Las cinco debilidades del hombre chileno

<p>Más emocionales. Intentando ser padres presentes. Aprendiendo a reconocer que tienen miedo. Así se ven los hombres hoy. Un estudio cualitativo de la Universidad Central registra cómo están viviendo los chilenos la búsqueda de la nueva masculinidad.</p>




EL ESCENARIO actual es confuso para los hombres. Por un lado, la masculinidad machista y tradicional está obsoleta. "Hoy es impresentable que un hombre diga 'yo soy a la antigua y mi mujer se queda en la casa", comenta Genoveva Echeverría, sicóloga de la U. Central. Los hombres han perdido espacios de poder y se han visto superados en muchos ámbitos por las mujeres, como en los años de estudio, por ejemplo. Además, tienen encima la exigencia de demostrar cada vez más su afectividad, siendo entrenados como hombres para lo contrario, y de una mayor participación en la crianza, sin ejemplos de eso en su propia infancia.

Pero, por otro lado, deben mantener algunos rasgos de la masculinidad más arraigada: seguir demostrando que son hombres ante sus pares. A pesar de la irrupción de la mujer, el rol de proveedor no les puede quedar grande. Mostrar autoridad y que el éxito en el trabajo no es esquivo.

Y estos dos extremos en los que se debate la definición de masculinidad actual los tiene tensos. Muy incómodos. Porque, además, esta nueva identidad masculina no es algo que ellos estaban pidiendo o buscando, sino que les llegó por exigencia de las mujeres o de la sociedad completa, si se quiere. Esta tensión quedó retratada en el estudio Vulnerabilidades, malestares afectivos y tensiones culturales en varones chilenos de la Región Metropolitana, que dirigió Echeverría. En 52 entrevistas a jóvenes y adultos, la sicóloga concluyó que los varones están confundidos en esta búsqueda de cómo ser un hombre hoy. Aprendieron a reconocer que tienen miedos o dolores, pero no encuentran los espacios para hablarlo. Y hay sólo un escenario donde este cambio en su manera de ser les entrega gratificación: la paternidad.

De este análisis, Echeverría estableció cinco vulnerabilidades del hombre chilenos en la actualidad. Vamos por parte.

1.- La inclusión de lo emocional

"Uno como que evita ponerse triste por cualquier cosa. Está constantemente evitando el sentimiento. Como que uno lo va chuteando siempre. De repente, uno puede tener una pelea con la polola y dice: 'Ah, mejor me voy a jugar un partido de fútbol'". (Cristóbal, 18 años)

Hasta hace algunos años, el ámbito emocional estaba vetado para los hombres: se reprimían o lo manifestaban de manera rabiosa o violenta. Hoy está muy presente en su discurso con palabras como "miedo" o "dolor". "La mayor apertura social y la demanda de las mujeres los ha hecho contactarse con sus emociones", dice Echeverría. Hoy, para algunos hombres -especialmente los más jóvenes-, la parte emocional es importante, pero todavía no tienen recursos para manejarla. ¿En qué espacio pueden dejar escapar el miedo o el dolor? Principalmente con mujeres: la mamá, la pareja o amigas. Con ellas no se sienten evaluados y, además de ser un espacio de expresión, también es de aprendizaje. Con otros hombres, el miedo a la burla o al rechazo los supera. Pese a las dificultades, los entrevistados evidencian que el mundo de los afectos ha mejorado la relación con sus hijos.

2.- El miedo a la soledad

"Un gran problema que yo tengo es que no me gusta vivir solo, llegar a una casa y ver que no hay vida. Es fome, más que fome, me duele. No sé si en este minuto voy a lograr rearmar una familia, pero espero no estar toda la vida con este peso". (Pablo, 30 años)

La lógica indica que los hombres son más independientes que las mujeres. Sin embargo, en las entrevistas aparecen más definidos por la vulnerabilidad que por la autonomía, y un aspecto que lo refleja es la necesidad de arraigo y de una estructura familiar. "En general, estamos en una sociedad muy individualista y los sujetos pueden llegar a sentirse solos y angustiados frente al mundo. Y en lo particular, los hombres necesitan más estar en el encuadre de familia", comenta Echeverría. La sicóloga lo ejemplifica con el discurso de los separados: dicen que les acomoda no sentirse controlados, que disponen de su tiempo y que tienen una mejor relación con sus hijos, pero se sienten desamparados. Les falta algo.

