Las últimas horas de prisión de Spiniak

<P>Tras la rebaja de su condena, que le permitirá quedar libre, a Claudio Spiniak le espera un mundo distinto al que dejó en 2003. En esta década, sus hijos se hicieron cargo de su patrimonio, las sociedades que creó ya no registran movimientos y se deshizo del gimnasio que poseía. Aunque deslizó intenciones de abandonar el país, hoy su entorno lo descarta.</P>




urante la última semana, los gendarmes que custodian el segundo piso del módulo J de la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) de Santiago han escuchado parte de los planes futuros de uno de los más reconocidos condenados que habitan la unidad. Claudio Spiniak Vilensky (65), quien lleva 10 años en prisión por los delitos de abuso sexual contra cinco menores, promoción de la prostitución y producción de material pornográfico, comentó hace algún tiempo en ese lugar que, por el estigma social de su historia y el daño a sus hijos, tenía intenciones de irse de Chile cuando le otorguen la libertad. Hoy, sin embargo, en su entorno más cercano descartan esa posibilidad.

Cualquiera sea su futuro, el anhelo de Spiniak de salir en libertad comenzó a tomar fuerza el pasado 26 de noviembre, cuando la Comisión de Beneficio de Reducción de Condena de Santiago le bajó su castigo en tres meses debido a su conducta "sobresaliente" al interior de la cárcel. La medida, sumada a una reducción de 18 meses de condena que recibió el año pasado, le permitirá abandonar la prisión dos años antes de lo previsto y se hará efectiva una vez que llegue al penal el decreto firmado por el Ministerio de Justicia, lo que debería ocurrir en los próximos días.

La libertad del ex empresario es el último capítulo de uno de los casos policiales más intrincados de las últimas décadas, que involucró testimonios falsos y acusaciones de tortura y asesinato, tráfico de drogas y la supuesta participación de políticos en una red de prostitución infantil, lo que finalmente resultó falso.

La historia se destapó el año 2003, luego de que Spiniak fue detenido portando cocaína en un supuesto control vehicular de rutina, pero que en realidad respondía al seguimiento que hace semanas Carabineros venía realizando a su casa, en el sector de Santa María de Manquehue, en Vitacura. La sospecha, que luego se confirmaría, era que el ex dueño del gimnasio Go Fitness realizaba fiestas homosexuales con menores de edad, los que en su mayoría provenían de las redes de prostitución de la Plaza de Armas de Santiago.

Desde que se conoció la noticia de su pronta liberación, el círculo más cercano al ex empresario, compuesto por sus hermanos Paul y Luis Alberto y por los hijos de su primer matrimonio, Dominique y Rodrigo, tomó el acuerdo de permanecer en total silencio. Son ellos, su madre, Fanny Vilensky -quien falleció en abril pasado-, las cuatro hijas de su segundo matrimonio y recientemente sus abogados Luis Hermosilla y Alvaro Morales, las personas que con más frecuencia lo han visitado en la sección de alta seguridad de la cárcel. El, por su parte, tuvo dos permisos especiales para ir, custodiado por gendarmes, al funeral de su padre y posteriormente, al de su madre.

La rutina del ex empresario al interior de la CAS -donde también están cumpliendo condena, entre otros, el líder de la red de pederastas Paidós, Rafael Maureira Trujillo, y el narcotraficante Manuel Fuentes Cancino, alias "El Perilla"- se ha mantenido estable durante los últimos años.

Quienes lo han visitado en la CAS aseguran que Claudio Spiniak cada vez tiene mayores problemas de movilidad, lo que sumado a los más de 100 kilos que hoy pesa le han convertido en un esfuerzo diario el subir las escaleras que lo conducen del patio de su módulo, a la celda que ocupa sólo él.

Desde ese lugar, en el que cuenta con un televisor, un reproductor de DVD y un equipo de música, el recluso puede salir a las 8 a.m. Luego, relatan cercanos, baja a la cuenta, toma desayuno y regresa a su celda. Vuelve a bajar cerca del mediodía, almuerza y sube a su cama a las dos de la tarde, para no volver a salir hasta el día siguiente. Las visitas están permitidas los viernes y recibe la "encomienda" los miércoles, que sagradamente incluye tres cartones de cigarrillos Viceroy a la semana.

Una de las personas que lo veía con frecuencia al interior del penal asegura que se mantiene con un tratamiento constante de ansiolíticos y antidepresivos, lo que le significa tomar varias pastillas al día. Con los recursos familiares, señala un amigo, paga un sicólogo que lo visita todos los jueves y quien lo motivó en los últimos meses a escribir un relato sobre su vida. Además, tiene controles ocasionales con un siquiatra.

