Los golpes del alcalde de Dios
<P>Antonio Garrido, ex boxeador y chofer de radiotaxis, es el polémico alcalde de Independencia que fue cuestionado por instalar carteles de carácter religioso y por darles dinero a vecinos de su comuna. Ante tales acusaciones contraatacó, invocando en televisión al mismísimo cuco. A pesar de todo, aspira a ser elegido en su cuarto período como alcalde, y a superar el 45,6% de la elección anterior. </P>
Sentado tras su escritorio de trabajo, con una enorme foto del general Pinochet a sus espaldas, Antonio Garrido despide a la persona que tiene enfrente diciendo que Dios lo bendiga. Entonces, el alcalde de Independencia se echa una galleta Tritón a la boca y hace sonar una gruesa campana de bronce:
-¡Ya, rápido! -grita-, ¡que pase el siguiente!
Y el siguiente es una mujer joven que llega a pedir zapatos para dos de sus cinco hijos. No tiene trabajo y su marido la abandonó por otra. La mujer recién ha comenzado a contar su drama cuando el alcalde levanta el teléfono y ordena a quien contesta al otro lado de la línea:
-Mijita, cómprele un par de zapatos a dos niños que ya no tienen con qué andar. Dos pares para cada uno, mejor, zapatos y zapatillas.
El alcalde cuelga y vuelve la vista a la mujer para decir: "Listo, que Dios la bendiga… Y, oiga, por favor, no me siga trayendo guagüitas al mundo".
Es el mediodía del lunes 10 de septiembre y afuera de la oficina del alcalde aguardan unas 50 personas, casi la mitad de las que había al comienzo del día. No es una escena excepcional. Garrido, devoto evangélico, destina todas las mañanas para atender personalmente a los habitantes de Independencia y otras comunas, que acuden en masa a pedir alguna cosa: un puesto de trabajo, una patente comercial, una condonación de deuda, una prótesis, un par de zapatos, mercadería, dinero en efectivo.
En esta comuna de Santiago la gente sabe que si tiene algún problema, alguna necesidad, debe acudir al alcalde. Y es el mismo alcalde quien decide y resuelve en cosa de segundos, tomando su teléfono o metiéndose la mano al bolsillo, donde guarda un fajo de billetes de mil pesos recién salidos del banco. También, en una sala lateral de su oficina, guarda mercadería y cajas de zapatos.
La plata sale de su sueldo, me dice. Y la mercadería y los zapatos son frutos de donaciones. Pero para el caso da igual. Desde su oficina, donde además de fotos de Pinochet cuelgan leyendas bíblicas, afiches de Colo Colo e imágenes de hípica y de boxeo, Antonio Garrido lanza una precisión:
-El que ayuda a esta gente no soy yo -dice, alzando la vista y los brazos hacia el techo-. Es él.
Regalar dinero
Los brazos, como todo en el alcalde, son grueso. Gruesos y fuertes, herencia de su pasado de colectivero y ex campeón sudamericano de boxeo. Hace 16 años, después de un período como concejal, fue elegido alcalde por Renovación Nacional. Desde entonces su caudal de votos ha ido en ascenso. La última elección obtuvo el 45,6% de las preferencias. Ahora va por un cuarto mandato.
Antonio Alejandro Garrido Mardones, 59 años, casado en terceras nupcias, siete hijos, 15 nietos, dice que su popularidad despierta envidias y apetitos de opositores a su gestión, que habrían digitado denuncias en su contra.
Días atrás, un video subido a Youtube lo mostró repartiendo billetes a decenas de indigentes que hacían fila en las afueras de la municipalidad. La polémica motivó una entrevista en directo con la periodista de Canal 13 Carola Urrejola, quien cuestionó al alcalde por este hecho y por instalar letreros públicos en la comuna con la leyenda Cristo es más grande que tu problema. Fue entonces que Antonio Garrido se despachó la siguiente frase:
"A lo mejor usted es atea y no está ni ahí con Dios, y la va a tener que pagar, acuérdese que se la va a llevar el cuco".
Más controversial fue el reportaje de Informe Especial, que hace un año denunció que en la municipalidad de Independencia se entregaban licencias de conducir a personas que se comprometían a votar por el alcalde. En las imágenes se ve al mismo Antonio Garrido levantando el teléfono para autorizar el otorgamiento de licencias, sin examen práctico de por medio.
Los hechos motivaron una investigación de fiscalía, que se cerró al poco tiempo por falta de antecedentes.
Pilar Durán, concejala socialista que presentó la denuncia por este caso, dice que el alcalde ha establecido un sistema perverso de clientelismo político, donde todo pasa por su discrecionalidad. "Si quiere regalar su plata, que lo haga, pero no usando instalaciones y recursos de la municipalidad", dice la concejala.
