Las confesiones de los carabineros por la desaparición en el desierto

<p>Mentiras, documentos con información falsa, prejuicios y un joven iquiqueño con esquizofrenia, cuyo paradero aún es desconocido. José Vergara Morales fue dejado a un costado de la cárcel por cuatro policías y se le perdió el rastro. </p>




El 13 de septiembre José Vergara Espinoza (22) se levantó mal. No había tomado sus medicamentos para combatir su enfermedad: la esquizofrenia. Producto de esto, cerca de las 8.30 horas empezó a hacer alboroto en su casa ubicada en el pasaje María Encarnación en la comuna de Alto Hospicio, en la I Región. "Comenzó a gritar, a golpear las rejas de los vecinos con un fierro, las cosas de la casa, dio vuelta un tambor con agua, estaba bien agresivo, por lo cual llamé a Carabineros", relata la pareja del padre del joven, Jacqueline Soto Gálvez, en su testimonio que prestó ante la Fiscalía Militar.

Así comienza la historia que tiene en vilo a Alto Hospicio y en la que cuatro carabineros fueron dados de baja y procesados por el presunto delito de detención ilegal. Se trata del ex carabinero Abraham Caro Pérez; el ex cabo primero Carlos Valencia Castro; el ex cabo segundo, Angelo Muñoz Roque; y el ex carabinero Manuel Carvajal Fabres. “Me entrevisté con estos funcionarios y me dijeron que se iban a llevar a José. Les hice saber que tenía esquizofrenia (...) lo esposaron dentro de la casa. Me dijeron que lo tendrían preso unas horas para que se calmara”, indica la mujer.

Dos días más tarde, ella y el padre de José, Juan Vergara Luenberger, fueron a la comisaría y le señalaron que no había registro en el sistema de la detención. Juan Vergara declaró que el oficial llamó a los carabineros que participaron el procedimiento, quienes frente a él negaron haber detenido el joven.

Tras escuchar los testimonios de las víctimas, la fiscalía militar citó a los ex policías, quienes decidieron contar la forma en que mintieron y las razones por las que decidieron llevarse al joven hasta el desierto bajo una espesa neblina conocida como camanchaca. En las declaraciones, todos los ex uniformados niegan que les hayan manifestado que José Vergara era esquizofrénico, sino que supusieron que era drogadicto, y también indican que nunca lo agredieron. “En ningún momento la mujer manifestó que era enfermo, nunca escuchó la palabra esquizofrenia. Al verlo, inmediatamente pensé que estaba enfermo, pero de drogadicto, nunca pensé ni se nos dijo que mantenía otras enfermedades mentales”, indica el ex carabinero Abraham Caro.

Sobre el procedimiento irregular, Manuel Carvajal dice que “tenía aspecto de drogado, de fumón (...) no sabíamos que era esquizofrénico. El cabo Valencia dio la orden de esposarlo (...) una vez en la patrulla (Carlos) Valencia dio un comunicado a la Central señalando que llegamos al lugar, se entrevistó con la denunciante y (el joven) no se encontraba en el domicilio. Yo le manifesté que íbamos a tener problemas, pero el me dijo que no me preocupara que es siempre se hacía en Alto Hospicio”.

Agrega que “llegamos al sector de la cárcel cerca de las 8.40 (...) mi carabinero (Abraham) Caro dijo que él iba bajar el detenido, se bajó, abrió la puerta del calabozo (...) no dijo nada y estaba como desorientado, además, estaba nublado y había como camanchaca por lo que no se veía nada. Una vez que le quitaron las esposas, se puso las manos en los bolsillos y comenzó a caminar hacia el nororiente.”.

Tras esto, los ex uniformados acordaron que no contarían los sucedido. “Valencia tomó la decisión de dejarlo ahí (...) le pregunté porqué no íbamos a la unidad y me dijo ‘compadre este es un DOS CORTO, lo dejamos ahí para que se calme y él vuelve sólo a la casa y punto’. A su pregunta, un DOS CORTO significa vamos y volvemos (...) Pasaron unos días y los familiares dejaron la denuncia por presunta desgracia (...) a raíz de eso Valencia nos reunió y nos dijo que era mejor para todos decir que nunca habíamos visto al joven en la casa”, señala Angelo Muñoz. Si bien todos mantuvieron la versión, incluso frente a los padres del joven, finalmente confesaron todo el engaño. “Me fui a entrevistar con mi mayor, quien estaba en una reunión con los familiares, me mostró la hoja de ruta y me preguntó si me acordaba de ese procedimiento, le dije que no (...) estaba esperando afuera y en ese momento llegó el cabo segundo Muñoz y mientras mi mayor conversaba con otro oficial, me dijo al oído que era el procedimiento en el que fuimos a botar al huevón a la cárcel, señalándome que me quedara callado (...) me llamó el cabo Valencia, quien me dijo que no tenía que decir nada y mantener la versión (...) Me entrevisté con el capitán y le confesé todo, le conté que había mentido porque tenía miedo”, manifiesta Manuel Carvajal.

Finalmente, el cabo Valencia fue confrontado con estas declaraciones. “Le hice presente (a la mujer) que no iba en calidad de detenido y que lo íbamos a llevar a la unidad para hacerle un control de identidad y que después de un par de horas lo iban a soltar”. Confirma también que el ordenó que entregaran la versión a de que Vergara no estaba en el domicilio cuando llegaron.

“En el mismo trayecto, conversamos y decidimos dónde lo íbamos a dejar y surgió la idea de ir a dejarlo camino a Caleta Bueno. No recuerdo de quién fue la idea (...) parece que dijimos ‘ojalá este cabro se vaya para la casa’, quedando de acuerdo de no contarle esto a nadie”, señala.

Sobre las mentiras, señaló que después de que llegaron los familiares a denunciar el hecho, los cuatro acordaron mantener la versión “una semana después de la reunión con el capitán se inició y una investigación (...) uno de los que andaba en el procedimiento confesó lo ocurrido y después todos confesamos”.

Finalmente, sobre las razones por las cuáles decidieron adoptar el procedimiento irregular que terminó con el joven perdido, Valencia sólo señaló: “Decidí adoptarlo así, porque según mi apreciación, no daba como para dar cuenta de un hecho que según mi percepción no constituía delito. Por omisión o flojera no hicimos lo que debíamos hacer”.

Luego de conocer estos testimonios, el abogado de la familia del joven desaparecido, Cristián Cruz, estima que en este caso no se puede hablar de una detención ilegal, sino de una desaparición forzada. “Los carabineros dados de baja fueron procesados por detención ilegal y otro delito de falsedad. Estos ilícitos tienen una penalidad que fluctúa entre los 61 a 541 días de presidio. Acá estamos frente a una desaparición forzada”, manifiesta. Cruz agrega que al parecer esta práctica era normal en la zona, porque los efectivos incluso tenían un código propio, el “DOS CORTO”, lo demuestra, según él, que no estamos en presencia del abuso como una practica asilada, sino como sistemática”.

Finalmente señala que pedirán hacer valer la Ley Zamudio, dado que los testimonio dan cuenta que el joven fue discriminado. “Ciertamente y así lo hemos planteado. Aquí hay una agravante que es la Ley Zamudio, sólo por la apariencia o pertenecer a un estrato social, esta persona es detenida, sufre las consecuencia y desaparece”, dice.

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