En sus horas de encierro, el ex empresario escucha música clásica, lee libros de poemas y ve películas. Avatar y Hachiko, la historia de fidelidad de un perro japonés con su amo, son las que más le han gustado, se comenta dentro del penal.

Durante algún tiempo, Spiniak -de ascendencia judía- participó activamente de la misa semanal que se realiza en la CAS. Tras comentar con cercanos que el Evangelio era algo severo con los judíos, dejó de asistir. Al tiempo retomó la práctica religiosa, pero comenzó a ubicarse en los bancos más alejados del altar.

Desde el 2007, Spiniak participa en un taller de literatura al interior del penal, uno de los elementos que la comisión tuvo a la vista para reducir su condena, junto con informes que revelan su nivel de conciencia sobre el delito cometido, su rehabilitación de la adicción a las drogas, sus redes de apoyo familiar y sus posibilidades de reinserción fuera de la cárcel. En la actividad, que es dirigida por Andrea Brandes, el ex dueño de Go Fitness ha escrito poemas, que son divulgados en un blog por Brandes.

En uno de ellos, publicado en marzo pasado, Spiniak habla de su cambio en prisión. "A los centinelas les interesa cerrar la mampara y mirar los resultados del fútbol. No saben que crecemos. Que nos modificamos. Que miramos con nuevo iris, con edificios construidos desde nuestro interior reparando lo que estaba destrozado. Este taller es mi vida". En otros textos, el recluso habla de su madre luego de su fallecimiento y de sus hijos. En el último poema, titulado "Chile" y publicado el pasado 24 de noviembre, Spiniak critica a la prensa. "A la prensa chilena no la quiero, crápulas del dolor ajeno y el mío", escribe.

A 10 años de que explotara el caso, hoy es poco lo que queda del mundo que Claudio Spiniak construyó, luego de recibir en 1997 cerca de US$ 10 millones por la venta de Frigosán S.A., la empresa de sus padres. Con el dinero, que según el propio relato de Spiniak fue uno de los desencadenantes de la época más oscura de su historia, el empresario también instaló el año 2000 el gimnasio Go Fitness & Spa, el más moderno de Sudamérica en ese momento, ubicado en Vitacura. Además, adquirió una serie de propiedades, como un departamento en La Parva.

Durante su encierro, han sido sus hijos Dominique y Rodrigo quienes en parte se han hecho cargo de su patrimonio. Por medio de ellos, el 2007 vendió el edificio que albergaba su gimnasio a una cadena del rubro, por $ 2.600 millones, y han sido ellos también quienes lo han representado en la modificación de algunas de las sociedades que todavía están bajo su nombre.

Otro de los episodios que ha debido enfrentar Spiniak durante su condena es la demanda de divorcio por interdicción, que interpuso en 2007 su ex esposa Adila Venegas, con quien tiene cuatro hijos. De esa manera, la mujer buscaba controlar la administración de todos los bienes del condenado. "Al momento del juicio, la familia buscó los registros y encontraron que la mayoría de su patrimonio lo tenía transferido a terceros. Los que aparecían manejando su dinero eran Dominique y Paul", señala el abogado de la mujer, Erwin Sapiaín. Sus hermanos, relatan cercanos, en algunas oportunidades le piden consejos sobre decisiones de negocios.

Finalmente, en abril de 2010, el Primer Juzgado de Familia de Santiago zanjó la situación. Venegas se quedó con la casa matrimonial ubicada en Lo Barnechea y avaluada en $ 450 millones, y logró el pago de una pensión de alimentos y pago de estudios, dineros que muchas veces provenían de cuentas a nombre de las sociedades que manejaban los padres de Spiniak.

Hoy, según registros comerciales y antecedentes de bienes raíces, no tiene ninguna propiedad a su nombre, y las sociedades que en su momento creó no registran movimientos desde el 2005. En ese mismo año, sus hijos Dominique -quien es periodista- y Rodrigo -quien trabaja en una automotora del sector oriente- crearon la sociedad Centro de Salud y Rehabilitación Limitada.

Justamente, dedicarse a la rehabilitación de otras personas había sido hasta ahora una de las pocas ideas que Spiniak había expresado sobre su futuro. "Puede sonar contradictorio, pero una de mis ambiciones hoy es ayudar a combatir la droga y a los jóvenes en peligro de caer en la delincuencia o prostitución. Tengo claro que encontraré muchos prejuicios en mi contra, pero no me inquieta; cuando uno quiere ayudar tiene muchas maneras de hacerlo", dijo en una entrevista realizada en marzo del 2007 para el libro Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas, de Pablo Vergara y Ana María Sanhueza.

Pero esta vez, de sus planes, sólo ha confidenciado a sus cercanos que al salir realizará diversos trámites de negocios y legales.

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