Llega gran muestra de Sara Facio, la fotógrafa del boom latinoamericano
<P>La exposición de 141 imágenes abre el 17 de junio, en el Centro Cultural Gabriela Mistral.</P>
No comparte la idolatría por Maradona. Y le molesta cuando sus colegas se visten como si fueran a una lucha armada en Sierra Maestra. A Sara Facio (79), la fotógrafa argentina que aterriza en Chile el 17 de junio, para inaugurar la primera gran retrospectiva de su obra en el GAM, no le gustan los lugares comunes. "Cartier Bre-sson nunca se disfrazó de fotógrafo de guerra. Yo lo he visto hasta que se murió, siempre con traje y zapatos", ríe desde Buenos Aires.
Facio es alta, tiene el pelo plateado y la voz dulce. Cuenta que en un principio iba a ser pintora. Pero una beca a Europa la hizo cambiar de rumbo. Tras ver las imágenes del teórico alemán Otto Steinert en un museo de París, se compró una cámara Leica. Nació así, a mediados de los años 50, el lente que retrató el "boom". "Me cautivó lo contemporánea que podía ser la fotografía, lo apasionante que era poder estar en la calle, con la gente", señala quien le hizo los retratos definitivos a Julio Cortázar y a Pablo Neruda. Pero también a García Márquez, Duke Ellington, Astor Piazzolla y Quino, entre tantos otros.
También, Facio fue la primera mujer en Buenos Aires en instalar un estudio fotográfico en los 70 (La Azotea), y fue la compañera de la poeta María Elena Walsh, quien murió en enero de este año. Facio dice que si no fuera por los retratos que conserva de ella en casa, el luto sería agobiante. "Muchas veces me pregunto qué sería de cualquiera de nosotros sin conservar esa memoria histórica. Sería muy triste la vida sin fotografía", suspira mientras le acaricia el cuello atigrado a su gata Nefertiti.
Pero antes de convivir con Walsh, Facio tuvo que cruzar el Atlántico. Corrían los años 60 y con su ex compañera en la Escuela de Bellas Artes Alicia D'Amico, se propusieron retratar su ciudad, dando lugar al libro Buenos Aires, Buenos Aires . Era 1957 y por sugerencia de la editorial, la obra iba a ser prologada por un tal Julio Cortázar, quien sólo tenía un par de libros de cuentos publicados. "No lo conocíamos para nada, pero pronto nos dimos cuenta que había sido un regalo. Era la época en que este escritor nacía y luego Rayuela se convertiría en uno de los primeros bestsellers reales de la literatura argentina", cuenta.
Facio tenía que enviarle la maqueta del libro a Cortázar, que vivía en París. Sin embargo, decidió ir ella en persona. Cuando le mostró la fotografía en blanco y negro de un hombre sentado frente a una botillería, supo que había cautivado al escritor. "Se emocionó", cuenta Facio sobre un encuentro que selló con otra foto que hasta hoy está en el inconsciente colectivo. En ésta, Cortázar mira fijo a la cámara y de sus labios cuelga un cigarrillo. "Estaba en la plenitud de su vida. Era un hombre muy curioso, que iba al teatro, al cine, a los conciertos, que se leía todo lo que encontraba", afirma la fotógrafa con entusiasmo.
A Facio le gustó eso de leer a los autores que luego inmortalizaba con su Leica, así es que aprovechando que el autor de Bestiario la recomendó a otros escritores, ella se propuso retratar a escritores latinoamericanos.
"Era una época en que nuestros países vivían gobernados por dictadores y dictaduras, por lo que Julio nos abrió la puerta de muchos autores que estaban viviendo en París o en Londres. Estaba Octavio Paz, Carlos Fuentes y un muchacho encantador llamado Guillermo Cabrera Infante, al que habían echado recién de Cuba", comenta.
¿No hubo alguien que la decepcionó?
Por supuesto que hubo casos en que no me pasó nada emocional. Con Vargas Llosa, por ejemplo, no hubo contacto y me pareció demasiado serio para su edad. Hay otros con los que, pese a su distancia inicial, terminamos muy amigos, como Octavio Paz, con quien estuvimos todo un día en Cambridge, mientras él era pro- fesor y tenía de alumno al Príncipe Carlos. O García Márquez, que al principio parecía muy tímido y callado y luego, al hablar de literatura, se fue soltando.
El recientemente fallecido Ernesto Sabato también aparece en sus fotos. Aunque según Facio, "esa relación fue más amistosa que literaria", al igual que con Isabel Allende, a quien considera "mejor persona que escritora".
"Sabato era un hombre que vivía mucho la ciudad de Buenos Aires, que siempre estaba charlando con alguien en alguna galería", asegura la fotógrafa que también registró el funeral de Perón y la venida de Fidel Castro a Chile durante el gobierno de Allende. "Estuve en toda esa zona caliente que hubo en el sur de América, hasta que me cansé de tanta violencia", afirma.
Pero de toda la cadena de escritores que fotografió, Neruda es el que más la marcó. "Ese Pacífico azul de ustedes me vuelve loca", dice recordando el mar que contempló durante un mes desde la casa del poeta. Facio llegó a Isla Negra gracias al contacto que le hizo Walsh y fascinada con la escenografía nerudiana, llegó a editar tres libros con él, desde los años 60 al 73. "Conocerlo ha sido una de las experiencias más placenteras de mi existencia. Lo que más me gusta es aprender y él me dio cátedra no sólo de literatura, sino de cocina, de peces e insectos. Realmente era una enciclopedia, un ser humano desparramando vida", recuerda.
Durante su estadía en el litoral central, a fines de los 60, Facio también visitó a Nicanor Parra, a quien recuerda siempre "rodeado por un cardumen de niñas que no lo dejaban en paz". "Un día fuimos a comer y dibujó en todas las servilletas que había en el restorán. Yo misma me traje una docena con corazones y frases graciosas", ríe.
Desde el 2005 que Facio no toma fotografías. La fractura de ambas muñecas provocada por una seria caída coincidió con el cáncer que afectó a su compañera. Ahora sólo ve imágenes que toman otros y las que hay de María Elena Walsh en casa. "Ella era capaz de ver el otro lado de la luna", remata.
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