Libro rescata fotos de mujeres chilenas de fines del siglo XIX
<P><I>Retratos de Mujer</I> acaba de llegar a librerías y refleja la visión y modas femeninas de 1880 a 1920.</P>
Ser mujer a fines del siglo XIX podía ser bastante doloroso e incómodo. Con la premisa de alejarse por completo del estereotipo masculino, la mujer debía tapar su cuerpo, al mismo tiempo que resaltaba su silueta y atributos. El corsé fue indispensable para verse frágil y estilizada. Ajustado alrededor de la cintura, el corsé afinaba el talle y estimulaba las posturas rígidas.
A partir de 1880, se le sumó el uso del polizón, un volumen de acero o huesos de ballena, que se ponía en la parte trasera del vestido desde la cintura hacia abajo. El accesorio acentuaba las caderas, ortorgándole a la mujer cierta distancia con su entorno, aunque también dificultaba sus movimientos al sentarse. Por si fuera poco, la tenida incluía las populares "mangas jamón" de amplio volumen, puño largo y ceñido, que iban coronadas con un peinado de moda: el cabello se encrespaba con tenazas calientes, para luego enrollarse y decorarlo con diademas y horquillas.
Así, el fenómeno de la moda femenina se convirtió en un medio eficaz para distinguir clases sociales: las mujeres de más dinero tenían acceso a las tenidas más lujosas, a la vez que reflejó el paso las distintas transformaciones que sufrió la sociedad chilena camino a la modernidad.
Todo quedó registrado en un centenar de fotografías de la época que, a más de un siglo, vuelven a ser rescatadas por el Museo Histórico Nacional (MHN) y publicadas en el volumen Retratos de Mujer 1880- 1920, que acaba de llegar a las librerías locales.
Cerca de 100 mil imágenes posee el MHN, de todas las épocas y formatos (daguerrotipos, placas de vidrio y papel), que conforman el archivo más grande del país. "Hace unos años que trabajamos para difundir este archivos a través de publicaciones. Primero trabajamos con temáticas neutrales como la Plaza de Armas o los terremotos, ahora quisimos tomar un enfoque más personal, que rescatara la intimidad de la mujer, sin caer en el discurso feminista o en el análisis sociológico. Nuestro objetivo es mostrar cuáles eran los modos , modas y poses de las mujeres", dice Francisca Riera, fotógrafa encargada del archivo del MHN.
Con ayuda de Fanny Espinoza, que encabeza el área textil del museo, el equipo liderado por Riera pudo datar con más exactitud las fotografías que iba seleccionando del archivo. "La moda femenina tiene signos muy marcados y eso hizo más fácil identificar las distintas épocas en que se tomaron las fotos. A diferencia de lo que uno imagina, Chile no estuvo tan desfasado de las modas europeas, y gracias al auge del salitre las clases altas tenían el suficiente dinero para hacer constantes viajes afuera y empaparse de las tendencias", cuenta la curadora.
Mujeres con apellido
A principios de 1900, los vestidos fueron más ligeros, sin tanto aparataje, con más escote y más cortos para mostrar los zapatos, el nuevo fetiche femenino. Usar luto era requisito cuando un familiar moría, y muchas novias lo seguían vistiendo en sus bodas.
Como privilegio de las clases altas, las fotos retratan a importantes mujeres de la sociedad chilena como Victoria Subercaseaux, hija de Ramón Subercaseaux, principal accionista del ferrocarril de Valparaíso, o Elena Concha Subercaseaux de Irarrázaval, que inspiró uno de los personajes de Luis Orrego Luco en Casa Grande, de 1908. También existen algunos registros de mujeres más modestas, que iban con sus mejores ropas a retratarse en los estudios fotográficos de moda o el singular caso de Adelina, una mujer humilde que es retratada sin zapatos por el fotógrafo identificado como A. Quiroga.
Con el auge de la cámara portátil, los retratos se hacen en exteriores, registrándose la vida pública de las mujeres: sus paseos familiares, su rol como madres, los eventos sociales y su entrada a la vida laboral. Entre ellas, destaca la foto de 1884 de una cantinera de la Guerra del Pacífico, uno de los primeros trabajos que tuvo la mujer (de estrato medio o bajo) en el campo de batalla, y que consistió en animar a los soldados, asesorarlos en las labores domésticas y muchas veces en enfrentar ellas mismas al enemigo.
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