Las nuevas reglas de Torres del Paine

<P>A un año del devastador incendio que afectó al Parque Nacional y Reserva de la Biosfera, los hoteles y tour operadores esperan con ansias a los 125 mil visitantes que llegarán en temporada alta. Nuevas medidas de seguridad y excursiones en las afueras del parque se estrenan este verano. Literalmente, Torres del Paine se levanta de sus cenizas. </P>




LA FAMILIA Gwyn, proveniente de Australia, camina a paso firme por el sendero que lleva desde el Lago Pehoé al Valle del Francés, avanzando a través de árboles de lenga carbonizados. Los miran con asombro, los tocan y les toman fotos tal cual un forense lo haría frente a unos cadáveres. Ryan, el pequeño de 12 años, lanza la pregunta que ronda la cabeza de todos: ¿qué pasó aquí?

Felipe, guía del Hotel Tierra Patagonia, está presto a relatar la historia, a explicar lo que parece inexplicable: que un turista irresponsable hizo fuego en un lugar no autorizado, desatando un incendio que consumió 17.600 hectáreas, entre ellas 1.702 de bosque nativo. El rostro de la familia queda impávido mientras descansan sobre una piedra, con una increíble vista del Lago Skottsberg. Hay un silencio que sólo es interrumpido por el viento, mientras el rostro de Felipe se llena de tristeza, de rabia, de frustración.

Las Torres del Paine han cambiado, sin duda. Su gente está distinta, dolida y recelosa. Sin embargo, esperan la temporada de verano con ansias, con esperanza podría decirse, de que la herida que dejó el incendio de 2011 comience a sanar. Y aunque algunos no crean que el parque esté preparado para evitar una nueva tragedia, Conaf ha realizado importantes cambios, decididos a hacer una diferencia.

La oficina de administración de Conaf tiene una cerca blanca y está rodeada de lupinos (también llamados chochos), típica flor de la Patagonia, de color morado, rosado, blanco. Adentro, Gonzalo Cisternas, guardaparque. explica los nuevos protocolos para recibir a los 125 mil turistas que se esperan entre octubre de 2012 y marzo de 2013.

Primero, todos reciben un formulario en que se les informa de las reglas del parque (como que está prohibido hacer fuego, que el uso de cocinilla está permitido sólo en las áreas de camping, que sólo se puede andar por los senderos autorizados y que deben respetar la autoridad del guardaparque), el que deben firmar en aceptación de las normas. Así, si se sorprende a algún turista que las transgreda, es expulsado del parque.

Luego deben asistir a una inducción, donde se les explica a los visitantes los riesgos del turismo en el parque, haciendo hincapié en el uso del fuego y, finalmente, se les entrega un "Pase de montaña", que es revisado por los guardaparque en los diferentes campamentos, a modo de registro. "El principal mensaje para los turistas es que se cuiden y cuiden el parque, y que la forma más fácil de hacerlo es cumpliendo con las instrucciones de Conaf", dice Federico Hechenleitner, superintendente de Torres del Paine.

A esto se agrega que la dotación de guardaparques se duplicó este mes, llegando a 83, que habrá cinco cámaras de televigilancia, que se instalarán dos cuadrillas de combate para el fuego (una en el refugio Grey y otra en el sector Dickson) y que desde diciembre, y por toda la temporada, habrá un helicóptero estacionado en la administración del parque para transportar a las brigadas en caso de un posible incendio.

El Campamento Italiano, parte del circuito W, se ve bastante lleno cuando la familia Gwyn se detiene ahí por un snack, antes de comenzar a subir por el Valle del Francés. El paisaje ha cambiado drásticamente y el bosque nativo de lengas, con un verdor intenso, es adornado por árboles de calafate, orquídeas y otras flores. Ascendiendo dos kilómetros por el valle, se llega al mirador del Glaciar del Francés, que sorprende con sus estruendosos desprendimientos de hielo.

El sol pega fuerte y hay una hermosa vista del Lago Nordenskjöld. Rhys, padre de la familia Gwyn, confiesa que no tenían idea del incendio hasta llegar a Torres del Paine y, que aunque están bastante sorprendidos, el parque no ha perdido la belleza que los cautivó por fotos. Luego, con una cerveza de calafate en la mano, de regreso en el Hotel Tierra Patagonia, agrega que esos bosques quemados debieran transformarse en una oportunidad de aprendizaje para quienes visiten el parque, así ojalá nunca más se repita un incendio como el pasado.

Más allá de las Torres

Aunque aún hay muchas zonas del parque que no fueron afectadas por el incendio y donde se puede observar interesante flora y fauna, los hoteles y operadores han desarrollado atractivas excursiones en sectores cercanos para compensar los daños del incendio.

Es el caso del Hotel Tierra Patagonia, que ya cumple un año de su inauguración y fue premiado por la Travel+Leisure como uno de los mejores nuevos hoteles de 2012. Entre sus excursiones fuera del parque se encuentra una al sector Cornisas para visitar condoreras, la pesca con mano en la zona de Sierra Baguales y su trekking al Paso de la Guitarra, donde se llega al Lago del Toro, el más grande de la región, y se almuerza en su playa.

En el bar de Tierra Patagonia todos los turistas conversan e intercambian experiencias: algunos fueron al Glaciar Grey, otros fotografiaron un carpintero negro y la familia Gwyn, que se atrevió a hacer la famosa excursión a la Base de las Torres, quedó maravillada con la gigantesca montaña de roca. Tras un par de ruibarbo sour, la mejor alternativa es ir a relajarse al Uma Spa, cuya piscina tiene una increíble vista a las Torres y el Lago Sarmiento, antes de cenar un exquisito cordero y descansar.

Queda claro, dice Rhys antes de despedirse, que Torres del Paine hay para rato, a pesar de las consecuencias del incendio, y que la gente seguirá visitando el parque, esperando también que la herida sane.

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