El alcalde se pregunta cómo puede ser cohecho algo que supuestamente hace desde siempre: regalar su dinero. Se lo pregunta camino a su casa, poco antes de pedirle al chofer de la van que se detenga en una plaza para bajarse a repartir billetes de mil a un grupo de hombres y mujeres encargados del aseo de la comuna.
Su esposa, que ha quedado en la van, dice, extendiendo la palma de su mano, que Antonio Garrido siempre ha sido así: "Generoso con los que no tienen, porque él no tuvo".
Poco después el alcalde dirá que acostumbra regalar la mitad de su sueldo y ahorra otra parte en un tarro que guarda en su casa.
-Pero quizás, por seguridad, no conviene publicar eso, alcalde.
-Bah, a mí no me vienen con huevás. Ponga usted ahí: en mi casa tengo una semiautomática pa' pegarle 20 tiros al primer hueón que se atreva a entrar.
Dar, dar, dar
En el departamento que Antonio Garrido comparte con su esposa -y que es una de las dos propiedades que registra en informes comerciales, además de una sociedad de taxis colectivos- no hay lujos ni ostentación. Es un departamento estrecho, de dos habitaciones, decorado por unos pocos objetos: un par de trofeos, un elefante que en la trompa lleva enrollado un billete de mil pesos y una foto en blanco y negro que registra el nocaut que el dueño de casa le propinó a Horacio Bórquez, un mediano ligero de pergaminos pasados, en 1976.
-Fue un cross de derecha tan potente que sentí un calambre en el brazo -dice el alcalde, sobándose un brazo, como si la electricidad aún lo recorriera-. Bórquez quedó tirado con un ataque de epilepsia.
Antes de dedicarse a dar golpes de puño, trabajó en ferias libres y en el hipódromo. Al boxeo llegó por su padre, boxeador como tres de sus hijos. Pablo Garrido, concejal por Recoleta y candidato independiente a alcalde por Conchalí, recuerda a su hermano como un púgil "aguerrido y frontal, aunque no tan técnico", que sabía sacarle partido a su corpulencia.
-Mi padre siempre nos decía que en el boxeo, como en la vida, hay que dar, dar, dar, y no recibir -dice Pablo al teléfono-. Y eso mismo que hizo en el ring, Antonio lo ha hecho en la municipalidad.
-Dar, dar, dar -repetirá el alcalde desde su departamento, a propósito de su afán por regalar dinero-. Yo quiero ser rico allá arriba, no acá abajo. ¿O acaso usted no cree en eso?
Pugilato
Este martes 11 de septiembre, a la hora en que Chile juega con Colombia, el Concejo Municipal de Independencia discute sobre la solicitud de una patente de alcohol. Los concejales de la Alianza están a favor y los de la Concertación, en contra. Tres contra tres. El alcalde dirime el empate y la patente queda otorgada. Si hasta entonces la jornada ha transcurrido tranquila, si es que no floja, la intervención de la concejala DC América López, que cuestiona la decisión del alcalde, enciende los ánimos.
Alcalde: A usted no la recibo nunca más en mi oficina. Si se aparece, la echo.
Concejala: Usted no me puede echar.
Alcalde: La echo.
Concejala: Usted se cree patrón de fundo, yo no soy su inquilina, soy una represente de la gente.
Alcalde: Pero sacó muy poquitos votos.
Concejala: ¡Alcalde, le voy a traer a la prensa!
Alcalde: Me da lo mismo. Usted no es de mi agrado.
Unos minutos después, desde su oficina, Antonio Garrido dice que "los concejales son alcaldes frustrados y pesan menos que un paquete de cabritas".
-No pesan nada, el que manda y decide acá soy yo -declama.
Afición hípica
En su oficina, sobre una mesa lateral, el alcalde exhibe un muñeco de yeso que lo retrata sonriente y con los brazos abiertos. A los pies, una leyenda: Dios conmigo, ¿quién contra mí?
También exhibe una colección de caballos y fotos y cuadros alusivos a su afición hípica. En una de ellas se ve a Silver Gold, el último caballo de propiedad del alcalde, que estuvo cerca de ganar el clásico Municipalidad de Independencia.
-En realidad ganó -corrige Garrido-, pero los sinvergüenzas ladrones de los comisarios me robaron la carrera.
-¿Es lo único que no ha ganado, alcalde?
-Lo único -sonríe.
Esa mañana de lunes el alcalde recibe a un famoso jinete de la hípica que ha llegado a pedir alguna cosa. Resulta imposible saber de qué se trata. El jinete se acerca al oído del alcalde para confiarle un secreto.
-¿Cuándo? -pregunta el jinete.
-Eso lo sabe Dios -dice el alcalde.
Luego se despiden de beso en la mejilla. Antonio Garrido vuelve a su asiento y hace sonar la campana de bronce.
-¿Quién sigue?
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