el "verdadero representante de la oposición", la inquilina de la Casa Rosada saludó por carta al nuevo Pontífice y confirmó que asistirá a la misa de asunción.
La presencia de Fernández en el Vaticano fue confirmada por el secretario de Comunicación Pública y vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, quien aseguró que la presidenta "va a ir a la asunción, que no les quepa ninguna duda". "En mi nombre, en el del gobierno argentino y en representación del pueblo de nuestro país, quiero saludarlo y expresarle mis felicitaciones con ocasión de haber resultado elegido como nuevo Romano Pontífice de la Iglesia Universal", expresó la mandataria en una carta que subió a su cuenta de Twitter.
Según el diario porteño Clarín, la relación de Bergoglio con Kirchner "fue mucho más distante y conflictiva" que con la actual Presidenta. En un artículo de 2007, el periodista de ese medio y biógrafo de Bergoglio, Sergio Rubín, resumió así la razón de la disputa: "Kirchner siente que el grueso de los obispos, con Bergoglio a la cabeza, son un factor muy fuerte de cuestionamiento a su gestión. La Casa Rosada se quejó muchas veces de que la Iglesia nunca le reconoció todo lo que hizo el presidente por sacar al país de una de las peores crisis de su historia".
Después de que Kirchner ganó las elecciones en 2003, Bergoglio criticó "el exhibicionismo y los anuncios estridentes" del nuevo mandatario. El entonces presidente se negó a acudir a varias de las ceremonias encabezadas por Bergoglio y desde la Conferencia Episcopal se aseguró incluso que "no hay relación de la Iglesia con el gobierno". En este escenario, el gobernante no dudó en criticar abiertamente a la Iglesia. "Nuestro Dios es de todos, pero cuidado que el diablo también llega a todos, a los que usamos pantalones y a los que usan sotanas", afirmó Kirchner.
La compleja relación entre gobierno e Iglesia no fue impedimento, sin embargo, para que Bergoglio decidiera oficiar una misa por Kichner, luego de su deceso, en octubre de 2010. "El pueblo tiene que claudicar de todo tipo de posición antagónica frente a la muerte de un hombre ungido por el pueblo para conducirlo y todo el país debe rezar por él", dijo en esa oportunidad.
A juicio de Fortunato Mallimaci, especialista argentino en temas religiosos, "lo que dislocó la relación con los Kirchner fue la fuerte presencia de los organismos de derechos humanos". "La clave es que en la sociedad argentina se piensan juntos lo político y lo religioso. Entonces, se crea una democracia muy tutelada, y cuando el gobierno tiene que tomar decisiones sobre educación sexual, métodos anticonceptivos, cantidad de hijos o prevención del sida, tiene que consultar a la Iglesia", explicó el sociólogo.
Tras la ruptura sin retorno con Kirchner, la cúpula del Episcopado se reunió por primera vez con Cristina Fernández semanas después de su asunción en 2007. Con su llegada al poder, las relaciones mejoraron, gracias a los contactos que la presidenta mantuvo con la Iglesia para preparar el viaje de 2009 al Vaticano. Pero las buenas relaciones comenzaron a romperse después de que Bergoglio acusó a la Casa Rosada de alimentar la "crispación social" y denunció que "desde hace años el país no se hace cargo de la gente", un día después de que Benedicto XVI llamara a terminar con el "escándalo" de la pobreza en Argentina.
El punto de enfrentamiento máximo llegó en 2010, con el debate sobre el proyecto de matrimonio gay. Días antes de su aprobación, Bergoglio publicó una nota calificando el proyecto de "guerra de Dios". Incluso, la presidenta no acudió al tedeum presidido por Bergoglio en 2010 y se dirigió a otra ceremonia religiosa.
Tras la sanción de la ley, Fernández frenó en el Parlamento la legalización del aborto, algo que fue leído como una concesión a la Iglesia.
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