Las desconocidas salas del Teatro Municipal
<P>Muchos piensan que la famosa sala principal es el único escenario de este recinto. Pero no es así. También posee otros dos elegantes salones, que acaban de ser restaurados y que se reactivaron con diversos espectáculos.</P>
CADA vez que asisten a algunas de las elegantes funciones del Teatro Municipal de Santiago, la mayoría de los espectadores ingresa por el tradicional acceso de calle Agustinas. Una vez adentro, atraviesan el foyer (que es como se conoce el vestíbulo de los teatros) para dirigirse a la imponente sala principal del recinto.
Sin embargo, muchos santiaguinos ignoran que si entran por los accesos de San Antonio o el Pasaje Tenderini, pueden llegar a dos salas del teatro que son poco exploradas y casi desconocidas por el público. Pese a ser mucho más pequeñas, su elegancia y majestuosidad impresionan tanto como la de la sala principal.
Una se llama Sala Arrau y la otra es conocida como La Capilla, ya que su forma y decorados recuerdan al de un recinto religioso. Ambas acaban de ser restauradas, luego de resultar dañadas después del terremoto de febrero del año pasado. Tras su remodelación, tomaron un nuevo impulso y hoy estos espacios acogen actividades diversas que las están sacando del anonimato al que estaban acostumbradas.
Al ingresar al Teatro Municipal por San Antonio y subir algunas escaleras, es posible llegar a un salón de 500 m2, de cuyo techo cuelgan dos grandes lámparas de lágrimas de cristal. Lo más llamativo del espacio es una serie de ocho bustos que están distribuidos en las paredes. Es un homenaje a músicos clásicos famosos y, pese a que no están identificados, en el teatro aseguran que corresponden a Wagner, Beethoven, Bizet, Gounod, Verdi, Bellini, Berlioz y Mozart.
"Es una sala típicamente barroca, por los estucos y la decoración, que es toda original de cuando se construyó el inmueble, en 1857", explica el director del Teatro Municipal, Andrés Rodríguez.
Cuando el arquitecto Francisco Brunet des Baines diseñó el recinto, incluyó un espacio que estaba pensado para acoger bailes glamorosos y pequeños conciertos de cámara, por eso pasó a ser conocido como Salón Filarmónico. "Aquí se realizaban los grandes bailes de gala de la alta sociedad santiaguina de la segunda mitad del siglo XIX. Algunos eran eventos oficiales, como las galas de Año Nuevo y del 21 de mayo. Cronistas de la época aseguraban que cabían mil personas bailando", relata José Manuel Izquierdo, encargado del Centro de Documentación del teatro.
Con los años, las grandes fiestas se terminaron y el espacio se comenzó a utilizar también como sala de ensayo. En los 80, fue ocupado por el músico Claudio Arrau para impartir clases maestras a jóvenes pianistas. Desde entonces, la sala lleva su nombre.
El terremoto se ensañó con este salón: afectó su estructura -quedó con grandes grietas en algunas de sus paredes- y también su ornamentación, ya que muchas de sus molduras decorativas se desprendieron. Incluso, la lámpara perdió varias de sus lágrimas de cristal, las que aún no se recuperan.
La restauración de este salón terminó en marzo y costó más de $ 200 millones, de los cuales la mitad fue financiada por el Consejo de la Cultura y las Artes. "Esta sala es un espacio fundamental en el panorama cultural de Santiago. Tiene una identidad bien ganada y debíamos devolvérsela a la ciudad", explica el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke.
El espacio conocido como La Capilla no es una sala en sí, pero durante los últimos años ha cumplido esa función. Es un elegante salón -alhajado con cuadros antiguos, jarrones chinos y esculturas de Nicanor Plaza- que está junto al acceso de Tenderini.
Fue conocido como foyer de señoras, ya que por ese lugar ingresaban las mujeres que llegaban en carruajes al Teatro Municipal. Una vez adentro, esperaban el inicio de las obras en este salón compartiendo una taza de café. Mientras, los hombres fumaban en el foyer principal del recinto, ubicado junto al acceso por Agustinas.
En La Capilla han estado todos los presidentes de Chile, desde Manuel Montt en adelante. Esto, porque desde este salón se accede al palco presidencial del teatro. Pese a que hace décadas dejaron de llegar carruajes y son escasos los espectáculos a los que asisten las autoridades, en los últimos años este espacio se ha revitalizado con diversas actividades, como exposiciones, conferencias y cócteles y con el ciclo Detrás del Telón, que son tertulias que reúnen a directores y artistas con el público en general.
Pero el terremoto detuvo su actividad y también provocó la salida del café Tavelli, que funcionaba en La Capilla desde los 90, debido a que los destrozos obligaron a cerrar el espacio. "Hubo daños en todas partes. Todo el costado de Tenderini sufrió mucho", asegura Andrés Rodríguez.
Este salón estuvo cerrado hasta hace un par de meses, cuando concluyó su restauración. Regresó con fuerza, ya que esta semana se realizó allí un ciclo de jazz. Tras la remodelación también tomó impulso la Sala Arrau: el ministro Cruz-Coke cuenta que este espacio se reinaugurará en noviembre, cuando comience a albergar un ciclo de música barroca, organizado por el Consejo de la Cultura.
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