Lombok: identifican isla donde ocurrió la mayor erupción volcánica de los últimos 3.700 años

<P>Geógrafos, geólogos e historiadores lograron dar con este lugar de Indonesia que en 1257 fue escenario de una erupción que esparció cenizas de polo a polo, modificó el clima del planeta y creó una supuesta "Pompeya del lejano oriente".</P>




T ODAS las casas fueron destruidas y arrancadas de cuajo, hasta que terminaron flotando en el mar. Mucha gente murió. Este extracto de un texto escrito en javanés antiguo fue clave para descifrar el misterio que rodea a uno de los peores desastres naturales de la historia, según una nueva investigación realizada por un geógrafo francés: el origen de la mayor erupción volcánica ocurrida en los últimos 3.700 años. Hace casi cuatro milenios, la erupción en la isla griega de Santorini arrasó con la civilización minoica. La explosión descrita en el texto javanés fue, incluso, más potente. No sólo esparció cenizas de polo a polo, sino que también alteró el clima del planeta y creó una especie de "Pompeya del lejano oriente" que aún no ha sido desenterrada.

El manuscrito analizado por Franck Lavigne, de la U. Paris 1 Panthéon-Sorbonne, es conocido como Babad Lombok e integra la colección de una biblioteca en Holanda. En el texto se describe la muerte de miles de personas provocada por la lava y los gases expulsados por el volcán Monte Samalas, en la isla de Lombok (Indonesia). Si bien el registro no establece una fecha exacta para el desastre que destruyó Pamatan, capital del reino local, sí permitió estrechar la búsqueda al señalar que ocurrió antes del fin del siglo XIII, lo que coincide con evidencias geológicas halladas por Lavigne y que apuntan a 1257 como el año en que el volcán causó el cataclismo.

Las primeras evidencias de este gran evento volcánico aparecieron en los 80, cuando expertos daneses midieron cambios en la acidez de glaciares. Así obtuvieron un registro de las épocas en que el dióxido de azufre generado por varias erupciones cayó desde la estratosfera convertido en ácido sulfúrico, producto de las reacciones químicas con la atmósfera. Al estudiar núcleos de hielo de Groenlandia y que se remontan hasta 10.000 años, los expertos no sólo hallaron indicios de erupciones ya conocidas y más recientes (como las de los volcanes Tambora y Krakatoa, en Indonesia), sino que también encontraron señales de fines de 1258, lo que revelaba una misteriosa erupción ocurrida uno o dos años antes.

Los científicos asumieron que una erupción cercana a Groenlandia había generado esos rastros. Sin embargo, análisis posteriores en la Antártica identificaron los mismos indicios, lo que indicaba que la erupción ocurrió en el trópico y esparció sus gases a los polos. En 2008, otro estudio analizó el ácido sulfúrico inyectado a la atmósfera por distintas erupciones en los últimos 1.500 años: el registro de 1258 era ocho veces mayor al generado por el Krakatoa en 1815 y dos veces mayor al provocado en 1883 por Tambora, considerada hasta ahora la mayor de los últimos siglos y que mató a 71.000 personas, además de generar varias alteraciones climáticas como el llamado "año sin verano" de Europa.

El origen del evento de Lombok fue un enigma hasta 2010, cuando Lavigne escribía un reporte sobre impactos ambientales de grandes erupciones y se enteró de los registros daneses. "Era increíble que nadie supiera dónde había ocurrido", dijo Lavigne a National Geographic. Debido a que la evidencia indicaba un origen tropical, Lavigne se concentró en Indonesia, un sitio donde no sólo han ocurrido las mayores erupciones del último tiempo, sino que también alberga muchas áreas volcánicas que no han sido estudiadas.

Tras varias expediciones, el geógrafo y un equipo de geólogos, geoquímicos, historiadores y expertos en datación con radiocarbono llegaron a Segara Anak, lago albergado en el cráter del antiguo Monte Samalas y que forma una gran cicatriz geográfica visible desde el espacio. Allí encontraron las pruebas que luego cotejaron con registros históricos como el de Babad Lombok.

Los tests hechos fueron reveladores. Al analizar trozos de carbón, se vio que todos precedían a 1257, indicando una ausencia total de árboles luego de esa fecha. Otro estudio de los acantilados mostró que el cráter surgió debido a una gigantesca erupción que se desató a lo largo de tres días y que provocó un cataclismo: su fumarola alcanzó 52 kilómetros de altura y expulsó 40 kilómetros cúbicos de desechos (en comparación, Tambora expulsó 33 kilómetros cúbicos). El evento cubrió la parte norte de Lombok con 35 metros de restos volcánicos y 50 centímetros de ceniza y el Monte Samalas -que se alzaba 4.200 metros- quedó reducido a un agujero de 8,5 km de ancho y 800 metros de profundidad.

El impacto también se sintió en el resto del mundo. Archivos hallados en el norte de Francia hablan de un verano de 1258 sumamente frío, con lluvias incesantes, inundaciones y cultivos deficientes, producto de la acumulación de cenizas que redujo el paso de los rayos solares a través de la atmósfera. Además, registros de un monasterio al norte de Londres hablan que estas calamidades llevaron a hambrunas y enfermedades que mataron a unas 15.000 personas en 1258.

"El verano de 1258 en el hemisferio norte destaca como el séptimo más frío en un período de 1.000 años. Esa misma estación en el hemisferio sur también es la tercera más fría de esa misma fase. Si hoy ocurriera una erupción similar, tendría consecuencias incluso en lugares como Chile", dice Lavigne a Tendencias. Según otros estudios, catástrofes como la desatada por el Monte Samala podrían haber contribuido al inicio de la llamada "pequeña edad del hielo", que se extendió desde 1350 hasta 1850 y que se caracterizó por veranos más húmedos e inviernos más fríos (ríos como el Támesis, en Londres, se congelaron y en los Alpes suizos los glaciares crecieron hasta cubrir villas enteras).

Otra evidencia del caos estaría bajo los desechos que cubren Lombok: serían los restos de Pataman, capital del reino y que podría ser una "Pompeya del lejano oriente". Por ahora, nadie sabe a ciencia cierta si quedan rastros de la ciudad. Ben Andrews, del programa global de volcanismo del Instituto Smithsoniano, señala a National Geographic que "a veces, los efectos del flujo piroclástico de un volcán pueden ser relativamente bajos, como en Pompeya, donde las cenizas mataron a todos los habitantes, pero no destruyeron la ciudad. En otras erupciones, como la del Monte Santa Helena en 1980, estos flujos de material arrasan con todo".

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