La voz de los malls capitalinos
<P><span style="text-transform:uppercase">[vendedor citadino]</span> El timbre profundo y acogedor que invita a comprar en algunos malls, es también el que narra spots radiales y dobla infomerciales de TV. Es un oficio que se niega a callar.</P>
E PEQUEÑO, Patricio Muñoz (50) viajó a Santiago, desde su Talca natal, a conocer la exclusiva tienda Los Gobelinos junto a sus papás. En la entrada, un locutor de traje impecable y voz envolvente le dio la bienvenida por su nombre y le puso un micrófono enfrente. Patricio era el centro de la atención en el amplio hall y su voz sonó por todo el local. Era verano de 1967 y ese día supo exactamente a qué quería dedicarse cuando grande.
Hoy, Muñoz es locutor de un par de tiendas de malls santiaguinas y su voz se hace reconocible para quienes acuden seguido a estos centros comerciales. Ahí está haciendo que su voz retumbe entre prendas, electrodomésticos y juguetes, anunciando ofertas especiales. "¿Qué le gusta escuchar a la gente? ¡Pues, que bajaron todos los precios!", ríe como un tenor.
Actualmente, hay cinco empresas en la capital que proveen de locutores de tienda al mercado. Y aunque son al menos 30 los que se dedican a esto, pocos cuentan con una acreditación profesional como la de Muñoz, quien estudió locución, producción de TV y actuación.
Hoy suma a su trabajo otros más donde su voz deja su impronta: es doblajista de infomerciales en el estudio YQProd, spots de radio y eventos como matrimonios y desfiles de moda en la capital.
"No creo que cualquiera pueda ser la voz en estas tiendas. Se necesita usar una estrategia y saber observar para determinar qué le gusta escuchar a las personas y a la tienda. Yo llevo más de 20 años en esto", revela acomodándose el pañuelo al cuello que le da una formidable apariencia de cantante de tangos. El perfume que utiliza también es parte de esa estrategia, agrega. La tienda se lo facilita cuando se trata de ofertarlo. El hombre del micrófono dice que los empleadores suelen ser muy complacientes con sus locutores, pues saben que ahí hay un intermediario poderoso con los clientes que observa, actúa y propone. "Somos una parte fundamental de las ventas", asegura.
El origen del oficio está en el voceador de las tiendas del centro en los años 30. "En ese tiempo se hacía con megáfonos y se exigía un carisma único, aunque no era necesario conocer de técnicas", informa. Luego llegó la tecnología, los micrófonos y la amplificación a todos los pisos del edificio y con eso, un pequeño auge de la locución de interiores en la capital.
Patricio cree que sus estudios son un valor agregado. "Yo no uso la garganta, uso el diafragma. A eso sumo técnicas de respiración y actuación", comenta sobre un estilo que se pone a prueba durante liquidaciones de ritmo infernal y temporadas como Navidad o el pasado día del padre, por ejemplo. "En Navidad, uno trabaja la semana completa sin parar. Desde las 11 de la mañana hasta la medianoche. Muchos no logran sobrevivir a esa etapa más de tres días y deben retirarse. Yo puedo trabajar toda la temporada sin problemas", dice.
Infusiones con miel y limón son la receta tradicional, pero el locutor suma una cábala que nunca le falla y que practica en secreto antes de tomar el micrófono: se viste como si fuera a su matrimonio y antes de salir del camarín, se toma tres minutos a solas frente al espejo para hacer la mímica silenciosa del discurso con que va a trabajar. Luego, sale al terreno de juego donde no todos vencen.
Durante estos años se ha convertido en uno de los mejores observadores de los santiaguinos, en escenarios como el Parque Arauco y el Fashion's Park de Alameda. Sabe identificar en busca de qué andan con sólo mirarlos.
A la fecha, los únicos trabajos que ha rechazado son los night club. "No me gusta abanderarme con lo que no me identifica ni tampoco banderas políticas", asegura. Hoy lucha para que su voz suene más fuerte que la euforia de la compra y la música ambiental para ser un bien perdurable ante la amenaza más reciente: la contratación de rostros de TV.
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