Los lobos que no llegaron a Rusia

<P>Los lobos marinos son protegidos, pero cada cierto tiempo se levanta la veda para exportarlos o hacer investigación. Así, 20 crías fueron capturadas en áreas protegidas para llevarlos a delfinarios en Moscú. Pero no resistieron. La fiscalía de Punta Arenas y la PDI están sobre el caso. </P>




A mediados del año pasado, la empresaria pesquera Verónica Saldivia Saldivia hizo un trato -según cuenta- con una empresa rusa para realizar una exportación no tradicional. Un intento de enviar, desde la XII Región a Europa, un cargamento con 20 ejemplares de lobo marino común, los cuales irían a parar a varios delfinarios en Moscú. Los mamíferos no alcanzaron a llegar. La mayoría murió de bronconeumonia o sacrificados por la veterinaria contratada por la empresa de Saldivia, en el Centro de Cultivos Marinos Bahía Laredo (CCML), de la Universidad de Magallanes.

Fueron cayendo de a dos, de a cuatro y de a ocho. Hasta que en 20 días no quedó ninguno. Entre medio hubo una serie de hechos que aún no terminan de esclarecerse y que abrieron una investigación "en un principio, de maltrato animal", según la Fiscalía de Punta Arenas. "Si fueron capturados en una zona que es considerada reserva nacional o parque nacional, también eso eventualmente podría constituir un delito (...). El tráfico de animales tampoco se descarta", afirma el fiscal Eugenio Campos, quien abrió la investigación -a cargo de la PDI- debido a una denuncia que hablaba de la incineración de los cadáveres y posterior entierro en el CCML.

Saldivia se dedica, a través de su empresa Melinka, a procesar y exportar productos del mar de la zona. En resumen, centollas y moluscos. El año pasado, según cuenta, la llamó un comprador internacional (del cual no da nombres) para preguntarle por sus productos. Detalla que le preguntó "si era factible ver el tema de los lobos acá. Entonces le dije que iba a verlo y empecé a tramitar en agosto de 2010 la resolución y en diciembre me la aprobaron".

Esa autorización es la exenta N° 3640 (2 de diciembre de 2010), una excepción a la veda extractiva, con fines de investigación o exportación. En ella, la Subsecretaría de Pesca le permite a Melinka capturar "en el área marítima de la XII Región (...) 30 ejemplares juveniles de la especie Lobo marino común (...). La captura no podrá ser efectuada dentro de áreas protegidas (...). Asimismo, no se deberán capturar ejemplares en colonias reproductivas".

Pese a esto, los mamíferos capturados, que son una especie protegida en Chile, eran lactantes y, por lo mismo, difíciles de adaptar a otros medios. En la resolución también se explica que si en el período de dos semanas los animales no eran capaces de acostumbrarse al cautiverio, debían ser devueltos a su lugar de origen. ¿Qué pasó? Los lobos se enfermaron irreversiblemente y no pudieron ser llevados de vuelta, ya que podían contaminar a miembros de su misma especie.

Saldivia no quiso especificar sobre los dineros recibidos, pero sí afirma que en medicamentos gastó $ 500.000 y unos $ 3.000.000 en pagos para la universidad. Todo, dice, del adelanto que le habían dado los rusos. Asimismo, afirma que les dio $ 5.000.000 a los pescadores que tenían como misión apresar a los lobos.

"Nuestra intención nunca fue de que fuera algo malo, era sólo hacer negocios", dice.

Pero la transacción no resultó.

"Lo más importante es que si ellos hubieran capturado los ejemplares juveniles, no se hubieran presentado los problemas que dieron lugar a este lamentable hecho", afirma Patricio Díaz, director de Sernapesca de la Región de Magallanes.

Cuando los 20 mamíferos llegaron al CCML, su tamaño iba desde los 86 a los 110 cm y pesaban ente 12,4 y 21 kilos. "Con ese peso y talla, claramente eran crías", afirma Layla Osman, del Instituto de Biología Marina de la Universidad Austral.

No obstante, cuando se le pregunta a Saldivia por su capacidad para identificar que los lobos eran lactantes, ella dice: "Para eso estaba Sernapesca a la llegada de los lobos. Para que dijeran: '¿sabes?, estas cuestiones son chicas, devuélvelas ahora'".

