Las reliquias del Museo de Anatomía
<P>Cadáveres, órganos conservados en soluciones líquidas y el regreso de la "momia" de Monsieur Martel son parte de la colección que se exhibirá el próximo 27 de mayo. </P>
ES UN salón amplio e iluminado del segundo piso del Instituto de Anatomía de la Universidad de Chile. Tiene repisas de madera en las paredes y vitrinas más bajas al centro. En ellas descansan una decena de fetos glicerinados y la cabeza de una niña que parece de muñeca si no fuera por el tono amarillo verdoso característico de los antiguos métodos de conservación. También un útero con un feto en su interior, una india amazónica jibarizada y un cadáver con la malformación Situs inversus, un caso extraño en que los órganos están al revés, el corazón a la derecha, el hígado a la izquierda.
Aunque lleva el nombre de Doctor Vargas Olmedo, en honor a un profesor de la década del 60, la sala no es propiamente un museo. Nunca ha sido inaugurado y su historia corre en paralelo con la disciplina, y, por ende, con la historia de la Escuela de Medicina de la universidad.
Así lo señala Julio Cárdenas, su actual director, quien nombra como antecedente del museo, el gabinete donde conservaba los materiales para hacer clases Julio Francisco Lafargue, el iniciador de los estudios anatómicos en el país en 1857. En aquella época el anfiteatro donde se efectuaban las disecciones de cadáveres quedaba al costado del antiguo Hospital San Juan de Dios, en San Francisco.
"A mediados del siglo XIX muchos alumnos morían producto de infecciones que adquirían por trabajar con cadáveres cuyas causas de muerte eran desconocidas", cuenta Julio Cárdenas, quien también preside la Sociedad Chilena de Historia de la Medicina.
De esos años data una de las reliquias del museo: la estatua del Doctor Auzoux, un maniquí de tamaño natural hecho en cartón piedra con 1.300 piezas desmontables que muestran el cuerpo humano en detalle. Es la pieza de anatomía más antigua del país, fue fabricada por un estudiante francés en 1846 y comprada en 1864 por el gobierno en $ 1.000 de la época.
La estatua está al fondo del salón y le guarda espacio al invitado de honor de la celebración de los 90 años del Instituto de Anatomía el próximo 25 de mayo: el llamado Monsieur Martel, un cadáver conservado en formalina que estuvo guardado en una bodega del Museo de Historia Natural y que hoy vuelve a su lugar de origen, junto al mito urbano que lo acompaña.
La leyenda cuenta que durante los años 30 los estudiantes de medicina tenían por compañero de parranda a un aventurero francés a quien llamaban Monsieur Martel. No era estudiante ni profesor y desapareció con el mismo sigilo con el que había llegado.
Cuando lo volvieron a ver yacía muerto en el pabellón de anatomía. Entonces decidieron embalsamarlo para que los acompañara en sus celebraciones. Dicen que le adaptaron una roldana en su brazo derecho para que pudiera sujetar una copa de vino y así brindara con ellos.
El relato fue recogido por el profesor Raúl Echeverri en el libro Huella y presencia (2001), el que recopila historias de la Escuela de Medicina. Al leerlo, Julio Cárdenas comenzó a investigar su historia.
Según sus averiguaciones, lo que verdaderamente ocurrió fue que unos alumnos de Medicina sustrajeron un cadáver insepulto para llevarlo al Teatro Municipal, donde sus compañeros habían montado una obra llamada La clínica con el fin de ganar puntos para la Fiesta de la Primavera.
El director del teatro, al ver que se trataba de un cadáver, le prohibió la entrada. Como los alumnos no querían que los sorprendieran en la Escuela, terminaron llevándolo a una juerga, en donde ocupó la cabecera de la mesa.
El cadáver semimomificado terminaría en la casa de uno de ellos, Juan Vásquez, quien en un delirio soñó que se acercaba a su cama para revelarle su nombre: Juan Martel. Después su viuda lo donaría al Museo de Historia Natural.
"Con el tiempo el relato se fue desvirtuando, pero refleja muy bien el espíritu de camaradería de la época", acota Cárdenas, quien invitó a Echeverri, hoy de 103 años, a la ceremonia en la que la escurridiza momia regresará a casa.
Otros de los tesoros que guarda el inmueble pertenecen a épocas anteriores a Monsieur Martel. Las 36 mesas de granito y de mármol que aún se utilizan en clases prácticas datan de 1889, cuando la Escuela de Medicina se traslada desde San Francisco, hasta la calle La Cañadilla (actual Independencia).
Pero no fue hasta 1922 que se creó el Instituto de Anatomía, dependiente de la Escuela y ubicado en calle Zañartu.
En el primer piso del edificio se conserva en perfecto estado el auditorio semicircular, donde se dictan las cátedras. Escondidos en el subterráneo, debajo de las gradas, fueron encontrados 472 cuadros anatómicos, láminas de un metro de diámetro con dibujos de órganos diseccionados en clase. Es un verdadero atlas del cuerpo humano hecho en tinta, témpera y óleo. Tiene más de 100 años y seis de sus imágenes se mostrarán durante el Día del Patrimonio, el próximo 27 de mayo, cuando el Instituto abra sus puertas al público general.
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