Lanzan campaña para recuperar 21 películas perdidas del cine chileno
<P>La Cineteca de la U. de Chile busca cintas que resumen distintos periodos de la historia local. Destacan el primer largometraje nacional de animación, la única obra chilena que peléo la Palma en Cannes y una ficcionalización del atentado al general Schneider. </P>
Sucedió en un precario taller en la calle Lira. Jaime Escudero y Carlos Trupp, dos jóvenes dibujantes, se reunieron con Walt Disney y le mostraron lo que llevaban de un corto animado. Corría 1941 y Disney, de visita por el país, les enseñó un sistema que no existía en ningún libro para agilizar el proceso. El resultado se concretó en 1942, cuando Escudero y Trupp estrenaron 15.000 dibujos, cinta que contaba las aventuras del cóndor Copuchita y su pandilla: el puma mapuche Manihuel, el gallo vestido de huaso Ño Benhaiga y la joven humana Clarita. La escasa recepción de la cinta hizo que pasara al olvido, hasta ahora: la Cineteca de la Universidad de Chile la incluyó dentro de la lista prioritaria de 21 películas perdidas del cine chileno.
"Es una película muy poco conocida, pero muy importante. Es injusto que el esfuerzo de esos dibujantes quede sepultado porque no rindió comercialmente, cuando el valor de la obra es estético e histórico", explica Luis Horta, subdirector de la Cineteca y uno de los encargados de la búsqueda. La iniciativa persigue que todos quienes tengan material de estas cintas (desde celuloide hasta fotos) o sean amigos y/o familiares de sus autores, se contacten a cinetecaudechile@gmail.com
Dentro de la lista de películas figura también Golondrina (1924), de Nicanor de la Sotta, cinta muda que cuenta la historia de Maiga, hermosa campesina que busca trabajo en la ciudad. Tras una desilusión amorosa, termina de prostituta. Luego vuelve al campo y hace su vida de antaño, comprometiéndose con Tomás. También se buscan filmes como El buscador de fortuna (1927), del ruso Arcady Boytler. Rodada en Antofagasta, muestra las dificultades de la vida nortina a fines de la época. Dentro de la lista destaca Jorge "Coke" Délano, de quien se rastrea su adaptación de la obra de Joaquín Edwards Bello, La chica del Crillón (1941).
Un filme singular es La caleta olvidada (1957), de Bruno Gebel, único título chileno que ha competido por la Palma de Oro en Cannes. "Tenía características neorrealistas, con escenarios naturales y hasta sonido directo. El director era italiano y me dijo que era amigo de Rossellini, lo que después resultó ser falso. Me convenció de participar", cuenta Claudio di Girólamo, quien actuó en la cinta filmada en Horcón sobre el amor entre una hija de pescadores y un arquitecto italiano (Di Girólamo).
Otro título llamativo es Operación alfa (1972), cinta de ficción de Enrique Urteaga sobre el asesinato del general René Schneider y que contó con la actuaciones de Jorge Guerra y Anita Reeves, entre otros. Cuatro años antes Humberto Ríos había dirigido Eloy , basada en la narración homónima de Carlos Droguett.
Pero, ¿por qué estas películas y no otras? Básicamente responde a un tema práctico: hay nociones de que aún podrían existir o que se conserven en condiciones medianamente estables. "El cine chileno es fantasmagórico, hay muchos cineastas que se citan en libros, pero nadie ha visto sus películas", acota Horta. Según Ignacio Aliaga, director de la Cineteca Nacional, hay varias razones para que una película desaparezca. "Los productores no guardaban los negativos y las copias son difíciles de encontrar". Horta concuerda: "Hubo desinterés, poca valoración del cine como fuente documental, como patrimonio de la memoria chilena. Por eso se pierden".
Pero eso es en el mejor de los casos. Muchas películas antes de los años 50 se hacían a base de nitrato, un material autoinflamable que debe mantenerse a baja temperatura. Si se salvaba de la combustión, aún había otra amenaza: muchos empresarios, al ver que no podían sacarle más dividendos comerciales a una película, la vendían para que con el material se hicieran peinetas, botones u otros utensilios.
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