Las historias tras el operativo médico sobre un buque de la Armada
<P>Los 70 médicos que viajaron a bordo del Sargento Aldea debieron atender en Aysén fallas auditivas, cataratas y fracturas sin tratar.</P>
Desde que nació, Rosa Villacahuín, habitante de Puerto Aysén, había sufrido problemas de audición. Con los años, éstos se agudizaron y a sus 43 años, ya no se atrevía a participar de las reuniones de apoderados de su hija. También la dejaron de contratar para cuidar niños, una de sus principales fuentes de ingreso. El paso del operativo médico Machitún-Antares de la Armada, dice, le permitirá hacer una vida más normal.
Rosa subió a la cubierta del barco y luego bajó hasta el cuarto nivel, de 500 metros cuadrados de superficie. Allí entró a uno de los box médicos y fue recibida por un otorrino. Le entregaron en forma gratuita uno de los 10 audífonos donados para este operativo. Luego de que le calibraran el dispositivo, Rosa se emocionó al escuchar los sonidos del barco y las voces del equipo médico. "He esperado cantidad de años por un audífono, me ha costado mucho llegar a conseguirlo, pero ha valido la pena, estoy feliz de escuchar bien", comparte.
Para la tecnóloga Beatriz Escobar, poder brindar este tipo de alegría a gente que tanto lo necesita vale el sacrificio de viajar hasta tan lejos, dejando la familia y las comodidades del hogar, para participar en el mayor operativo médico realizado por la Armada.
La base de operaciones del buque fue Puerto Chacabuco. Durante los últimos tres días, 140 profesionales y personal naval a bordo del Sargento Aldea se repartieron entre el Hospital de Aysén, el de Coyhaique y su símil dispuesto a bordo, para las 6.500 atenciones programadas.
Telemedicina
La nave fue convertida en el equivalente a la torre de una moderna clínica, con todas las especialidades médicas y equipamiento de última generación con que éstas cuentan. Por ejemplo, se habilitaron seis electrocardiógrafos y tres ecógrafos para telemedicina. Esta tecnología permite enviar los exámenes vía internet desde el buque hasta una central en Santiago. Allí, especialistas los reciben para informar de vuelta los resultados, en cosa de minutos.
Según explica Fernando Aguayo, de la empresa de telemedicina ITMS, "tenemos dos cardiólogos en el barco, pero en forma virtual tenemos tres o cuatro más".
Hasta el sábado se contabilizaban 2.000 personas atendidas y 2.500 prestaciones de alta complejidad, en un trabajo voluntario por parte de médicos de todo Chile, tecnólogos y dentistas, junto con el apoyo de la Armada, el Servicio de Salud Aysén, la fundación Angelicum, el Colegio Médico y empresas de servicios y equipamiento.
Gigante en tiempo de paz
Al buque Sargento Aldea le costó atracar en el molo de Puerto Chacabuco. Era la primera vez que el buque de guerra -acondicionado para fines médicos- llegaba al puerto y el proceso no fue inmediato.
Impresionados por sus siete pisos de altura, los pacientes lo abordaron en grupos de 20 personas, para ser atendidos por especialistas y realizarse exámenes, la principal carencia en esta zona.
Pedro Hernández es uno de los habitantes de Aysén que llevaba dos años esperando para operarse de cataratas. En una carpa, habilitada como sala de espera, fue registrado para su ingreso a la clínica flotante. "Hace dos años tendría que haberme operado de mi ojo izquierdo, pero con la demanda que hay y la falta de médicos oftalmólogos, no he podido hacerlo".
En el barco trabajaron otorrinos, oftalmólogos, cardiólogos, urólogos, dermatólogos. En suma, había médicos de 19 especialidades.
Operativo en tierra
En Aysén, la falta de médicos, sumada a la de recursos y dificultades climáticas configuran un escenario crítico. Es el caso de Juana Cifuentes, quien hace más de un año tropezó con una tabla y se quebró el brazo. Fue atendida de urgencia, la enyesaron, pero su lesión no se recuperó.
"He aguantado el dolor y las molestias, no puedo hacer mis cosas y me tienen que ayudar otras personas", relata. Junto a ella, muchos ayseninos esperaron su turno en un hospital revolucionado, ya que nunca la comunidad local había contado con tantos especialistas.
Lo mismo ocurrió en el Hospital de Coyhaique, donde se recibió una demanda espontánea que superó a la agendada, por lo que los médicos disponibles se vieron superados.
Francisca Sáez era una de las pacientes que esperaba desde el 2010 por atención. Un año y medio se demoró en tomarse la radiografía que le pidieron y, ahora, con el operativo, le adelantaron la hora para operarse de tiroides en el Hospital de Coyhaique, donde permanece en recuperación: "Había estado esperando tanto tiempo y necesitaba operarme. Ahora, hay que ver si hay algo más en la biopsia, pero estoy feliz. Terminó esta espera".
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.