Las playas de Perú que no conoce (excepto Máncora)
<P>Las cifras lo demuestran: Perú desplazó a Argentina como el destino favorito de los chilenos y, en gran medida, las mayores responsables son sus playas nortinas. Máncora es la más conocida, pero la buena oferta hotelera y gastronómica también se ha contagiado en una serie de balnearios para todo tipo de viajeros. </P>
MANCORA produce sentimientos encontrados. Es tanta la fama que ha acumulado entre los turistas chilenos, que inevitablemente las expectativas se disparan y uno espera encontrarse con paisajes de playas paradisíacas, surfistas de cuerpos perfectos y un destino al que querrá regresar todos los años. Lo cierto es que tiene mucho de eso, pero la primera impresión pesa: la ciudad en sí no es linda, más bien es una caótica calle principal atestada de comercio, ferias artesanales y mototaxis. Pero es cosa de darse el tiempo para conocer un poco más para que la mirada cambie y uno se dé cuenta de que este sitio tiene un algo -o mucho más que un algo- que lo ha convertido en uno de los sitios más famosos de Perú.
Hace una década este destino empezó a hacerse conocido entre los surfistas, hasta convertirse en el punto más famoso de Perú para practicar este deporte. Luego comenzaron a arribar los mochileros, primero por mera casualidad, para luego comenzar a llegar en masa en busca de buenas fiestas, playas y precios bajos. Lo cierto es que Máncora continúa teniendo ese espíritu joven mochilero, con hostales que ya son un clásico, donde por menos de US$ 11 se puede alojar a pasos de la playa y tener aseguradas fiestas todas las noches.
En los últimos años, los cambios se han acentuado, con hoteles de mayor calidad, restaurantes gourmet y un comercio más sofisticado, porque el público que está llegando a Máncora no son sólo jóvenes, sino que familias completas que acuden en busca de mejores precios y otros balnearios.
Más allá de Máncora
Partiendo desde el extremo norte de Perú, cercano a la ciudad de Tumbes, la naturaleza entra en escena con el Santuario Nacional los Manglares de Tumbes, una serie de islotes y canales de agua dulce o salada según las mareas. El santuario protege los manglares, un rico ecosistema boscoso que está adaptado a la salinidad del mar y que es hábitat de 105 especies de peces, 34 de crustáceos y 24 de moluscos, donde destacan las conchas negras con las que se hace el famoso cebiche de la zona y los langostinos que viven en las enmarañadas raíces del manglar. El paseo en bote de medio día es una buena oportunidad para conocer los diferentes paisajes que ofrece la zona y para fotografiar avifauna o, con bastante suerte, al cocodrilo de Tumbes, que se encuentra en peligro de extinción.
Más al sur, en Punta Sal, la naturaleza protegida cambia drásticamente con un exclusivo sector hotelero y playas bien cuidadas, donde se alza el primer all inclusive peruano. El Royal Decameron (www.decameron.com) abrió hace menos de un año y el éxito que ha tenido salta a la vista con piscinas y restaurantes llenos y, sin exagerar, cientos de maletas esperando en los pasillos para ser trasladadas a las más de 300 habitaciones del lugar. Si en sus vacaciones le gusta tener comida y bebida libre, guarderías para niños y decenas de actividades bulliciosas en el día (como baile entretenido y karaoke), este es su lugar. Si busca más tranquilidad, las opciones se trasladan hacia el sur de Máncora, donde comienzan a aparecer los hoteles boutique y las playas tranquilas como Pocitas, con piscinas naturales que se forman cuando baja la marea. También toman protagonismo las grandes casonas ideales para ir en familia, ya que se pueden arrendar desde US$ 1.500 la semana, e incluso optar por una cocinera que le prepare diariamente lo mejor de la comida peruana. Las alternativas abundan, una de ellas es Las Casitas (www.mancoraperu.com).
A sólo 20 minutos de Máncora está Vichayito, una enorme, ventosa y solitaria playa. Aquí resalta Vichayito Bungalows & Carpas, un concepto que sus dueños trajeron directamente de Medio Oriente, con carpas beduinas desde US$ 150 la noche con todas las comodidades imaginables, como camas King, TV satelital, bañeras de estilo antiguo e, incluso, aire acondicionado en las más lujosas.
Donde cantan las ballenas
Tema aparte merece playa Los Organos, al sur de Vichayito, el mejor sitio en Perú para el avistamiento de cetáceos. Acá las dueñas del lugar son las ballenas jorobadas, las mismas que frecuentan nuestras costas para alimentarse en el estrecho de Magallanes y que de tanto en tanto es posible verlas en Chañaral de Aceituno, Región de Atacama.
En el extremo austral y la Antártica las ballenas se alimentan, para después migrar a las costas desde el norte de Perú a Costa Rica para aparearse y dar a luz sus crías. La diferencia de verlas en un sitio de apareamiento es que aquí las ballenas están mucho más activas, muestran la cola, se dan vueltas mostrando la panza y regalan saltos a destajo, que provocan todos los aplausos de los turistas, porque es imposible mantenerse impávido ante un animal de 16 metros y 40 toneladas impulsándose por el aire. Pero si los saltos producen admiración, escucharlas cantar hace que el bote completo se quede en silencio. Las ballenas tienen uno de los cantos más complejos del reino animal y es precisamente en el cortejo donde las ballenas muestran todas sus dotes vocales. Podrá escucharlas gracias a micrófonos que los guías colocan bajo la superficie, sintiendo en vivo y en directo un canto ronco y sereno, casi hipnótico.
Los avistajes son realizados por Pacífico Adventure (www.pacificoadventures.com) entre agosto y octubre. Todos los viajes son acompañados por biólogos marinos que explican el comportamiento de las ballenas y disparan veloces con sus cámaras para foto identificarlas, ya que cada individuo tiene patrones de forma y color diferentes en su cola, como si fuera una huella digital. De hecho, varias de las ballenas acá identificadas, también han sido vistas en el sur chileno.
Ahora, todo lo bueno tiene su precio. Es cierto, no se pagan más de 22.000 pesos chilenos, pero la embarcación se mueve bastante y es altamente posible que salga empapado. Recomendable no llevar niños pequeños, tomar pastillas si tiene tendencia a marearse y proteger muy bien su cámara del agua. El resto de la recomendación es simplemente dejarse encantar con una experiencia difícil de olvidar. Le aseguramos que la emoción de escuchar lo que pasa bajo el mar es única.
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