La Tricontinental y la Revolución en A. Latina
Entre el 3 y el 15 de enero de 1966, hace exactamente medio siglo, se reunió en La Habana la Primera Conferencia de Solidaridad de los pueblos de Asia, Africa y América Latina, conocida como la Tricontinental. Como se ve, la fecha coincidía con el séptimo aniversario de la Revolución Cubana, proceso que ejercía especial magnetismo en la izquierda.
Hubo largas deliberaciones de los representantes de 82 países de los tres continentes, entre ellos Chile, cuyo jefe de delegación era el senador Salvador Allende, quien se manifestó orgulloso de estar en "el primer territorio libre de América Latina", solidarizó con Vietnam y concluyó haciendo un llamado a la "unidad para construir el socialismo".
La Declaración General de la Tricontinental era de un marcado tono "antiimperialista", es decir Estados Unidos en la terminología marxista de la Guerra Fría, específicamente en América Latina. El texto hacía un llamado a liquidar la opresión ("la explotación del hombre por el hombre"), establecía la lucha armada como el mecanismo para "adquirir su independencia", enfatizaba la solidaridad revolucionaria con las revoluciones y guerras que se libraban en distintos lugares del mundo, condenaba el bloqueo a Cuba y terminaba mencionando "el curso inexorable de la historia".
En el discurso de clausura de la Conferencia, Fidel Castro señaló que la reunión había sido "una gran victoria del movimiento revolucionario", destacando la unidad en la resistencia al imperialismo. Además reiteró la disposición de miles de cubanos de marchar a ayudar a la revolución en distintos lugares del mundo. Sin embargo, lo más interesante al respecto era la convicción de que en muchas naciones latinoamericanas "se dan las condiciones plenas para la lucha armada revolucionaria".
Como fruto de las reuniones surgieron después dos organizaciones relevantes: la OSPAAL, Organización para la Solidaridad de los Pueblos de Asia, Africa y América Latina, y la OLAS, Organización Latinoamericana de la Solidaridad, que realizó su primera conferencia en 1967, en La Habana. Asistió una importante delegación chilena, lo que generó una agria discusión en la política local, precisamente porque la Declaración de la OLAS reivindicaba que "el primer objetivo de la revolución popular en el continente es la toma del poder mediante la destrucción del aparato burocrático-militar del Estado y su reemplazo por el pueblo armado para cambiar el régimen social y económico: dicho objetivo sólo es alcanzable a través de la lucha armada".
El 9 de octubre de ese mismo año murió en Bolivia Ernesto Che Guevara. Meses antes había publicado en la revista Tricontinental, un artículo representativo del pensamiento revolucionario de los años 60. Ahí señalaba: "América, continente olvidado por las últimas luchas políticas de liberación, que empieza a hacerse sentir a través de la Tricontinental en la voz de la vanguardia de sus pueblos, que es la Revolución cubana, tendrá una tarea de mucho mayor relieve: la de la creación del segundo y tercer Vietnam del mundo". Estas últimas palabras serían recordadas como mensaje de expansión de revolución con posibilidades de victoria.
La Tricontinental, Fidel y el Che, en gran medida, son parte de la historia. Como señala Joaquín Fermandois en "Transición al socialismo y confrontación en Chile", ahí "se identificó al Tercer Mundo como paradigma revolucionario radical", asumido como lenguaje político por la izquierda. Esto debe ser entendido en la lógica de la Guerra Fría, de la década transformadora de 1960 y también de un momento espiritual en el cual las posibilidades de triunfo del socialismo seguían abiertas e incluso eran la más clara posibilidad hacia el futuro que, sabemos, marchó por un camino diferente.
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