Lionel Shriver: "Mis personajes son mis víctimas"
<P>La autora de <I>Tenemos que hablar de Kevin</I>, lanza en español <I>Todo es para qué</I>, novela sobre el sistema de salud en EE.UU. </P>
Shep Knacker quiere otra vida. Desde que tiene memoria, su objetivo es juntar suficiente dinero para abandonar todo en EE.UU. e instalarse en cualquier país, ojalá del Tercer Mundo, y vivir unas interminables y pacíficas vacaciones. Después de 30 años trabajando sin parar, casi sofocado por un restrictivo plan de ahorro, y justo cuando está haciendo sus maletas para largarse, todo se derrumba: su mujer tiene un complicado cáncer que obligará a Shep a gastar todo su dinero en médicos y clínicas privadas. Ahí arranca Todo esto para qué, la última novela en español de la escritora Lionel Shriver (1957), un relato negro y cómico que dispara al corazón del sistema de salud de EE.UU.
Considerada una de las voces más interesantes de la narrativa estadounidense actual, Shriver es una oscura retratista de su tiempo. Su ticket al éxito fue Tenemos que hablar de Kevin (2003), una novela que exploraba la batalla secreta entre una madre y su hijo, quien acabaría matando a varios compañeros de colegio con arco y flecha. Hace dos años, la novela llegó al cine con Tilda Swinton como protagonista. "No tengo la menor idea por qué tuvo éxito. Es un muy improbable best seller, para mí sigue siendo un misterio", dice al correo Shriver, desde Londres, donde vive.
Historia de expectativas rotas y de cómo la crueldad del mercado se instala en el centro de un hogar, Todo esto para qué se adelantó a la intensa discusión en EE.UU. sobre la reforma al sistema de salud que impulsa el Presidente Barack Obama. "Aunque concedo que es una novela política, hice todo el esfuerzo posible para que fuera entretenida: amargamente divertida y hacia el final sorprendentemente edificante", dice Shriver.
¿Quería escribir sobre Shep Knaker o sobre las injusticias del sistema de salud de EE.UU.?
Para escribir sobre las injusticias del sistema de salud americano, necesitaba cuentas médicas -específicamente enormes cuentas que no cubrían los seguros- para devastar a alguien que no merecía caer en la ruina. Necesitaba un personaje responsable y virtuoso, que pagara sus impuestos. En el proceso de crear a Shep tenía que responder una pregunta: ¿Esa persona en la que todos confían, que siempre ha sido una fuente de recursos para otros, un amigo leal, un esposo que sostenía a su mujer y familia, el cuidador de su padre anciano, es un santo o un imbécil?
¿Cree que la novela sirve para entender problemas sociales y políticas de la clase media americana de hoy?
Espero que Todo esto para qué abra una ventana a asuntos políticos y sociales sin ser aburrida. El problema con el sistema de salud como tema es que es mortalmente seco, usualmente enredado en porcentajes y detalles burocráticos. Pero en la ficción, el material cobra vida. No hay nada seco en enfermarse ni nada abstracto en irse a la quiebra. Creo que el dinero es extremadamente emotivo en la vida de muchas personas. Cuando trabajas duro por tu dinero y te lo quitan, no es una experiencia aritmética. Es una ocasión para la rabia.
Amarga, provocadora y de humor negro son algunos de los adjetivos que se usan para definir su obra. ¿Cree ser una retratista de las miserias de la sociedad americana?
Cuando se aplica sentido del humor, la miseria se aligera un poco. Naturalmente me gusta trabajar con grandes emociones, algunas positivas (El mundo después del cumpleaños es sobre el amor). Algunas son oscuras. Pero nunca he intentado escribir novelas que sean latas existencialistas, que se deleiten en la desesperación. Siempre cuento una historia, y no puedo avanzar muchas páginas sin poner una línea para hacer reír a los lectores. Si, es verdad, a veces escribo sobre la miseria, pero no sólo la americana. Es la miseria de todos.
¿Se siente parte de una tradición de la literatura americana? Cree que su obra está ligada a John Cheever o Richard Yates?
Me identifico fuertemente con Yates, y no me molesta una comparación con Cheever. Especialmente me identifico con la actitud de Yates hacia sus personajes, los cuales son retratados brutalmente en sus debilidades, aunque al mismo tiempo siempre hay cierto cariño. Una base de simpatía siempre está ahí. Eso es mi propósito. Yo sé que mis personajes están jodidos, pero me pongo muy a la defensiva cuando a los lectores no le gustan. Después de todo, no es culpa de mis personajes que tengas fallas. Yo les doy esas imperfecciones. Son mis víctimas.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.