La verdadera historia del Apolo 18

<P>Un documental recién estrenado en EE.UU. muestra imágenes supuestamente filtradas de esta "misión secreta". La nave nunca despegó y el filme no es más que una fantasía al estilo <I>La bruja de Blair</I>. Científicos explican las reales razones que llevaron a terminar con el programa Apolo y reconocen que de haber continuadoya habría un asentamiento humano en la Luna. </P>




Un casco de astronauta roto. Luces. Extrañas huellas y una tripulación desesperada. "Descubra la razón por la que nunca regresamos a la Luna", se lee en la pantalla. La escena forma parte de un documental que acaba de estrenarse en Estados Unidos y que supuestamente fue realizado a partir de imágenes secretas, celosamente guardadas por la Nasa desde la década de los 70. Imágenes que ahora se habrían "filtrado", revelando el por qué del abrupto fin que experimentaron las misiones Apolo: un inesperado encuentro de la tripulación del Apolo 18 con seres extrarrestres.

Pero Apolo 18, el "documental" en cuestión, es en realidad otra obra de ficción al más puro estilo del "Proyecto de la Bruja de Blair", elaborado a partir de imágenes cuyo aspecto casual no es más que un poderoso gancho para cautivar la imaginación fantasiosa del público. ¿La realidad? Especialistas de la Nasa explican que las misiones Apolo fueron canceladas por razones mucho menos intergalácticas y mucho más terrenales: la guerra de Vietnam, el temor a un accidente como el del Apolo 13, pero esta vez fatal, y la falta de interés de una opinión pública que veía a la carrera espacial como una competencia con los rusos.

¿Qué hubiese pasado de no cancelarse el programa? La respuesta es todavía más apasionante, según explican a La Tercera expertos involucrados durante décadas con la exploración espacial. Las misiones Apolo 18, 19 y 20 hubiesen permitido establecer una base permanente en la Luna durante los 70, la llegada de una misión tripulada a Marte a mediados de los 80, en los 90 hubiésemos aprendido cómo desviar asteroides amenazantes para la Tierra y, probablemente, habría muchos observatorios espaciales clasificando exoplanetas en otros sistemas estelares.

Apollo del 18 al 20

Lo cierto es que la última vez que el hombre pisó la superficie lunar, el 14 de diciembre de 1972, los astronautas de la misión Apolo 17 dejaron una placa en el Valle Taurus Littrow que decía: "Aquí el hombre completa su primera exploración en la Luna". No habría una siguiente y la Nasa ya lo tenía bien decidido. Sólo seis meses después de que en 1969 Neil Armstrong protagonizó su "gigantesco salto para la humanidad", la Nasa comenzó a cancelar los vuelos que tenía programados.

David Williams, del Centro Espacial Goddard de la Nasa, explica que por aquellos años las encuestas mostraban que el interés de los estadounidenses en la carrera espacial decaía sostenidamente. Muchos veían el programa como una suerte de "juegos olímpicos" contra los rusos, una competencia que ya habían ganado tras lograr posar un hombre en la Luna antes que la Unión Soviética. "Cuando eso ocurrió, se perdió respaldo público y político", dice Williams, quien agrega que el otro factor determinante fue la Guerra de Vietnam. "La economía estaba deprimida y se optó por cortar el finaciamiento para la Nasa".

David Portree, astrofísico del Servicio Geológico de EE.UU. y autor del libro Humanos a Marte, agrega que el accidente del Apolo 13 en enero de 1967 fue lapidario. De los US$ 455 millones propuestos por el Presidente Johnson para financiar las siguientes misiones y la construcción de una base lunar, sólo se aprobaron US$ 155 millones. Eso, sumado a la negativa de Nixon para continuar con un programa ideado por "Kennedy y los demócratas", terminó por ejecutar el tiro de gracia para los vuelos Apolo. Nixon sepultó Apolo y puso a la Nasa a trabajar en el programa que daría origen a los transbordadores.

Por eso, los especialistas no dudan en señalar que las razones para terminar con Apolo fueron más políticas que monetarias. De hecho, la Nasa ya tenía construidas las naves que emprenderían las misiones 18 a 20 y el ahorro fue de sólo US $ 42 millones. Pasaron a ser las piezas de museo más caras jamás creadas en la historia del hombre. Y en este contexto, no resulta extraño que se tejiera toda clase de mitos en torno a la posibilidad de una misión secreta tripulada y nunca revelada por la Nasa, como plantea el filme Apollo 18. Tampoco la aparición de teorías conspirativas, como la versión de que la llegada a la Luna en 1969 no fue más que un montaje estadounidense.

Lo ciencia que perdimos

Los expertos de la Nasa explican que de haber seguido adelante el programa Apolo, la primera base lunar se habría construido cerca del Ecuador, ya que la tecnología de estas naves estaba orientada para funcionar en este ambiente específico de la Luna, muy distinto del que se puede experimentar en los polos o en el lado oscuro de la Luna (recordemos que nuestro satélite no gira sobre su eje como la Tierra).

Portree cree que, tras establecer esta base en los 70, se habrían desarrollado nuevos trajes espaciales para futuras misiones, los que habrían permitido a los astronautas soportar diversos ambientes lunares, facilitando la instalación de bases en otros sectores del satélite.

La exploración lunar y los potenciales hallazgos realizados habrían abierto nuevos caminos para la ciencia y el desarrollo tecnológico. El avance de la tecnología espacial hubiese sido mucho más rápido: si a mediados de la década de los 70 se hubiesen instalado bases en la Luna, los expertos creen que es muy probable que una misión tripulada a Marte se habría concretado en algún punto de la década de los 80. Portree dice que en este escenario no sólo habríamos llegado a Marte antes de finalizar el milenio, sino que probablemente, habríamos ya encontrado vida en Marte. "Eso habría tenido un poderosos impacto en cómo vemos el Universo y habría alentado al ser humano a buscar vida en otros lugares", dice el científico.

Williams agrega que muchas bases estarían hoy activas en las zonas polares de la Luna, ya que su potencial para albergar bases se hubiese hallado mucho antes: recién en 2010 se descubrió que poseían agua congelada. Portree agrega que la fascinación que ejerce Apolo en nuestros días es comparable a la que ejercen las historias del "salvaje Oeste" o de la Victoria aliada en la II Guerra Mundial. "Es una leyenda, la mayoría de las personas que vive hoy no había nacido en esta era", explica.

En unos mil años, hipotetiza el científico, los colonos viviendo en Marte o en Plutón recordarán este evento como el momento cuando "todo comenzó". ¿Para el registro? "Si fuimos a la Luna, no hay bases alienígenas allá, ni tampoco se lanzó misión secreta alguna", asegura David Portree.

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