Los mágicos lazos que mantienen vivo el recuerdo del 62
<P>Un peluquero de Quilpué fue la persona que más compartió con un Pelé lesionado y dispuesto a recibir consejos en el Mundial de Chile. En Rengo vino hasta el presidente de Hungría hace un tiempo, para inaugurar una calle, y este año tenían todo listo para volver a recibir a Florian Albert, pero el ex artillero falleció. </P>
En regiones, el Mundial de 1962 sigue aferrado a la historia. La gente que acompañó a las selecciones aún guarda recuerdos imborrables y las máximas figuras del balompié internacional compartieron íntimamente con chilenos anónimos. La organización, pese a ser de las más humildes, logró cautivar a los ilustres visitantes y, a 50 años de la fiesta nacional, las anécdotas reviven con sólo algunas preguntas...
"Chamaquito" lleva 40 años vendiendo periódicos en Quilpué. Cuando era niño, Brasil llegó a Chile para jugar el Mundial de 1962 y su ciudad los recibió en el Hotel Balneario. Como varios pequeños, todos los días de junio se encaramaba al pequeño muro sostén de la reja y ubicaba su rostro entre los barrotes. Lo que veía en el interior era un desfile de estrellas: Pelé, Vavá, Garrincha, Zagallo. Un privilegio.
¿Lo mejor? "Cuando escuchaba los partidos por la radio, ya no tenía que imaginar. Aunque no se dejaban ver mucho, ya sabía de quién se estaba hablando y cómo eran en la vida real". Hoy, ese recuerdo tiene al suplementero haciendo su pequeño negocio en el mismo lugar donde "O Rei" y "Mané" compartían a diario.
La logística brasileña ya tenía decidido que si les tocaba el grupo de Viña del Mar, se concentrarían en Quilpué. Y ahí instalaron su búnker, celosamente cuidado por la policía, que no permitía el acceso. En sus traslados, los monarcas ocupaban cinco furgones pintados de verde y amarillo, y ese era el único quiebre de la concentración. Sin embargo, hubo una excepción: el peluquero Luis Castro Hidalgo conoció la intimidad de las estrellas.
"Su organización fue notable. Tres meses antes del Mundial ya estaban acá viendo los detalles. Todos. Incluso a qué peluquería ir, porque para ellos era importante la pinta. Tuve que invertir en el local: tapicé los sillones y tuve que comprar otros. Pero días antes de su llegada me dieron una mala noticia: Carabineros advirtió que sería un caos que Pelé y los demás fueran al centro a cortarse el pelo".
Castro, hoy con 85 años, recuerda que, ante tal escenario, tuvo que partir con una sola silla e instalarse en la intimidad de la concentración. "Me caducaron el contrato con la peluquería y me dijeron que me pasaban una pieza. Armé algo provisorio. Sólo llevé unos espejos y estuve con ellos todos los días, desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. Pasé momentos agradables, sobre todo con Pelé. Estaba lesionado y hablamos mucho. Incluso fui como su consejero. ¿Su corte preferido? El "regular-corto". Ni pensar que los peinados fueran como los de ahora", narra.
El arraigo de Brasil en Quilpué es inmenso. De hecho, algunas personas, niños en esa época, todavía conservan los cruzeiros (moneda brasileña entonces) que les regalaron algunos jugadores.
La tranquilidad de Rengo se vio alterada por un cuadro candidato al cetro. Hungría se alojó en el Hotel Turismo, hoy Olimpo, y causó una revolución. Los jugadores salían a conocer el pueblo en bicicleta y las mujeres no cesaron en su plan de conquistar a los europeos. Tanto así, que el rumor de que hay renguinos hijos de húngaros aparece cada vez que se recuerda la Copa. Por ahí camina un Vasily o un Tichy, en honor al "10" de ese combinado. "Todo el pueblo se dedicó a ellos en exclusivo. Yo fui su pelotero. Eran inmensos, altos. Salían a recorrer. Las 'minas' se volvían locas. Dicen que hay algunos 'viejos' que son hijos de ellos", rememora y ratifica Luis Pavez, dirigente deportivo y otrora pelotero de los magiares.
La frase no hace más que confirmar los lazos que la ciudad tiene con los europeos. De hecho, en 2008, el Presidente László Sólyom visitó la Sexta Región e inauguró la calle República de Hungría. Ese viaje germinó la idea de volver a Chile tras 50 años.
Querían viajar en junio y la gran atracción sería Florian Albert, el goleador del certamen junto con Leonel Sánchez, Vavá, Garrincha, Valentin Ivanov y Drazan Jerkovic (Yugoslavia). Sin embargo, el ex Ferencvaros murió de un infarto el pasado 31 de octubre. El Municipio trata de que el viaje se realice, pero como no hay una embajada húngara en el país, los diálogos son intermitentes.
Aurelia Maturana tiene 65 años. Como trabaja en el Estadio Carlos Dittborn de Arica, su jornada habitual está ligada al recuerdo del Mundial, uno de los más grandes hitos de la ciudad. Como era nadadora, Maturana pasaba tardes enteras en la playa. "Era harto más delgada y bonita en esa época", dice con soltura. Fue allí donde divisó al elenco soviético, que solía recorrer la orilla en extensas jornadas de trote por la arena.
A Maturana no le faltaba personalidad, así que abordó a varios jugadores a través de muecas, pues la barrera idiomática era infranqueable. Uno le llamó la atención...
"Era muy alto y muy fuerte, de buena pinta", es la descripción que hace de Lev Yashin. Pese a que entendía poco el español, lograron dialogar. Según cuenta, el meta quiso desplegar su físico y comenzó a levantar, literalmente, a las muchachas. "Hacía pesas con nosotras. Recuerdo que con una mano me alzaba a mí y con la otra a una compañera", recuerda Maturana.
Hablar de Antonio Carbajal (83) en el fútbol es referirse a la historia grande. El ex arquero mexicano, junto al alemán Lotthar Matteus, luce el récord de haber actuado en cinco Copas del Mundo. En 1962, la "Tota" vivió uno de los momentos más duros de su carrera, pese a que en el plano deportivo, la prensa lo eligió como el mejor portero del torneo, superando incluso a Yashin y al checo Viliam Schrojf, que cayó en la final.
"Gané por pocos puntos en las encuestas, pero eso no fue lo importante. Al término, con algunos de mis compañeros queríamos viajar por Sudamérica. Pero Raúl Cárdenas (volante) se nos puso muy grave. Se resfrió. Le pusieron una inyección y era alérgico a la penicilina. Estuvo muerto como cuatro minutos. Por suerte le cambiaron la sangre. Fue una situación muy complicada", recuerda.
Si no fuera por Carbajal, los "aztecas" hubieran pasado sin pena ni gloria. Estuvieron en el Hotel O'Higgins, pero ahí sólo hay recuerdos del Festival de Viña del Mar y no hay registro de su paso.
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