Las antiguas pistas de la inteligencia humana
<P>Según la teoría predominante, la capacidad de pensamiento simbólico habría emergido en Europa hace unos 40 mil años. Pero nuevos hallazgos en Africa y Asia apuntan a que el hombre moderno habría dado el salto cognitivo mucho antes. </P>
DE UN MOMENTO a otro, Europa se llenó de pinturas abstractas y rituales de distinto tipo. Era el inicio de la vida humana moderna, hace unos 40 mil años, y una chispa que todavía causa polémica había encendido la capacidad cognitiva superior de los homínidos, dotándolos de capacidad de abstracción y creación de símbolos. Esa era la historia conocida y los 40 mil años atrás eran la fecha inamovible del nacimiento de la inteligencia moderna.
Hasta ahora. Porque hoy se sabe que los primeros hallazgos datan de mucho antes. Nuevos análisis dan cuenta de que la "capacidad cultural" de los humanos modernos, o sea, su habilidad para pensar simbólicamente y crear artefactos de uso cultural y artístico, más allá de lo simplemente práctico, comenzó mucho antes: "Habría estado presente entre los primeros miembros de nuestra especie, entre 170 mil y 200 mil años atrás", explica a Tendencias Johan Lind, académico del Centro para el Estudio de la Evolución Cultural y el Departamento de Zoología de la Universidad de Estocolmo, en Suecia.
La historia más aceptada era la que sigue. Los primeros Homo Sapiens, provenientes de Africa, se habrían establecido en Europa, donde hace 40 mil años habrían dado origen a una "revolución cultural", como la describen las antropólogas Sally McBrearty y Alison Brooks. Este "gran salto adelante" se habría producido gracias a un fenómeno particular: una mutación de un gen relacionado con el lenguaje, conocida como FOXP2, que habría dado pie a la habilidad humana de expresarse de manera más sofisticada y capaz de hacer referencia al mundo simbólico. Esto tendría implicancias insospechadas.
Se abría la puerta de la comunicación compleja y la creación de mundos imaginarios, lo que llevó a los humanos modernos a desarrollar rituales de todo tipo y a practicar el arte de manera rudimentaria, un puntal clave de la inteligencia que nos separa de otras especies. No sólo eso: los hombres comenzaron a compartir más extensamente los conocimientos y nuevas tecnologías que habían adquirido y que anteriormente sólo habían compartido con sus familias. Es por eso que hasta ahora se creía que este había sido un hecho clave de la evolución humana.
Sin embargo, McBrearty y Brooks, que critican la teoría del imprevisto salto cognitivo en su investigación La revolución que no fue, señalan que, si bien hubo una transformación significativa en la forma de acercarse al mundo simbólico en Europa hace alrededor de 40 mil años, este fue un cambio que se venía gestando decenas de miles de años antes en Africa y Asia, donde recientemente se han encontrado restos de vida artística en diferentes cuevas y lugares ceremoniales. Muchos de éstos son significativamente más antiguos que los restos europeos. "La presencia de técnicas de trabajo en piedra en Africa, que datan de hace 80 mil años, muestran una competencia no alcanzada fuera del continente hasta decenas de miles de años después", dicen las investigadoras en su paper. Es decir, en vez de adelantados, como se los creyó siempre, los homínidos europeos habrían estado más retrasados en este cambio cultural que sus pares de otros continentes.
Según estas autoras, algún vacío debía existir en una teoría que marcaba un cambio tan repentino de condiciones, que habría hecho pasar a los humanos de poco más que "babuinos glorificados" (como llamó en 1989 el prestigioso autor Jared Diamond a los humanos premodernos) a seres capaces de manejar la complejidad del pensamiento abstracto y simbólico.
Según un artículo publicado por la revista New Scientist, las primeras fallas de la teoría del "gran salto adelante" surgieron debido a una serie de intrigantes hallazgos en la cueva Blombos, en Sudáfrica. Artefactos de adorno, como cuentas de concha de huevos de avestruz y bloques grabados con formas geométricas, daban cuenta de la existencia del arte simbólico 30 mil años antes y 10 mil kilómetros más al sur del sitio de la conocida "explosión creativa" en Europa.
No serían los únicos. Restos de rocas con grabados que seguían patrones en Sudáfrica de hace al menos 52 mil años, colecciones de conchas marinas en las cuevas de Qafzeh, en Israel, y la Grotte des Pigeons, en Marruecos, mostraban que los humanos modernos ya coleccionaban simbólicos ornamentos personales hace más de 80 mil años.
El rastro llega aún más atrás. Johan Lind y su equipo en Estocolmo utilizaron un software comúnmente usado para trazar líneas genéticas y lo alimentaron con datos relativos a la aparición del gen FOXP2, cambios en el tracto vocal y pistas arqueológicas sobre la vida social moderna (uso del fuego y tecnologías complejas de uso de herramientas). Todos factores que requieren de las habilidades básicas que dieron vida al pensamiento simbólico. Gracias a esta metodología, en una investigación publicada este año, Lind asegura que la mente moderna nació hace al menos 170 mil años.
