Los deportes acuáticos que se toman las vacaciones
<P>El flyboard se transformó en la revelación del verano, mientras el hidrospeed gana adeptos en los ríos.</P>
Promete elevarlo sobre el agua más de 10 metros, hacer que "camine" sobre ella e incluso que se zambulla y vuelva a elevarse como si fuera un delfín. Se llama flyboard y se ha convertido en la atracción de este verano. Se trata de un propulsor humano, inventado por el francés Franky Zapata, quien lo hizo popular el año pasado tras una exhibición en Australia y que acaba de llegar a nuestro país. Guillermo Proestakis, quien importó el aparato en octubre del año pasado, dice que personas de Vichuquén, Pucón y Antofagasta le han comprado flyboards para su uso personal (cuestan seis millones de pesos). Pero esta temporada cualquier persona puede arrendarlo para probarlo (por 60 mil pesos, durante 45 minutos), en Marina Golf Rapel.
Rodolfo Cáriz, representante de Flyboard en Chile, explica que el aparato funciona con una moto de agua, de la cual se obtiene la potencia para "volar" sobre el agua. Para practicarlo hay que pasar por una clase teórica de 15 minutos, realizada por un instructor certificado. "Terminada esa clase, la persona está lista para lanzarse al agua y en no más de 10 minutos ya está volando", asegura.
También en Rapel se están ofreciendo clases de wakeboard, un deporte extremo que cada vez seduce más a los turistas. Arrastrado por una lancha, los personas se deslizan por el agua en una tabla parecida a la de snow-board, mientras saltan y realizan piruetas. Tiare Miranda, campeona nacional de sky acuático y de wakeboard es una de las instructoras y por $ 25.000 la sesión (30 minutos) enseña la técnica básica para disfrutar este deporte. "Este verano atendemos, en promedio, unas 15 personas diarias y la mayoría son mujeres", dice Cáriz.
El kitesurf también pasó de los deportistas a la oferta veraniega. Y aunque la mayoría de sus usuarios son jóvenes de 20 a 35 años, de ambos sexos, niños y adultos mayores están entre sus adeptos. Se realiza en playas con buen viento y usa una tabla parecida a la de surf (más chica) y una suerte de cometa, al que la persona es amarrada con cuerdas y arneses. Para aprenderlo, bastan tres clases (de tres horas cada una), las que se realizan en un lugar donde sea posible el ensayo-error sin mayor riesgo, para después pasar al mar. La idea es que el alumno logre moverse por el agua impulsado por el viento que recibe el cometa. "Es un deporte arriesgado, pero fácil. Tomando todas las medidas necesarias pasa a ser un deporte seguro", dice el instructor Rodrigo Salmeron, que realiza clases dentro del complejo Santa María del Mar, en Santo Domingo, donde han prepa- rado a niños desde los nueve años y a adultos mayores.
Pablo Berríos, instructor de la escuela del hotel Surazo, en Matanzas, agrega que lo puede hacer cualquier persona con buenas condiciones para el deporte. "Es riesgoso sólo si lo haces como novato y sin instrucción alguna", sostiene.
En ríos, la novedad del año es el hidrospeed, que imita los descensos en ríos del rafting, pero en vez de una balsa, se desciende en una tabla y solo. El deporte sólo se puede realizar en ríos de clase tres, según Jocelyn Brito, de Turismo Trancura, agencia que ofrece el deporte entre sus servicios. "En este deporte se siente más adrenalina que en el rafting, porque uno va en contacto con el agua". En el Río Liucura (Pucón) es donde más se practica y tiene un precio de $ 18.000 por persona, que incluye el equipamiento, el transporte y más de una hora de aventura.
En Santiago, Rockside Expediciones lo ofrece en el sector de El Melocotón y según Juan Pablo Cerón, sube con cinco a 15 personas diarias y cuesta 15 mil pesos. "Es fácil de realizar, cualquier persona puede practicarlo".
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.