Lanzas, ballestas, estoques y lanzallamas conforman el peligroso arsenal de los reos

<P> Chalecos acorazados con tapas de ollas aplastadas, para frenar cuchilladas, y sables de tres metros manejan los presos.</P>




El incendio que terminó con la vida de 81 reos de la Torre 5 de la cárcel de San Miguel fue el resultado de una de las tantas riñas que se suceden al interior de las cárceles del país. El territorio no se transa.

La pelea comenzó horas antes de iniciarse la jornada de visita para los 1.924 reos del recinto penal, con capacidad para 1.100 reclusos.

Eran las 5.45 y la discusión alcanzó su punto de ebullición. Uno de los involucrados tomó un lanzallamas artesanal, una de las armas que los internos improvisan para atacarse entre sí, con graves consecuencias.

"El lanzallamas que utilizaron se hace con un balón de gas de cinco kilos, un regulador, la cañería de goma más un tubo de escobillón. Este lo ponen en la punta y lo achatan", cuenta el presidente de la Asociación Nacional de Suboficiales de Gendarmería (Ansog), Juan Alarcón. Asegura que "el gran peligro que reviste esto es que el tubo, que es por lo general de un material muy blando, se derrita, pasando el fuego a la goma y al regulador... Es una explosión brutal. Es similar a tomar un spray y prender fuego".

No es común el uso del fuego en las peleas, pero tampoco nuevo. La "técnica" ya fue ocupada por un reo del mismo penal en año 2000, cuando junto a otro interno arrojaron una cocinilla a parafina contra un grupo rival desatando un incendio que mató a siete reos.

Pero esta arma no es la única que se ha detectado. También hay estoques que miden desde 50 centímetros hasta tres metros, que fabrican con los barrotes de las celdas o de los catres de las camas.

Existen cuchillos comunes y corrientes. Llama la atención de los gendarmes lo peligroso en que puede convertirse una cuchara: se les corta la pala y la punta que queda se va desgastando hasta formar una punta.

Cualquier trozo de fierro es utilizado para fabricar "lanzas": al estoque se le agrega una extensión de madera o metal. Su uso es común en el óvalo de la ex Penitenciaría.

Los internos también han inventado elementos para protegerse, como el chaleco acorazado, que es confeccionado con capas de ropa cosida, rellena con tapas de olla aplastadas a golpes. "Generan una protección más o menos adecuada contra una cuchillada", cuenta Alarcón. También hay máscaras, que generalmente son pañoletas para taparse el rostro y nos ser identificados por las cámaras de seguridad.

En 2006 se encontraron ballestas en las cárceles Puente Alto y Colina, cuya finalidad es alcanzar los muros perimetrales para hacer llegar sogas e iniciar la huida. ¿Escopetas hechizas? Son menos usadas, porque son de difícil confección.

Crece incautación

La cuenta pública de Gendarmería de este año reveló que los allanamientos en los penales del país permitieron incautar 2.892 armas cortopunzantes.

En la misma rendición elaborada en 2009, la institución informó que más de 1.600 armas blancas fueron requisadas. "Con ello se minimiza la ocurrencia de hechos de violencia", se afirma en el informe.

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