Estos hallazgos abren una perspectiva completamente nueva. Tan antiguos han resultado algunos vestigios, que los expertos incluso están comenzando a considerar la posibilidad de que el pensamiento simbólico no sea propiedad exclusiva del Homo Sapiens. También podría haber existido entre los Neandertales, de los que siempre se pensó que eran eminentemente concretos. El profesor de Antropología y experto en el tema de la Universidad de Colorado, Thomas Wynn, explica a Tendencias: "Nuestras evidencias más antiguas de posible simbolismo preceden a los Neandertales, de modo que creo que es razonable concluir que ellos tenían habilidades simbólicas. De todas formas, hemos estado separados de ellos por casi medio millón de años, de modo que su forma de simbolismo ciertamente era distinta a la nuestra".
En la misma línea, Francesco d'Errico, investigador de la Universidad de Bordeaux, en Francia, dice a New Scientist que la falta de evidencia disponible sobre el pensamiento simbólico entre los Neandertales podría obedecer simplemente a la naturaleza propia de esos homínidos: "Quizás usaban plumas o pigmentos vegetales que no dejaron huellas".
La aproximación más razonable a la aparición de la "capacidad cultural" humana, dice Thomas Wynn, es una que entienda los cambios como graduales. El experto prefiere ver la mente humana moderna no como un fenómeno, sino como una serie de habilidades cognitivas discretas con diferentes tiempos de evolución. "Por ejemplo, la evidencia arqueológica indica que la cognición espacial moderna estaba instalada hace ya 500 mil años, pero otros componentes de la cognición moderna evolucionaron más recientemente. La capacidad de la memoria de trabajo parece haberse vuelto moderna hace sólo 100 mil años o menos. Hay algunas señales de pensamiento simbólico hace quizás 300 mil años, en el uso de pigmentos minerales, pero eso no significa que el lenguaje ya estuviera instalado en ese timpo", explica.
Sin embargo, resta responder una interrogante. Porque si bien las huellas pueden rastrearse hasta mucho antes de 40 mil años atrás, la evidencia indica que sí hubo un cambio en las habilidades simbólicas de los Homo Sapiens europeos en esa fecha.
Una posibilidad es que justo en ese tiempo la población europea alcanzara un número tal, que se convirtió en una masa crítica que de alguna forma promovió la innovación. "Necesitas muchas culturas para hacer una nueva cultura", comenta Lind a New Scientist.
La razón del repentino aumento en el número de Homo Sapiens en Europa puede haber tenido que ver con el cambio de las condiciones climáticas hace unos 26 mil años, en el peak de la Era de Hielo, cuando el frío obligó a los hombres a moverse hacia el sur. Genevieve von Petzinger, antropóloga de la U. de Victoria en British Columbia, señala: "Este cambio hizo que de pronto, la gente viviera más cerca que antes. Y si estás con extraños, necesitas saber quiénes son y también debes preguntarte quién eres tú". En ese sentido, la aparición de los símbolos puede haber tenido su origen en la necesidad de marcadores territoriales, que le permitiera a un grupo saber que un lugar ya estaba siendo ocupado.
Esa sería la misma explicación para los signos abstractos encontrados en cientos de huesos paleolíticos. Sarah Evans, de la Universidad de Cambridge, construyó un "diccionario" para estas marcas y descubrió que frecuentemente los símbolos coincidían. Eso pudo haber sido crucial en ciertas situaciones. Al encontrarse con extraños cargando herramientas de hueso con grabados similares a los propios, cualquiera sabría que compartían algo y que, por tanto, no eran enemigos. "Las redes sociales han sido desde siempre un aspecto clave en nuestras vidas", comenta Evans.
A medida que siguen asomando nuevos y más antiguos hallazgos, las antropólogas McBrearty y Brooks continúan denunciando la necesidad de renunciar a la idea de la "revolución humana": "Quizás sin darse cuenta, los investigadores crean así una separación entre los humanos y el resto del mundo biológico. Al hablar de la unicidad humana, realmente remueven el origen del Homo Sapiens. Los humanos, sin dudas, comparten elementos de su conciencia, como de su comportamiento, con sus parientes cercanos". Por lo mismo, en ningún caso descartan que esto pueda emparentarnos con homínidos más antiguos. "Nuestros parientes cercanos extintos, los Neandertales, eran homínidos inteligentes que demostraron tener estrategias de supervivencia necesarias para vivir en un ambiente desafiante. No sería sorprendente si mostraran lenguaje o habilidades rudimentarias de simbolización, ya sea heredadas de un ancestro común, desarolladas en paralelo o aprendidas del Homo Sapiens, a través del contacto cultural".
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