Las fiestas exclusivas que resucitan edificios santiaguinos
<P>[Tendencias urbanas]Las discotheques dejaron de ser el lugar preferido para salir a bailar entre los jóvenes ABC1. Ahora, ellos prefieren ir a fiestas en antiguos estacionamientos, bodegas e, incluso, palacios del siglo pasado. Según expertos, es un fenómeno sociológico. </P>
Si en los 80 fue la Oz y en los 90 la Kamikaze, la noche santiaguina ahora ya no tiene cara de discotheque. De un tiempo a esta parte, la fiesta en la ciudad ha cambiado.
Hoy son antiguos locales y edificios los que cobran vida nuevamente gracias a los eventos que ahí se realizan. Aunque para muchos Bellavista sigue siendo el epicentro del carrete santiaguino, hay nuevos espacios inusitados que se han abierto en distintos puntos de la capital y que atraen a un público adulto joven ABC1. Es el caso de Palacio Concha, Alto San Francisco, la Enoteca, Espacio Cal y el galpón conocido como Industria Cultural.
Algunos presentan un mayor valor arquitectónico y patrimonial; otros, han operado como restaurantes, estacionamientos, teatros o bodegas. Sin embargo, tienen en común el que en los últimos dos años la noche los ha resucitado. Una tendencia que existe en otras ciudades del mundo, como en Nueva York o Barcelona. En medio de Manhattan, por ejemplo, entre la calle 12 y 13, está el club Carnival, un antiguo salón de bowling donde se hacen fiestas todos los miércoles y adonde suelen llegar personalidades como Paris Hilton. Y en Barcelona pasa lo mismo: el Carpe Diem Lounge Club y el Opium, ubicados en el Paseo Marítimo, vinieron a revitalizar un lugar degradado en la Barceloneta. La decoración es lujosa, los precios caros. Y los famosos van en masa.
Nuevas generaciones de jóvenes y profesionales de Santiago han adoptado esta moda de frecuentar lugares antes olvidados, como una forma de innovar reutilizando espacios diferentes. "Son atracciones exóticas de la ciudad. El fenómeno es que un grupo de elite hace turismo social. Pero no es algo recíproco, pues una persona C2 no iría a una fiesta en una mansión antigua ABC1", afirma Enrique Vial, planificador urbano de la Universidad Andrés Bello.
Para el director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central, Walter Folch, se trata de una iniciativa impulsada, sobre todo, por el consumo. "No corresponde a un proyecto urbano de recuperar sitios de interés. Me parece una decisión inteligente de los inversionistas de las fiestas de seleccionar lugares novedosos y, en algunos casos, con arquitectura atractiva para desarrollar eventos exclusivos dirigidos a un público socialmente homogéneo. Lo positivo es que esto puede generar que los barrios (antiguos) cobren vida y avancemos hacia su real recuperación", dice.
Folch no se equivoca. Desde que el centro de eventos Palacio Concha comenzó a realizar fiestas privadas y lanzamientos de marcas en octubre de 2008, el sector de Concha y Toro recuperó parte de su glamour de antaño. Carolina Poblete es productora y relacionadora pública del lugar y ha sido testigo de ese proceso. "Junto con el restaurante Zully, hemos traído de vuelta al grupo ABC1 a este barrio. Se cambiaron las luminarias de la calle, se remozó la plaza y se sacaron las casas okupa que había allí", explica.
Flavia Goncalves es productora de fiestas y ahí realizó una versión de Superman, un evento dirigido a un público ligado a la moda, el arte y el diseño. "Este lugar ofrece una arquitectura antigua y un entorno distinto, algo que les da un ambiente único y especial a las fiestas", dice.
Esos mismos atributos buscó elproductor Cristóbal Millar cuando eligió Alto San Francisco para sus conocidos after office de los miércoles. Este salón de ventos ubicado junto a la iglesia que lleva el mismo nombre y que está en el noveno piso de un edificio de estacionamientos, se usa, además, para fiestas de matrimonio y eventos corporativos. Millar cuenta que el lugar tiene una ubicación estratégica para hacer estos encuentros de ejecutivos que quieren divertirse luego del trabajo. "Debía estar cerca del núcleo empresarial. Hay gente que llega en Metro y camina por el sector de París-Londres, un barrio muy bonito. Lo bueno es que las personas están volviendo al centro de la ciudad", dice. El arquitecto Juan Sabaj remodeló el año pasado los 2.000 m2 que ocupa el salón enclavado en el estacionamiento. Le puso techo de madera, un jardín interior y árboles en sus dos grandes terrazas que dan a la ciudad.
Otro lugar con vista privilegiada es la Enoteca del cerro San Cristóbal. Allí funciona normalmente el restaurante Camino Real, que también es un salón de eventos para matrimonios y otras celebraciones. Felipe Robinson es uno de los socios de la productora Club de Baile, que ha realizado dos fiestas para personas entre 25 y 35 años, que buscan salir de la rutina. "Queremos generar un concepto de evento más que de fiesta, en que el lugar tiene un rol fundamental en transmitir exclusividad y, así, alcanzar a este público premium", explica Robinson.
Si se trata de llegar al público objetivo al cual aspiran los nuevos productores, las redes sociles son la herramienta más utilizada. A través de Facebook y mensajes de texto se levantan las bases de datos y se envían las invitaciones. Los productores Pablo Cordero e Ignacio Chillet apostaron por las fiestas itinerantes, que cambian de lugar y concepto según el público. "Es como lo que pasa en Berlín con la fiesta MBI o en Nueva York, con la Cobra Snake. Son fiestas muy exclusivas, pero con un toque under. Por eso elegimos Espacio Cal, que era parte del antiguo cine Lo Castillo, en Vitacura. Un lugar con un aire ochentero, pero donde llega el público que buscamos, el ABC1", dice Cordero.
Otra de sus estrategias novedosas es pagar una comisión a "rostros conocidos" de la noche que cumplen el rol de relacionadores públicos y que invitan a gente a través de sus perfiles propios en Facebook. "Gente como la actriz Javiera Acevedo o el maquillador Cristián Quitral atraen personas a las fiestas y son un gancho", explica Chillet.
Santiago Beats es un caso similar. Es otra de las fiestas itinerantes dentro del circuito electrónico. Antes se realizaban en Alto Barcelona -un estacionamiento de Providencia que está en remodelación- y ahora se trasladó a Industria Cultural, un antiguo depósito de maderas cerca del Parque Los Reyes. "Nos interesa rescatar, más allá de la música electrónica, un espacio urbano olvidado", dice Catalina Ahumada, productora. "La gente se está acostumbrando a salir de su comuna, a buscar nuevos sitios de Santiago. Nosotros queremos que nos sigan", explica Catalina.
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