Leonor Varela y Lucía Puenzo se reúnen en filme sobre Tina Modotti

<P>La actriz dice que la fotógrafa italiana "es una obsesión" personal.</P>




Pablo Cárdenas, un guionista de cine que recibió un jugoso adelanto por una historia de la que no escribe aún la primera letra, sabe que el plazo fatal de entregar las 90 páginas se acerca. El personaje de la trama, una artista de los años 20 que supuestamente es "la madre de la fotografía moderna", no logra interesarle. No al menos para escribir algo con cierto estilo y coherencia. Pero Cárdenas es un profesional y lo que logre, cuando lo haga, será una historia que le cambiará la vida: será la breve y épica existencia de Tina Modotti.

El inicio de La mujer infinita (2010), la novela de José Ignacio Valenzuela que a fin de año será llevada al cine por la realizadora argentina Lucía Puenzo (XXY, El niño pez), es un comienzo desde afuera. Desde la orilla. Parte contando las tribulaciones de un guionista que escribe sobre Tina Modotti de mala gana y luego ingresa al universo de esta mujer multidisciplinaria.

La futura película, según el productor argentino Lucas Akoskin, se debería rodar a fin de año en México, con un casting de actores hispanoamericanos que será liderado por Leonor Varela como Tina Modotti (1896-1942). En rigor, la ficcionalización de la vida de la fotógrafa italiana parte de un interés que Leonor Varela lleva varios años acunando en sus brazos. Ella le sugirió la idea de la novela a su amigo José Ignacio Valenzuela.

La directora argentina Lucía Puenzo maneja una particular sensibilidad con los temas femeninos desde su primer largometraje, XXY (2007), que obtuvo el premio el Goya. Ahora viene de presentar en Cannes su cinta Wakolda (2013), que explora la turbia relación entre el criminal nazi Josef Mengele y una muchacha de 10 años.

"Le mostramos a Lucía Puenzo el guión que ya había escrito José Ignacio Valenzuela y le interesó. Ella es escritora y dos de sus películas se basaron en sus propias novelas. Acá también intervendrá en el guión, pues tiene una habilidad única", explica el productor Lukas Akoskin.

La propia Leonor Varela es una de las más entusiasmadas con la llegada de Puenzo a la cinta. "Soy una gran admiradora de su trabajo. Siempre me pareció que su obra era sutil y profundamente poderosa a la vez. Como un combo en las tripas con guante de terciopelo. Con José Ignacio siempre tuvimos la fantasía de que este proyecto lo hiciera una mujer. Ella se entusiasmó de inmediato", dice Varela.

¿Por cuánto tiempo ha rondado la idea de hacer la película?

Ha sido mi obsesión. Al "Chascas" (José Ignacio) le conté de mi deseo de interpretarla... y ahí se echó a andar la pelota. Esta idea lleva ocho años, pero fue cuando él escribió esta novela que la historia surgió madura tal como es ahora. Y la adaptación de Lucía ha pulido aún más lo que él y yo imaginábamos juntos y separados.

¿Qué le atrae de Tina Modotti?

Me fascina la combinación de su gran conciencia social y su amor por el arte. Y como junta ambas inquietudes. Tenía una mirada de la vida muy fuera de lo común, y sí, eso la hacía muy adelantada para la época en la que vivió, pagando el precio por eso.

Una vida fugaz

Nacida el 16 de agosto de 1896 en Udine (Italia), Tina Modotti jamás dejó de moverse en su vida. A los 16 años viajó a San Francisco y se reunió con su padre. Inquieta y curiosa, se relacionó con algunos fotógrafos de la Costa Oeste y probó suerte como "femme fatale" en varias películas mudas de los años 20. Fue en esta época que conoció al fotógrafo Edward Weston. Con él fue a México y en ese país se definiría el futuro de Tina Modotti. Ahí se encontró con los muralistas Diego Rivera y José Clemente Orozco, de quienes se hizo confidente y compañera de ideas de izquierda. También se relacionó, era imposible evitarlo, con David Alfaro Siqueiros y Frida Kahlo, las dos figuras más conocidas de la bohemia intelectual del México de los años 20 y 30.

Tina Modotti fotografió la obra de los pintores y viceversa: los propios muralistas la retrataron a ella en sus obras. Su estilo modernista se fijó sobre todo en el campesino, en las mazorcas y en los instrumentros de trabajo. Mujer de sugestiva belleza y militante del Partido Comunista mexicano desde 1927, Modotti estuvo en el centro de la discordia y el escándalo en 1929. Ese año la acusaron de asesinar a su propia pareja, el comunista cubano de orientación trotskista Julio Antonio Mella. Salió absuelta, pero sospechaban de ella, sobre todo después que se la relacionó con el estalinista italiano Vittorio Vidali, rival sentimental de Mella por el corazón de Modotti. Para muchos, Vidali fue el asesino de Modotti.

Ubicada siempre dentro de la línea más dura del PC, la italiana fue expulsada de México, pero se las arregló para participar en la Guerra Civil Española. Su vida se apagó tras retornar a México, en 1940, con un nombre falso. Oficialmente murió, dos años después, de un ataque al corazón a los 45 años mientras viajaba en taxi. Extraoficialmente se ocultó un gran detalle: nunca le hicieron la autopsia.

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