Este relato tiene relación con el informe en Chile del PNUD de 2010: los hombres tienen hoy una mayor valoración de la familia que las mujeres, tanto de la pareja como de los hijos. ¿Por qué? Porque ellos fijan su identidad y su realización en función de la vida familiar. Necesitan que su mundo interno esté en orden para salir al mundo.

3.-Paternidad: Espacio de quiebre

"Yo veo (la paternidad) como una evolución hacia sentirme realmente pleno y conforme de lo que les estoy entregando a los niños. Que no llegue un tiempo en que los niños me digan: 'Papá, por qué no estuviste conmigo,' aunque haya estado ahí físicamente". (Oscar, 35 años)

En las entrevistas aparece una declaración de intenciones recurrente: ser un padre cercano. Para los hombres, la paternidad debe incluir cercanía en la crianza, compartir afectos con los hijos. Este nuevo rol de padre les abre un espacio de experiencias afectivas que valoran y que les genera un nuevo sentido de vida. ¿Por qué? Porque, aunque hay una demanda de las mujeres y de los propios hijos por mayor presencia, los hombres han elegido involucrarse voluntariamente y sienten que tienen buenos resultados. Las entrevistas también entregan pistas de lo que los impulsa a hacerlo: reparar la carencia de la relación con sus propios padres. "Han descubierto que el afecto de los hijos es un ancla para esta sensación de tensión. Es la relación más estable que tienen", dice.

4.- No- lugar a la masculinidad

"Ya no puedes ser así como macho, terco… Tienes que ser más amoroso con tu pareja. En cambio, antiguamente tú le decías chao y chao no más. Pero ahora, si no le das un beso antes de salir te mandan a la punta del cerro". (Juan Pablo, 28 años)

"Es difícil identificarse con ser hombre, porque no se puede ser el varón de antes y no está muy claro cómo es el de ahora", dice Echeverría. Ser hombre implica vivir en tensión por los resabios de la masculinidad más tradicional y los nuevos roles, prácticas y estilos que puedan marcarse como femeninos. ¿Puedo aplicar esos roles más emocionales en el trabajo? Definirse y acotarse en términos de identificación se hace confuso. "Hay que asumir que existe una carga de conflictos que sobrellevar. Y que no es fácil", dice la sicóloga.

Por esto es posible pensar que la identidad masculina es un "no-lugar", porque no es fácil llenarlo de sentido, y más que un ámbito que ayude a sostener a los hombres, aparece como un espacio complejo y difícil de resolver.

5.- Resbaladiza individualización

"Para mí, la única diferencia que tenemos con las mujeres es la fuerza física, porque en el resto yo creo que tienen las mismas capacidades. Incluso, hay mujeres que tienen mucho más y me saco el sombrero frente a ellas". (Héctor, 25 años)

Como los varones ya no pueden guiarse por roles prescritos, la definición de hombre es tarea individual. "El problema es que culturalmente tenemos pocos recursos para hacerlo, para armar un propio proyecto personal y autosustentarse en él", concluye Echeverría.

Y en este campo, los hombres entrevistados aparecen con serias dificultades. Por una parte, el peso del imaginario de familia hace complejo generar definiciones más abiertas y diversas. Por otra, el miedo y la sensación de desamparo no los ayuda a enfrentar los desafíos sintiéndose más empoderados. Al contrario, hoy ven amenazas en la precariedad laboral, en las mujeres empoderadas, en las altas y diversas exigencias para ellos. La paternidad les abre un mundo de vivencias afectivas, pero el desafío es llevar esos aprendizajes al resto de sus vidas y su mundo interno.

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