Lanzan libro con crónicas de Sinatra, Hemingway y Joe Louis de Gay Talese
<P><I>Retratos y encuentros</I> es uno de los títulos clave de uno de los padres del nuevo periodismo. </P>
La incombustible moda de la literatura de no ficción trae de nuevo los libros del norteamericano Gay Talese. A sus 78 años es un adinerado escritor que habita un edificio completo en el que tiene varios escritorios. Viste con una elegancia extraordinaria, como orgulloso hijo de sastre, y sigue casado con una editora. Pero, sobre todo, Talese continúa siendo una figura medular en el periodismo. Sus perfiles y crónicas se han vuelto ineludibles por la transparencia de su prosa y, en especial, por el punto de vista que adopta para observar los personajes que le interesan, sean estos famosos o desconocidos. Talese es un autor que se involucra en su trabajo de tal forma que su estilo es inconfundible, singular y amable.
Cuentan que es una de las pocas personas ante las que el soberbio Tom Wolfe se quita su sombrero. Para él, la crónica Joe Louis, el rey en su madurez es el artículo emblemático del nuevo periodismo, cuestión que Talese, autor del reportaje, descree. Su diferencia con Wolfe es clave y la subraya cuando señala: "La mayoría de quienes se apuntaron al carro del nuevo periodismo eran unos mentirosos que nunca fueron rigurosos con los hechos y que exageraban la realidad. Incluso Hunter S. Thompson. Y yo siempre estuve orgulloso de contar las historias tal y como fueron, sin engrandecerlas. Los reporteros tenemos que ser fieles a la verdad". Esta postura le ha permitido escribir piezas que son de una verosimilitud asombrosa, como su famoso perfil Frank Sinatra está resfriado, un retrato psicológico del cantante. Esa crónica extensa y célebre, además de otras tan ejemplares, compone la antología Retratos y encuentros, recién publicada por Alfaguara.
En este ameno volumen es posible encontrar textos que aparecieron en los diversos medios en los que trabajó Talese, como The New York Times, Sunday Times y la revista Squire. Para estas publicaciones redactó Alí en La Habana, texto incluido en el libro, en donde Talese relata la visita de Muhammad Ali a Fidel Castro, en el año 1998. La cumbre, entre dos mitos que estuvieron en contra del imperialismo norteamericano, es una escena patética, en la que Fidel habla vaguedades mientras Ali permanece mudo. Lo que por supuesto no faltó en aquel encuentro deslucido fueron las poses de ambos ante las cámaras, abrazándose o simulando golpes entre amigos. Hay quienes consideran este texto como una radiografía inmisericorde del poder y del oportunismo. Quizás no es para tanto, pero sí está claro que se trata de un relato memorable, de igual manera que La temporada silenciosa de un héroe, retrato de Joe DiMaggio, astro del béisbol y ex marido de Marilyn Monroe.
Son crónicas informadas, irónicas, redactadas con una nitidez y velocidad que hace imposible parar de leer una vez que se comienza con la primera frase. Es lo que sucede al enfrentarse a Buscando a Hemingway, la delirante saga de la fundación y desarrollo de la mítica revista Paris Review al mando del genial y extravagante George Plimpton, en cuyas fiestas se paseaban drogadictos, artistas, dealers, celebridades como Jacqueline Kennedy y escritores de la talla de William Styron, Philip Roth y Norman Mailer. Un perfil muy distinto al anterior, por la escasa connotación del investigado, aunque igual de relevante es Dos malas noticias. En él, Talese aborda la vida de un redactor de necrológicas del The New York Times, un tipo que si no fuera por su ojo clínico habría pasado desapercibido y su historia única extraviada en el olvido.
La receta de Talese para registrar las vidas ajenas proviene de su infancia solitaria y provinciana en la isla Ocean City, en la cual nació el 7 de febrero de 1932. Según cuenta en Orígenes de un escritor de no ficción, una narración confesional, su técnica consiste en adoptar la disposición para oír a los otros que aprendió de su madre. Ella escuchaba y atendía a las clientas de su padre -un modisto mañoso y perfeccionista- con una paciencia infinita, igual que una cómplice. Así es como Talese oye y nos transmite, por ejemplo, las palabras delirantes de un actor alcohólico y tragado por su personaje de Laurence de Arabia en Peter O'Toole en el viejo terruño.
Amparado en su habilidad para interesarse en las personas, en su cultura extensa y en su moral del testigo, Talese investigó para luego escribir varios de sus libros. La mujer de tu prójimo es uno de sus títulos más conocidos, por el escándalo que produjo su publicación en 1981 (lo reedita el 2011 el sello Debate en una edición ampliada). Trata de la intimidad sexual de los norteamericanos. Y para escribirlo, Talese residió meses en un centro nudista en California y regenteó una casa de masajes. Cuando se dedicaba a estos menesteres para después estampar todo lo visto, dando incluso los nombres reales de quienes conoció, continuaba casado, lo que produjo una batahola de proporciones por la supuesta dignidad mancillada de su cónyuge. El relato de cómo sobrevivió su matrimonio a aquella experiencia, es de lo que discurre la obra que está preparando.
No obstante, su jugada más arriesgada es el volumen Honrarás a tu padre (que reedita Alfaguara este año), un retrato vívido de la mafia, pero no de la violencia que esta produce, ni de sus negocios sucios, sino que de la privacidad y las costumbres de los ítaloamericanos que detentaron el poder de las calles por décadas. Talese indaga, entre otros asuntos, en las mujeres que escogen estos sujetos, en lo que ellas dicen, y en cómo asumen sus vidas particulares.
Hay que leer a Talese, aprovechar que sus libros vuelven a circular. No hacerlo es privarse de un placer que lleva a una sana adicción. Que se vuelva a distribuir puede ser interpretado como un síntoma alentador. Su humor es de una fineza que llega a cortar el aliento, y su inteligencia jamás se hace notar, porque está licuada en su astucia para relatar lo que ve y escucha en sus indagaciones empíricas. Describiendo detalles nimios, Talese expresa más que si emitiera opiniones contundentes. Es un escritor situado, político en el estricto sentido, y no puede darse el lujo de considerar la realidad de manera uniforme, sin las ambigüedades que la constituyen. Talese sabe que la verdad habita en medio de las contradicciones, de aquello que se calla o que se muestra con oblicuidad. Su figura como narrador es imponente, una prueba de que, literatura y el periodismo solo están separados como dos gemelos que nunca dejan de estar pendientes el uno del otro.
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