Las pinturas favoritas de Claudio Bravo llegan a Nueva York

<P>A dos años de su muerte, la galería Marlborough reunirá en mayo las últimas obras del pintor.</P>




En 1994 su muestra convocó cerca de 180 mil personas en el Museo de Bellas Artes (cifra récord de la institución), pero el pintor Claudio Bravo siguió siendo un desconocido en Chile. Su virtuosismo con el pincel fue admirado a la distancia: el artista decidió emigrar a España y luego a Marruecos, donde se radico en 1972.

Fue en el extranjero donde Bravo triunfó con su pintura hiperrealista llena de misterios, sus bodegones exóticos y sus escenas protagonizadas por personajes envueltos en trajes árabes. Aquí era considerado un excéntrico, porque nunca se casó ni tuvo hijos, porque se consagró al arte y porque la persona más cercana a él fue su empleado Bashir. En Africa, llevó una vida solitaria y llena de lujos, recibiendo en sus mansiones a célebres visitas, desde el rey Juan Carlos I de España hasta el beatle Paul McCartney.

Cuando murió, el 4 de junio de 2011, pocos sabían en Chile que junto a sus casas había levantado también una escuela y un hospital que regaló a los habitantes de Taroudant. Menos se sabía que Bravo tuvo la intención de donar una valiosa colección de esculturas grecorromanas a Chile, pero que al no recibir respuesta positiva, terminó regalándola en 2006 al Museo del Prado.

Hoy, su legado está muy lejos. Su herencia, al igual que sus coleccionistas se reparten entre Europa, Africa y EE.UU. "Su casa en Tánger, ubicada en un histórico barrio dentro de la Medina, se la dejó a su gran amiga, la emperatriz de Irán Farah Diba, con quien mantenía una sociedad para criar finos caballos árabes", cuenta su amiga y quien maneja sus obras en Chile, Ana María Stagno, directora de la galería AMS Marlborough.

Mientras, su amigo y brazo derecho, Bashir, quien está casado y tiene cinco hijos, heredó el palacio en Marrakesh, junto con la finca de Taroudant que el mismo Bravo diseñó y donde ahora descansan sus restos. "Son más de 60 hectáreas plantadas con naranjos y olivos. Ahí guarda una colección de cerámicas marroquíes que es patrimonio del país. Realmente no lo conocen en Chile. El fue un artista universal: pintor, paisajista, esteta. Todo lo transformó siempre en búsqueda de la belleza", dice Stagno.

En su casa de Taroudant, el artista tenía además una colección de arte contemporáneo, obras de Warhol, Francis Bacon, esculturas de Rodin y Botero, que también quedaron en manos de Bashir. En tanto, otro conjunto de obras, quizás las más apreciadas por Bravo, fueron legadas a su hermana Ana María (Pilía), quien vive en Zaragoza, España.

El acervo de 25 cuadros, los favoritos de la producción del artista, serán, en mayo, protagonistas de una exposición en galería Marlborough de Nueva York. Aunque la lista de obras no está confirmada, se sumarían a la muestra las obras de Bravo que quedaron en la galería. "Claudio se quedaba con las obras que más le gustaban y decoraba sus casas. Posiblemente la muestra venga a Chile, ya me la ofrecieron", cuenta Stagno, quien en 2008 expuso por última vez a Bravo: una serie de litografías de animales nativos de Marruecos.

Subastas y paquetes

En los remates de la casa Christie's, las obras de Bravo se estiman entre los US$ 400 mil y US$ 1.200.000. En 2008 un cuadro titulado Paquete verde (2005) se vendió en US$ 657 mil, y el año pasado Psalterium (1998) se subastó en US$ 1.142.500. "Los precios no se han disparado. Se han ajustado a los estimados de los especialistas. Toma unos años para establecer cuáles son los períodos fuertes de un artista, tras su muerte. La muerte de Bravo es muy reciente", explica Denise Ratinoff, representante de Christie's en Chile, Perú y Ecuador.

En 2010, Bravo expuso en Nueva York bodegones, paisajes y una serie actual de los llamados "paquetes", el tema que lo consagró en los 70. "Los paquetes son su obra más demandada y de ella no hay mucha circulando. Crresponden al momento de madurez del artista. Tiene un tema o iconografia que lo identifica", dice Ratinoff.

Stagno señala que Bravo no se quedó con ningún "paquete" y es posible que en la muestra en Nueva York no haya muchos. "No hay más de 35 o 40 obras disponibles de Claudio, él vendía mucho. Quería resguardar su obra en una fundación que funcionara en España e incluso el rey Juan Carlos le ofreció un castillo, pero luego de su muerte, todo quedó en nada", revela la galerista.

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