Las confesiones de Saatchi

<P>Casi no da entrevistas y nunca asiste a las inauguraciones de su propia galería. Charles Saatchi, el galerista más influyente del arte actual e impulsor de firmas millonarias, como Jeff Koons y Damien Hirst, rompe 25 años de silencio con un libro que compila todas las respuestas que hasta ahora nunca había querido dar. </P>




Antes de dedicarse a comprar arte, Charles Saatchi (Irak, 1943) era publicista. Vendía ideas. Una vez que tuvo una galería, hizo algo parecido: creó el concepto Young British Artists y, armado de firmas como Damien Hirst y Tracey Emin, inyectó energía nueva al alicaído ambiente artístico británico. Fue el comienzo de una cadena de compra y venta de obras (Hirst lo ha llamado un "adicto a las compras"), que hizo despuntar los precios del mercado del arte.

Pero si Saatchi lanzó al estrellato a algunos de los creadores más famosos de fin de siglo, él evitó la sobreexposición. En 24 años, ha dado sólo un puñado de entrevistas, pero de todas formas la prensa lo acosa con preguntas. Como solución, el galerista lanzó My name is Charles Saatchi and I'm an artoholic, un libro con 250 preguntas y respuestas que abordan temas como el mercado artístico, su vida, sus gustos y su forma de trabajar.

¿Dejará tranquilos este libro a los medios? Difícil, considerando que Saatchi no deja de hacer noticia: últimamente, con su galería online (saatchi-gallery.co.uk/yourgallery), en la que cualquiera puede vender sus obras, y el reality show Saatchi's best of Britain, que transmitirá la BBC en noviembre y que buscará al próximo fenómeno artístico. Pero, claro, bajo sus criterios: "Lo que importa y sobrevive es el arte. Compro arte que me gusta. Lo compro para mostrar en exhibiciones. Entonces, si me da la gana, lo vendo y compro más arte", resume.

Pero tiene sus preferencias. Le desagradan las "pinturas con calaveras y muñecas de niños". Le gusta cuando una obra "no se parece a algo que ya haya visto 100 veces antes. O si es visualmente muy agradable o particularmente repelente". De ser así, esa obra podría convertir a su creador en un millonario. Pero, ¿es justo que los artistas sean tan ricos? "Sólo si crees que el arte es entretenimiento, en cuyo caso su paga está junto a las de Tiger Woods, Harrison Ford, Roger Federer, Johnny Depp, Madonna y otras superestrellas", contesta.

Es el nivel que han alcanzado Hirst y Jeff Koons, aunque aún se les cuestione su valor artístico. Hoy, Saatchi reconoce que no están en su mejor momento: "Los dos han hecho mucho trabajo extraordinario, tanto que su lugar en el panteón de los grandes está asegurado. Dicho esto, ambos han estado un poco fuera de forma en el último tiempo". Además, realiza una estricta selección de qué artistas del último tiempo serán recordados en el futuro: "Jackson Pollock, Andy Warhol, Donald Judd y Damien Hirst", sostiene.

Saatchi, que confiesa no saber dibujar ni pintar, cree que muchos artistas están sobrevalorados, más que nada debido a su muerte prematura. "Nunca realmente amé el trabajo de Basquiat", comenta. "Eva Hesse es fantástica. Félix Gonzáles-Torres, menos". Saatchi ama montar exposiciones, pero odia a los curadores: "Parecen entregar siempre el mismo tipo de show, para la aprobación de unos 250 devotos del mismo círculo. Estas exhibiciones de ojos muertos y sin alma dominan el paisaje artístico", sostiene. Y defiende a los artistas: "No hablemos de bebés temperamentales, egocéntricos y petulantes. Ser un buen artista es el trabajo más difícil que puedes elegir y tienes que estar un poco loco para hacerlo. Los amo a todos".

Y esos genios son difíciles de encontrar. Hoy, con sus primeras apuestas alicaídas y sin una generación de reemplazo, sigue buscando. Por eso sus recientes aventuras por internet y la TV: si Saatchi alguna vez elevó el arte a precios inalcanzables, ahora pretende hacerlo accesible al público masivo. Una especie de democracia artística, cuya próxima estrella podría aparecer en cualquier momento y lugar.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.