"Los enemigos de mi padre temían que me volviera un Escobar 2.0"

<P>Según Sebastián Marroquín, su padre, Pablo Escobar Gaviria, contó con la complicidad de muchos en Colombia. "Nadie llega tan lejos solo", dice.</P>




La prensa fue la que le contó a Juan Pablo Escobar Henao, en diciembre de 1993, cuando sólo tenía 16 años, que el cuerpo que los militares colombianos habían abatido era efectivamente el de su padre, el jefe del cartel de Medellín y entonces el criminal más buscado de Colombia, Pablo Escobar Gaviria. "Voy a matar a todos los hijoeputas uno por uno", dijo en una entrevista telefónica tras conocer la noticia.

Según recuerda Escobar hoy, desde Santiago, donde estuvo promocionando el documental "Los pecados de mi padre", que relata la historia del jefe narco a través de sus propios ojos, al finalizar la conversación se dio cuenta del significado que sus palabras tenían para Colombia. En minutos, cambió su posición. "Fueron los 10 minutos más decisivos de mi vida. Estaba en camino a repetir la historia, en un contexto violento en que no se iba a producir una solución distinta a la de mi propia muerte", dice Escobar.

Esa fue la única y última declaración pública de Juan Pablo Escobar antes de salir de Colombia en 1994 y radicarse en Argentina, proceso durante el cual cambió su nombre por el de Juan Sebastián Marroquín. Hoy, no enjuicia la historia de su padre, de quien sólo asegura haber heredado un reloj. Dice que puede separar la figura privada de la pública y cree que Escobar Gaviria no habría llegado a ser quien fue sin la complicidad de muchos. "Nadie llega tan lejos solo, quizás era más útil a los intereses de Colombia muerto que vivo, y explicando cómo hizo lo que hizo y gracias a quién", dice el hijo del narcotraficante.

Hoy recuerda cómo el conocimiento de los actos de su padre, sumado a las amenazas que profirió cuando fue abatido, inquietaron a enemigos del narco, quienes antes de su salida de Colombia le pidieron una reunión. Con 17 años, el "heredero" de Escobar se juntó con hombres del cartel de Cali y de los "Pepes" (Personas perseguidas por Pablo Escobar). "Tenían temor de que me transformara en un Escobar 2.0. Hice mi testamento antes de partir a la cita, dudaba de que regresaría con vida, pero ya estaba cansado de huir por pecados que no eran míos", cuenta Marroquín.

En la cita, que describe como tensa en un principio, explicitó que su deseo era abandonar el país y que no tenía intención de seguir una carrera criminal. "Nunca fui narcotraficante, sino hijo de uno", explica. Según Marroquín, los jefes narcos entendieron su postura. "Les agradezco que hayan perdonado mi vida, les debo mi vida", dice.

Hoy, volver a Colombia -donde ofreció disculpas a familiares de víctimas de su padre- no está en sus planes y frente a las amenazas de muerte dice no estar preocupado: "No debemos seguir viviendo con estos fantasmas. Hoy soy reconocido como arquitecto y he tenido una actitud clara y directa sobre el narcotráfico".

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