Patricio Díaz replica: "Se le dijo al día siguiente. Ahora ella dice que no".

Según cuenta Saldivia, los pequeños lobos fueron capturados en la Isla Agnes, pero antes de eso, los pescadores que trabajaban para Melinka en estas faenas intentaron atrapar algunos ejemplares en el Seno Otway y en el canal Bárbara. En el primero, "Sernapesca me dijo que era imposible, porque es un área protegida. Pedí autorización para ir al canal Bárbara y (los pescadores) fueron y no trajeron ningún ejemplar. Pedí permiso para ir a Agnes y nadie me dijo nada. Yo no me di cuenta que estaba dentro de Alacalufes", dice.

El lugar al cual se refiere es la Reserva Nacional Alacalufes, que es un área protegida. Saldivia afirma que pidió a Conaf la información de las zonas de este tipo en Magallanes y que recibió por correo electrónico el plano del Parque Nacional Alberto de Agostini -vecino a la reserva- con sus debidas demarcaciones e "Isla Agnes -asegura- quedaba fuera. (...) Cuando se destapó esto, se supo que prácticamente toda la región es área protegida, entonces nunca deberían haberme dado la resolución".

Las crías de lobos permanecieron en el CCML. Luego de una semana ahí, fallecieron dos. Las demás, según testigos, se veían débiles. Algunas, incluso, comenzaron a convulsionar. Las llevaron a un área aislada, con atención médica y entrega de alimentación que incluyó muchos tipos de leche "incluso, descremada en caja del supermercado", señala Saldivia. Pero los lobos marinos son intolerantes a la lactosa. Consultada por sus conocimientos técnicos en el manejo de esta especie dice: "No puedo decir que tenía experiencia".

Sobre cómo se fueron dando los hechos, Saldivia los relata así: "Un día amanecieron dos muertos, al otro cuatro. Después la cosa se empieza a complicar. Al principio se veían bien, activos. Primero (la veterinaria) le hace una eutanasia a uno, a dos y luego a tres, porque estaban mal, con convulsiones, pero justamente era para evitar el maltrato animal".

En este rápido camino que acabó con la muerte de las 20 crías, Pablo Gallardo, profesor responsable del CCML, cuenta que "se dio aviso a Sernapesca de que los lobos estaban débiles y se estaban muriendo". Relata también que otras veces habían trabajado con Melinka: en un proyecto de investigación de las centollas y "nos habían apoyado en pruebas ensayos de procesamiento de peces planos".

En el convenio de prestación de servicios de la U. de Magallanes a la empresa, firmado el 21 de diciembre, la institución educacional se comprometía entre otras cosas "al monitoreo permanente de las condiciones de los animales y el lugar por parte de dos técnicos en acuicultura y dos operarios. Todos ellos a tiempo parcial". Por su parte, Melinka aceptaba cancelar $ 3.055.920 por la mantención y cuidado de 30 mamíferos por 20 días a contar del 6 de enero, adelantar el 50% al momento de la firma del convenio y el otro 50% más "todos los impuestos al momento de la llegada de los animales".

Sobre la muerte de estos lobos, se han pronunciado diversas organizaciones ciudadanas. Una de ellas, Ecoceanos, a través de su director, Juan Carlos Cárdenas, afirma que "es el momento para que los chilenos exijan la detención de las que han sido la poco transparentes y destructivas entregas de permisos de captura de lobos marinos por parte de la Subpesca, ya que ellas evidencian serias irregularidades y un grave abandono de responsabilidades por parte de las autoridades fiscalizadoras".

El 25 de febrero ya habían muerto ocho de los 20 lobos. Ese día, la Subsecretaria de Pesca firmó la resolución exenta N° 542 que dejó sin efecto la N° 3640 aduciendo que "la captura de ejemplares lactantes hace presumir que ésta fue realizada en colonias reproductivas". Esto impidió que Melinka pudiera atrapar a los 10 ejemplares que le faltaban para cumplir la cuota que autorizada previamente. Según el informe del CCML, al 5 de marzo sólo quedaban tres ejemplares "muy decaídos".

Ese día, a eso de las 13.30, se le practicó la eutanasia a esos últimos tres. Llevándose por tierra lo que debía irse por el agua.

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