Llega elogiada película rumana Policía, Adjetivo

<P>La cinta es parte del gran momento que vive esa cinematografía.</P> <P> Se estrena obra de Corneliu Porumboiu reconocida en Cannes. </P>




Día tras día, como agente encubierto, un policía rumano va tras los pasos de un trío de jóvenes que se reúnen a fumar marihuana. Pasa horas esperándolos o siguiéndolos por las calles de la pequeña ciudad de Brasov y recogiendo los restos de los "pitos", en calidad de evidencia. Al final de cada jornada, escribe a mano un detallado reporte.

Policía, adjetivo (2009), cinta de Corneliu Porumboiu que acaba de estrenarse, toca sistemáticamente esta tecla: a través de prolongados planos y de escenas rara vez intervenidas por el montaje, indaga en la rutina de un agente que cumple con su deber, pero que, eso sí, advierte un sinsentido en la tarea que realiza. El protagonista (Dragos Bucur) es un objetor de conciencia.

El primer estreno rumano en salas desde Aquel martes después de Navidad, esta obra, doblemente galardonada en Cannes por la crítica y por el jurado de la sección Una Cierta Mirada, no tiene pistolas, persecuciones ni violencia. Como lo graficó Philip Kemp en la revista Sight & Sound, ésta "puede ser, al menos en la superficie, la película policial menos dramática jamás filmada". El filme de Porumboiu pasó, en su minuto, a integrar la "nueva ola" rumana que llama la atención desde 2005, cuando La noche del señor Lazarescu, de Cristi Puiu, ganó el premio Una Cierta Mirada en Cannes. Y que se convirtió en fenómeno cuando 4 meses, 3 semanas y 2 días, de Cristian Mungiu, obtuvo la Palma de Oro en el mismo certamen.

La película, que tuvo entre sus referentes a Blow-up, "surgió de algo que me contó un amigo que es oficial de policía y que en una ocasión se negó a seguir un caso por una cuestión de conciencia", cuenta el director. Y agrega que las rutinas policiales fueron objeto de extensa investigación: qué hacen estos funcionarios, cómo se mueven. Pero había más: el lenguaje asomó como un ítem de primera importancia. Porumboiu dice en este punto que "el sentido de las palabras era, tal vez, lo que más me interesaba tratar. Más que su sentido, su falta de sentido".

Lo anterior ayuda a comprender el título (en rumano, politist es sustantivo y adjetivo), pero también permite abordar la maraña semántico-burocrática de una película donde el cuestionamiento de los sinsentidos y los anacronismos del sistema no viene de un hippie ni de un héroe popular, sino de un policía del montón.

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