"Los Magníficos" de Huechuraba
<P>Destapan alcantarillas, sacan gatos del alumbrado, hacen de sicólogos y hasta salvan caballos atrapados en canales. Se trata de la Unidad de Rescate Inmediato que creó la Municipalidad de Huechuraba para atender gratis los problemas de los vecinos 24 horas al día. Creada en 2002, ya han reparado 1.600 casas. </P>
No cargan granadas ni pistolas, sino picotas, rastrillos, motosierras, serruchos eléctricos y hasta retroexcavadoras. Son Los Magníficos de Huechuraba: 12 vecinos que como Mario Baracus en la serie de televisión ochentera se las ingenian para salvar a la comunidad.
"Somos como futbolistas concentrados", bromea Ismael Sepúlveda (48), el miembro más antiguo de la Unidad de Rescate Inmediato creada en 2002 por la alcaldesa Carolina Plaza y que le cuesta, sólo por concepto de materiales, 20 millones al año.
El hombre se desplaza alegre por el refugio que construyeron con paneles de madera en un terreno de la municipalidad, a pasos de un container, donde guardan herramientas y una bodega repleta de paneles y tabiques. Adentro, una vieja tornamesa es bruscamente apagada, ya que el equipo, además de levantar dos casas que fueron arrasadas por el fuego en el sector de El Desfile, debe atender la fuga de agua de una señora en La Pincoya.
Armados de trajes rojos, bototos y lentes de sol como los que usaron los mineros de San José, se han convertido en los héroes de una comuna donde viven 85 mil habitantes, de los cuales, el 80% se encuentra en condición vulnerable. "Pasamos más tiempo aquí que en nuestra casa, pero nos acostamos felices, porque hacemos un bien a otro. En esta pega ves que hay algunos que pelean el día por $ 500 Que no tienen ni baño y hacen sus necesidades en un tarro, lo meten a una bolsa y al patio", confiesa Ismael.
De los cinco o 10 llamados promedio que la brigada atiende por día, la mayoría tiene relación con la reparación de casas. Mediaguas o techos al borde del colapso, como el de Elizabeth Aravena (38) quien recibió la ayuda de Los Magníficos en noviembre de 2009.
Víctima de la ataxia, una enfermedad neurológica que provoca la descoordinación en el movimiento del cuerpo. Como dos de sus tres hermanos, terminaba el colegio cuando sus músculos comenzaron a atrofiarse. Viviendo de a 10 en la población Pablo Neruda, explica que la patología los vuelve igual que guaguas aprendiendo a caminar, por lo que no había pensión de invalidez que resistiera otro gasto. "Los Magníficos nos rehicieron prácticamente la casa. Hasta construyeron una bajadita para la silla de ruedas y un tomamanos", dice con gratitud Aravena, sobre los rescatistas cuyo promedio de edad oscila entre los 40 y 50 años.
Su tocaya Elizabeth Núñez (41), quien vive en el sector Los Damascos, también tiene flores para este grupo de rescate. "Ellos vinieron porque el techo estaba lleno de hoyos. Los pelusas me lo hicieron tira con tanto piedrazo. Me pusieron planchas de zinc, cambiaron unos tabiques y ahora la puerta. Son bien aperrados", dice.
Carpinteros, gasfiteros o albañiles, Los Magníficos también podan árboles, destapan alcantarillas, sacan escombros y hasta bajan gatos de los postes de luz. "Son extraordinarios", dice orgullosa la alcaldesa. "Tienen la camiseta puesta y son el mejor antídoto que encontramos contra la lentitud del servicio municipal", expresa sobre este "A-Team" (el nombre en inglés de la serie televisiva) que ha salvado 1.600 casas.
Con tres camiones a su disposición, sueldos sujetos a grado de antigüedad, los guerreros cuentan que son regaloneados por una comuna donde las viviendas se anegaban antes de que ellos las forraran con nailon. "Si en el lluvioso invierno del 2002 la municipalidad tuvo que encargar más de 200 kilómetros de este material, hoy sólo se necesitan 50 a 100 metros lineales para cubrir la demanda", confirma Plaza.
"En el desfile de los funcionarios comunales que se realiza en septiembre somos ovacionados", reconoce Alex Campos (45) sobre una labor que acumula algunos episodios insólitos. "Una vez tuvimos que rescatar a un gato de la punta de un poste. Y otra, salvamos a un caballo que se cayó en un canal. Quedó con la mitad del cuerpo en el barro, se estaba muriendo", ríe el grupo, en plena Plaza Cívica de Huechuraba.
Pero no todo es color de rosa. Y la Brigada A no se refiere a los peñascazos que reciben de traficantes cuando limpian las cámaras de seguridad, sino a lo que les cuesta despedirse de los beneficiados. "Uno pasa a ser parte de la familia y sicólogo de sus desgracias. Cuando te vas, los niños lloran, te dicen 'papito' y aunque a uno le da pena, uno tiene que irse", expresa Eduardo Gormaz (28), el mismo que en otra oportunidad compró con dinero propio, torta, velitas y le cantó cumpleaños a una abuelita que vivía en la pobreza y la soledad.
Ismael agrega: "Cuando entras a una casa, te das cuenta altiro cómo viven las familias. Algunas te ofrecen hasta un asado. Pero una vez fui donde unos niños que no tenían ni para tomar desayuno. Me dio tanta pena que les pasamos a comprar pan, paté, azúcar y té. Eso nos quiebra", dice. Y sacudiéndose el suspiro, pone en primera el Magnimóvil. Tiene cosas que hacer.
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