Lanzan libro que explica cómo vivir hasta los 140 años
<P>Texto relata los avances de la ciencia en esta materia y explica cómo una almeja puede vivir más de 500 años. </P>
El animal más viejo del mundo vivió 507 años. Fue una almeja de Islandia que había nacido en 1499 y murió en 2006 tras ser recolectada por unos científicos. Un año después, en 2007, apareció en Alaska una ballena boreal con un arpón clavado desde el siglo XIX, sugiriendo que este mamífero puede vivir dos siglos.
El envejecimiento en los seres vivos es sorprendente. Hay mecanismos aparentemente caprichosos que regulan el proceso. ¿Y qué pasa en los humanos? "En el futuro moriremos jóvenes. A los 140", proclama un nuevo libro sobre cómo trabajan los científicos para conseguir que vivamos más y mejor. Se titula, precisamente, "Morir joven, a los 140". El volumen defiende que envejecer no es obligatorio y que los científicos pronto podrán prolongar la juventud. Sus autoras son Mónica G. Salomone, periodista especializada en ciencias, junto a la bióloga molecular, Maria Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid y una de las principales expertas en envejecimiento del mundo.
La hipótesis de Blasco es que el envejecimiento es la causa común de las enfermedades asociadas a la edad: el cáncer, el alzhéimer, la diabetes, etc. Si se atacara al envejecimiento como si fuera una patología, se alargaría la juventud y desaparecerían el resto de dolencias. Se podría morir joven, a los 140 años. "No se trata de que vivamos 120 años como los vive hoy una persona de 120 años; se trata de tener 70 años con el aspecto, la salud y la vitalidad de los 40", explica Blasco.
La bióloga molecular cree que ese freno a la vejez existe y se llama telomerasa, una de las decenas de miles de proteínas que forman el cuerpo humano. Salomone explica el papel de esta macromolécula en el envejecimiento y la historia de su descubrimiento, entrevistando a casi todos los científicos que han estado en este largo recorrido.
Nuestras células se dividen constantemente y cada vez que se dividen, duplican sus paquetes de ADN, pero de tal forma que los extremos de los cromosomas no son copiados hasta el final. Tras cada división, los cromosomas son un poco más cortos.
Lo que se acorta, detalla Salomone, es "una estructura de ADN y proteínas llamada telómero, una capa protectora que constituye el extremo de cada cromosoma". Cuanto más vieja es la célula, más divisiones ha sufrido y más cortos son sus telómeros. Y ahí entra la proteína telomerasa, que de manera natural detiene este reloj biológico en las células madre. Hace que los telómeros vuelvan a crecer, convirtiendo inmortales a las células. Lo malo es que, en la mayor parte de las células de un ser adulto, el gen que produce la telomerasa está desactivado.
Blasco llegó a una ingeniosa solución. Junto a su colega, Manuel Serrano, quien había creado un ratón transgénico con tres genes que protegían contra el cáncer al eliminar células con mutaciones peligrosas, decidió cruzar sus roedores con telomerasa con los ratones de Serrano. El resultado fue Triple, una estirpe de superratones nacidos en 2008 que vivían un 40% más de lo normal, sin enfermedades. "En gusanos se ha llegado a multiplicar por 10 la esperanza de vida normal en la especie, pero en mamíferos, que sí desarrollan enfermedades asociadas al envejecimiento como las de los humanos, Triple ostenta todavía el récord de longevidad", destaca Salomone en su libro.
El futuro es prometedor. Los investigadores del equipo de Blasco tienen en marcha otros cuatro experimentos con la misma estrategia. Para morir jóvenes, a los 140 años.
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