Larga vida al mito
<P>Por siglos, desde los griegos hasta futuras civilizaciones, una pila de relatos populares hicieron del teatro su refugio. Los mitos de Fedra, Prometeo y Fausto vuelven a tablas junto a pasajes bíblicos reescritos, además de la dulce fábula de <I>Caperucita roja</I>, el célebre cuento infantil ahora convertido en un thriller. </P>
CUENTA la leyenda que Johann Georg Faust, un hombre que habría vivido en Alemania entre 1480 y 1540, murió cuando un experimento con sustancias químicas salió mal y le voló los sesos. Pocos dicen haberle conocido. Entre ellos, el gran reformador Philipp Melanchthon, quien decía que ese sanador, alquimista, mago, astrólogo y adivino, debió nacer en un pueblucho llamado Kundling, donde cada tarde paseaba junto a dos perros demoníacos.
Nunca hubo certeza de su existencia, pero quienes juraron haberlo visto, hablaron de él como un fanfarrón. Un loco. Un arrogante sin remedio. Así y todo, su historia -cierta o no- fue publicada por primera vez en 1587 por el librero Johann Spies bajo el título Historia von D. Johann Fausten. El libro se convirtió en un fenómeno para la época, aunque no precisamente por su valor literario. Las leyendas suelen esparcirse. Y se transforman. En 1592 llega a Inglaterra, a oídos del dramaturgo Christopher Marlowe, quien la reescribe. Ambas piezas recogen la moral medieval, las alegorías sobre la muerte, el Juicio final y el infierno.
Pero años después, recién asomado el siglo XIX, fue el escritor y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe quien al fin le da una chance al personaje de redimirse. La primera parte de su poema dramático, titulado Fausto, aparece en 1808. La segunda se publica recién después de su muerte, en 1832. Goethe, quien hará de Fausto un personaje de la dramaturgia universal, lo muestra como un hombre insatisfecho por su limitado conocimiento, e incapaz de ser feliz. Entonces aparece Mefistófeles, quien le ofrece los placeres de la vida y con quien pacta vender su alma al Diablo a cambio de pasar el resto de sus días siendo joven.
Tras motivar óperas, ballets y reescrituras, incluida una en Argentina a cargo de Estanislao del Campo (Fausto criollo), solo un chileno se había atrevido a traducir al español el célebre texto de Goethe. Fue publicada en Alemania a mediados del 1800 por Manuel Antonio Matta, abogado, escritor y fundador del Partido Radical chileno. Hace más de 30 años, mientras vivía en el país germano, Omar Saavedra lo tomó como referencia para escribir su propia versión libre, titulada Fausto Sudaca, que el 10 de diciembre debutará en Matucana 100 dirigida por Alejandro Quintana (El príncipe desolado).
"Pocos saben de esta reescritura suya perdida en el Instituto Iberoamericano de Berlín", cuenta Saavedra. "La mía, en cambio, más que reescritura, es una versión libre y latinoamericana del poema de Goethe". Protagonizada por Francisco Melo, Gabriel Urzúa y su hija Catalina, asoman en el texto distintas referencias a la cultura de esta parte del mundo. "Hay mucha música: bolero, cumbia, tango y cueca, además de citas a personajes como Borges, Ercilla y Violeta Parra, pero el mito es el mismo. El teatro suele hacer eso -dice-, recoger estos relatos pues aún tienen algo que decir. Este, por ejemplo, pone a Dios y el Diablo frente a frente, lucidez y tosudez". Un día antes del debut, su texto saldrá en Argentina, editado por Caterva, enfrentado a la versión gaucha de Del Campo y prologado por Grínor Rojo.
Otros mitos que se perpetuaron a sí mismos en las tablas son los griegos. Edipo, Antígona y otros encabezan la lista, pero esta semana debutó El amor de Fedra en el GAM, la historia de la princesa cretense y suicida, reescrito por la británica Sarah Kane (Psicosis 4:48), ahora dirigida por Francisco Krebs. El 6 de noviembre, además, volverá al Teatro Camilo Henríquez Prometeo, el origen, de Ramón Griffero.
Pero no todo es Grecia Antigua. Juan Radrigán y el director Cristián Plana, vuelven a las tablas con dos reescrituras de pasajes bíblicos. El primero, con Fieramente humano, en Matucana 100, dirigida por él mismo y protagonizada por Renzo Oviedo. "Es la historia, el mito de Jesús en tiempos actuales, encerrado en un sanatorio, quejándose del abandono de su padre y cansado de subir cada año a la cruz para morir una y otra vez". Plana, en cambio, estrena el 22 de octubre Bendita sea tu pureza, en el Teatro de la Palabra. Protagonizada por Daniel Antivilo, su autor, Javier Riveros, toma el Ave María "y la subvierte, escribiendo un drama marginal, obsceno y contemporáneo", dice Plana. Una mujer creyente, enamorada de su hijo y "quien por su parte ha descubierto, a través de sueños y visiones, su misión en el mundo, que es amar a los hombres, lo cual inquieta profundamente a esta madre avasalladora", agrega. La llegada del supuesto padre, recién fugado de la cárcel, abre una historia de violencia y abandono.
Otro que rescata una leyenda, reconvertida después en un cuento infantil por Charles Perrault, es el actor Alejandro Goic. En Un espectáculo feroz, del dramaturgo argentino Javier Dualte, la obra que debuta el 29 de octubre en el GAM, Caperucita roja enfrenta a Víctor, un mentalista que se obsesiona con ella, interpretado por Alejandro Trejo. "Este es un thriller sobre las relaciones femeninas: la abuela, su hija y una niña, presa del amor enfermizo de un hombre", dice Goic. "A pesar de no ser un mito como tal, la fábula es muy reveladora por mostrar cómo son las relaciones hoy: enfermizas, posesivas y al borde del canibalismo".
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